Más allá del Chi Kung II – La práctica nos vuelve más ligeros

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Lo primero que aprendemos con el Chi Kung es a fluir y a observar atentamente nuestras sensaciones, sin esperar o desear que suceda nada en especial. A esta forma de atención renovada se le llama WU JI y es la clave de todo este sistema de enseñanza; diríamos que se trata de un estado de observación permanente en el que nos sentimos libres de la carga de interpretar lo que está sucediendo.

Lo segundo que aprendemos, es a vivir nuestro cuerpo físico con más consciencia. El cuerpo nos habla, expresa sus mensajes y lo escuchamos con atención. En esa escucha atenta uno se da cuenta de que el cuerpo es mucho más que una suma de estructuras orgánicas que posibilitan la vida, y comenzamos a descubrir nuestro cuerpo como un recipiente que contiene información en forma de energía, de vida?, o ¿sólo queremos sentirnos bien durante un rato? y luego volver a lo de siempre… Cualquier opción es aceptable, todo depende de cada uno, pero debemos de tener presente que nosotros elegimos. Mientras elijo tengo la opción de cambiar algo, mientras que si me dejo arrastrar por comodidad o por inercia, absolutamente nada va a cambiar.

Voy a explicar esto: somos la emanación de nuestro pensamiento. Si es algún tipo de conflicto que me hace sufrir puedo llegar a ver que yo mismo soy el causante; hasta aquí reconozco que los pensamientos que elaboro tienen una consecuencia a nivel emocional y físico. Ahora bien, los sistemas de valores y de creencias en base a los cuales generé esos pensamientos tal vez me están impidiendo ver la realidad de la situación y tal vez resulta que no estoy viendo la situación, si no que la estoy interpretando. Aquí juega un papel fundamental la Observación Consciente, a la que podemos llamar Meditación, aunque esta palabra se ha utilizado tanto y en tan diversas formas que puede dar lugar a confusión.

Para que la Observación Consciente se pueda dar, el observador tiene que estar en un estado de vacío, diríamos de neutralidad total, de desapego con el plano emocional, y esto es lo más difícil; es el WU JI que comentaba al principio. Si no existe ese estado de vacío, seguiremos identificándonos con la situación que sea.
Este estado de WU JI, lo que supone es que activamos una parte de nuestra mente que sigue conectada con la Fuente Original, ya que nuestra mente es una parte de esa Mente Original que dio lugar al Universo; esto es lo que los chinos antiguos llamaban el «Shen» y nosotros lo conocemos cómo el Espíritu.

Así es como pasamos de utilizar un nivel de la mente que funciona a una frecuencia muy baja, y que está lleno de sufrimiento, a un nivel en el que funcionamos con la libertad que nos da observar desde el lugar del desapego.

Los ejercicios abren nuestros circuitos, la respiración aumenta nuestra energía, y las muchas técnicas de concentración y para cultivar la energía nos ayudan a mejorar la calidad de la misma. El Chi Kung está lleno de técnicas de meditación y concentraciones y de multitud de prácticas energéticas, pero no van a servir absolutamente de nada a menos que uno esté decidido a hacer un trabajo sincero con su vida. No es suficiente con maquillar nuestra identidad, aunque sea para darle un tinte más espiritual; esto es lo que nos vuelve verdaderamente pesados. Por el contrario cuantas más capas de identidad nos vamos quitando de encima, más ligeros nos volvemos. Como contaba uno de mis maestros, hay un proverbio Budista que dice «No basta con teñir de otro color una túnica que está sucia para que parezca limpia, porque seguirá estando sucia; es necesario lavarla».

Janú Ruiz
Instructor de Chi Kung
 

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3,4 minutos de lecturaActualizado: 20/08/2017Publicado: 20/01/2015Categorías: Estilo de VidaEtiquetas: , , , , , , , , , , ,

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