Tres falsos y ávidos maestros se reúnen para charlar y explicarse mutuamente cómo operan con sus ganancias espirituales…
El primero de ellos dice:
– Yo trazo un círculo en el suelo y lanzo las monedas al aire. Las que caen dentro del círculo son para mí, pero las que caen fuera son para Dios.
Otro de los maestros explica:
– Yo también trazo un círculo en el suelo y lanzo las monedas al aire. Las que caen dentro del círculo son para Dios y las que caen fuera del mismo son para mí.
Y el tercer maestro, el más codicioso, comenta:
– Queridos amigos. También yo trazo un círculo en el suelo. Lanzo las monedas al aire. Las que caen son para mí y las que no caen son para Dios.
REFLEXIÓN:
Ramakrishna y Vivekananda previnieron sin tregua contra los falsos gurús, llegando a compararlos con prostitutas codiciosas. Hace años escribí un libro titulado “Verdad y mentira de los falsos gurús”, que se volvió muy polémico, incluso recibiendo serias amenazas.
Hoy en día, los falsos maestros proliferan más que nunca. Desde desaprensivos mistagogos hasta pseudoprofetas y terapeutas que prometen curas milagrosas sin resultados, han surgido toda clase de organizaciones yóguicas que se extravían en promesas vacías. En este vasto océano espiritual, muchos se convierten en víctimas de embaucadores que se aprovechan de la ignorancia o insatisfacción de los neófitos.
Se mueve tanto dinero en el mercado de la “guru” que es urgente reconocer el peligro de caer en sus redes antes de estar atrapados en la propia. En este sentido, hay quienes apoyan al enemigo sin indagar sobre la autenticidad de sus enseñanzas, cayendo en la trampa de que otro puede hacer el trabajo interior por uno mismo. Recordemos las palabras del Buda: “¡Esperad todo de vosotros mismos!”
Dadas las oscuras y sinuosas sendas que se adentran en el supermercado espiritual, urge alumbrar el Dharma. Volviendo al Buda, él nos recuerda que su enseñanza es perfecta en principio, medio y fin.
Ramiro Calle
Centro de Yoga Shadak