La serenidad como camino hacia una vida equilibrada: el trabajo mental y emocional debe ser una práctica constante, no solo un refugio en la sala de meditación. Los frutos de la meditación deben refrendarse en cada paso del día a día. Este es el gran reto del aspirante a la paz interior.
En la cotidianidad, es fundamental permanecer vigilantes para recobrar un estado de quietud. Aunque al principio solo logremos un estado autoimpuesto de calma, poco a poco, esa serenidad se transformará en una energía natural y espontánea. Esto sucede a medida que desenraizamos las emociones nocivas y empezamos a gobernar nuestros pensamientos insanos.
La vida cotidiana como un campo de pruebas: muchas veces, son en los momentos más difíciles cuando emergen nuestros mejores recursos. A través de estas dificultades, podemos aprehender a mantenernos sosegados, evitando que las impresiones externas desestabilicen nuestro sistema emocional. Al igual que el loto florece en aguas pantanosas, podemos sostener nuestra mente equilibrada y nuestro ánimo sereno incluso en circunstancias adversas.
La atención plena como aliada: aprender a mantener la mente libre de las influencias externas y las del propio inconsciente es el primer paso hacia la verdadera serenidad. Desarrollar una consciencia viva y alerta, pero estable, es la clave. La atención serena se convierte así en una amiga invaluable.
Es esencial estar alerta para captar los estímulos que pueden romper nuestra calma interior. Al distanciarnos emocionalmente, no nos convertimos en su diana. Mantenernos imperturbados es un desafío, pero eligiendo un estado de serenidad frente a la intranquilidad creamos un espacio de equilibrio emocional.
La experiencia transformadora de la quietud interior: al degustar el sabor de la verdadera serenidad, esa dulzura inspiradora transformará nuestra percepción y nuestra forma de actuar. A través de esta experiencia, nos acercamos a nuestra propia identidad y establecemos una conexión con lo más profundo de nosotros mismos, sin las interferencias de la mente.
Al final, esta práctica no solo busca apaciguar nuestro ser, sino abrir un camino hacia una visión interna que nos permite ser y conocernos en su forma más pura.
Ramiro Calle
Centro de Yoga Shadak