3 Motivos por los que no te funciona la meditación

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Últimamente venimos escuchando con cada vez más insistencia, el impacto positivo que tiene en nuestra salud, tanto física como emocional, practicar mindfulness de forma regular.

Desde los años 70, se están realizando investigaciones en laboratorio que corroboran los cambios que a nivel biológico se producen en nuestro cuerpo cuando introducimos mindfulness en el día a día.

El Dr. Jon Kabat-Zinn, biólogo molecular y profesor de la Universidad de Massachusetts, en sus investigaciones, descubrió que la práctica de mindfulness genera un aumento de la serotonina, la cual se encarga de regular las emociones, el sueño y el apetito entre otras cosas, por lo que tendríamos más sensación de plenitud y mayor optimismo.

La Dra. Sara Lazar, de la Universidad de Harvard, concluye tras sus investigaciones que las conexiones neuronales de las personas que practican meditación de forma regular son más fuertes durante más tiempo, lo que implica un envejecimiento cerebral mucho más lento.

Pero, por lo que es más conocido mindfulness, es por su capacidad para reducir considerablemente el estrés y la ansiedad consiguiendo prevenir las enfermedades que ocasionan estas emociones cuando se mantienen en el tiempo con una intensidad elevada, y es por ello, por lo que muchas personas se acercan a esta práctica milenaria que proviene de India para beneficiarse de ella y reducir su ansiedad.

Por qué no te funciona la meditación para reducir tu ansiedad

Sin embargo, hay muchas personas, que no consiguen implementar la meditación en su vida o bien no obtienen los resultados esperados. Y es que a lo largo de los años en los que vengo enseñando mindfulness me encuentro con gente que me dice cosas como: “trato de meditar pero no me relajo”, “me pongo más nervioso todavía cuando me pongo a meditar”, “no consigo controlar los pensamientos”, y ¿por qué pasa esto?

Por varias razones.

1. Por un error de concepto en sí de lo que es meditar.

Meditar no tiene como objetivo que te relajes. Meditar es: “prestar atención de forma intencionada con actitud de apertura y sin juzgar, a todo lo que esté ocurriendo en el momento presente”. Cuando practicamos un ejercicio de relajación, lo que estamos haciendo es manipular de forma intencionada nuestro estado interno, es decir, estoy nervioso y de forma intencionada, hago algo (respiraciones abdominales, aflojo los músculos, me doy un baño caliente, etc) que en poco tiempo me cambia mi estado, pasando de la agitación a la calma.

Sin embargo, meditar, simplemente es observar, sin hacer nada, sintratar de cambiar el entorno, sin influir en lo que sucede. Por eso, en muchas ocasiones, podemos ponernos a meditar y sin embargo, después de la práctica, no sentirnos relajados. Por lo tanto, lo primero, es cambiar tus expectativas con respeto a la meditación.

2. Porque hay diferentes tipos de ansiedad y diferentes intensidades de la misma.

No es lo mismo tener una ansiedad puntual por una situación concreta (una entrevista de trabajo, por ejemplo), que tener ansiedad de forma generalizada en tu vida. Y tampoco es lo mismo tener una intensidad moderada o leve de ansiedad, que me permite a pesar de todo funcionar en mi día a día, que tener un ataque de ansiedad paralizante en un momento dado.

Como normal general, cuando tenemos niveles muy altos de ansiedad, es contraproducente meditar ya que puede que se acentúen tus síntomas, por lo tanto, ahí, sí que es necesario que realices algún ejercicio de relajación o alguna respiración concreta que te ayude a reducir el nivel de ansiedad y después ya poder sentarte a realizar tu práctica.

Así que, en segundo lugar, conocer el tipo de ansiedad que presentas es fundamental para adecuar la práctica a ese momento concreto.

3. Conocer las diferentes maneras de meditar y su eficacia,dependiendo de tus necesidades, de tu estado actual, o de tu forma de ser, hará que puedas adaptar la práctica a tu estado presente.

Se puede meditar sentado, caminando, escuchando un sonido, repitiendo un mantra, estando en completo silencio, etc. Conocer cómo se hacen cada una y cuáles son las más indicadas para cada ocasión es fundamental para que no te sientas frustrado.

Por ejemplo, si tienes una preocupación importante en tu vida, con pensamientos recurrentes y un diálogo interno agitado, quizá no sea buena idea sentarte a meditar en silencio, ya que puede que efectivamente te pongas más nervioso, en ese caso, será mejor que te sientas a realizar algún ejercicio de respiración que te ayude a rebajar la agitación corporal y después que hagas una meditación caminando muy despacio para reducir los pensamientos agitados, para finalizar con un breve (muy breve) momento sentado observando simplemente tu respiración. Por eso conocer los diferentes tipos de meditación es fundamental para saber cuál es la más indicada para cada ocasión.

Como ves, hay varias cuestiones que pueden estar haciendo que a pesar de que estés intentando practicar meditación como herramienta para reducir tu ansiedad, no esté funcionando. Por eso, he creído importante realizar un curso para principiantes, enfocado exclusivamente en cómo practicar meditación para manejar la ansiedad, basado en las aportaciones científicas de investigadores como Kabat Zinn, Salzberg y Goldstein, Brantley y Daniel Siegel entre otros, y en mi propia experiencia como instructora de mindfulness y psicóloga con pacientes cuya principal dificultad ha sido el manejo de la ansiedad.

Utilizando los recursos de manera efectiva, los resultados pueden ser espectaculares.

 

María José González Gámez

Psicóloga experta en meditación y mindfulness

No de colegiada: M-24.903

mariajosegonzalezpsicologia.com

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4,9 minutos de lecturaActualizado: 21/11/2019Publicado: 03/11/2019Categorías: Desarrollo PersonalEtiquetas: , , , ,