En mis clases de trabajo interior, a menudo les recuerdo a mis alumnos que sumergirse en el concepto de la espiritualidad puede ser sencillo. Sin embargo, la verdadera transformación no se produce en la superficie, sino en las profundidades de nuestro ser.
Es tentador dejarse llevar por el atractivo de ciertos movimientos como los neoyogas, el neotantra o el neovedanta. Prometen grandes revelaciones, pero a menudo resultan ser solo un analgésico espiritual. En cambio, la auténtica iluminación radica en nuestra disposición a trabajar por ella. Esta no es un regalo que se entrega, sino una conquista que debemos alcanzar con esfuerzo y dedicación.
Tal y como lo expresó Kabir: “Miradme a mí, soy un esclavo de mi propia intensidad“. Este llamado a la voluntad nos recuerda que el esfuerzo y la práctica son los verdaderos caminos hacia el cambio personal. Al abordar nuestras experiencias diarias, desde las más simples hasta las más complejas, con una actitud consciente, empezamos a notar cómo se gestan los verdaderos avances en nuestro ser.
Es en los pequeños detalles de la vida cotidiana donde encontramos oportunidades de crecimiento. Cada interacción, cada emoción, nos ofrece una lección. La forma en que respondemos a estos momentos, ya sean agradables o desafiantes, es lo que finalmente define nuestro viaje hacia la transformación.
Ramiro Calle
Centro de Yoga Shadak