De madrugada, tras haber escrito durante unas horas, a veces me pregunto: ¿A dónde voy?
Algunas mañanas, nada más despertar, la pregunta asalta mi mente: ¿A dónde voy?. Y esa pregunta también me acecha en los momentos más inesperados. De una u otra manera, somos muchos lo que, con inquietudes espirituales, nos hacemos este tipo de pereguntas y muchas otras.
Son esos interrogantes persistentes, incluso a veces obsesivos, que nacen de un alma que busca, anhela, ansía una comprensión profunda de aquello que se esconde tras las apariencias y cuyo sentido escapa a una mente tan solo racional y llena de limitaciones humanas. Penetra uno en esos terrenos suprasensibles que le condujeron a Buda a declarar: «El que interroga, se equivoca; el que responde, se equivoca».
En esos ámbitos supramundanos solo cabe la experiencia directa, y la palabra y el concepto se convierten en un obstáculo, tratando de explicar lo que es irreductible a las ideas. No es tanto el asunto de a dónde voy o de dónde vengo, como el de encontrar un sentido en el estar presente y convertir cada instante en supremo y una vía hacia un modo de percibir diferente al ordinario. Por eso la grandeza de la meditación no consiste en ir o venir, sino en ego sigue preguntándose, porque quiere saber a dónde vamos, de dónde venimos, si nuestra vida tiene o no un significado, si representamos algo en este vastísimo universo. A la pregunta que repiquetea en mi mente, le contesto con un sentimiento intenso e invulnerable: el de a querer ir hacia mi mismo y hacia la paz interior que desde niño ensoñé y que cuando la experimentas, aunque sea por un fugaz instante, nos deja un sabor de plenitud que nunca puede ya pasarnos desapercibido mientras vivimos. El eco del infinito; la esencia de la esencia.
Se trata de la aventura de ir aunque no lleguemos. Uno no elige el viaje; el viaje le elige a uno. Pero una vez que el meditación (aunque pasé por muchos sistemas, como señalo en mi Autobiografía Espiritual); otros elegirán otras sendas. Cada cual debe tantear y optar, porqe además, al final, la senda sin senda es LA SENDA.
Ramiro Calle
Centro de Yoga Shadak
Autoridad del Yoga y Escritor. Director del Centro Sadhak
Autoridad del Yoga y Escritor. Director del Centro Sadhak