Dentro de la gran variedad de las plantas medicinales, hay un grupo muy especial que destaca: las Plantas Aromáticas. Estas no solo embellecen el paisaje, sino que poseen un mayor contenido en aceites esenciales que las hacen únicas y valiosas en la naturaleza.
Los países de la cuenca mediterránea, y especialmente nuestro territorio, son ricos en plantas aromáticas. Un paseo por nuestros bosques enriquece nuestro espíritu con aromas envolventes de lavanda, tomillo, santolina, jara y pino. Estas fragancias son sanadoras y refrescantes; más intensas en el verano, pero siempre presentes, incluso en el invierno.
Las plantas aromáticas representan un recurso terapéutico invaluable para prevenir y combatir las afecciones invernales, como los procesos catarrales y problemas respiratorios. Estas plantas no surgen en cualquier lugar del planeta, sino que prosperan en zonas climáticas equilibradas, donde experimentan calor y luz, especialmente en regiones con invierno y verano.
Los aceites esenciales presentes en estas plantas son caloríficos e inflamables, siendo el romero uno de los más ricos en hidrocarburo. Por ejemplo, si frotas la cáscara de una naranja cerca de una vela, verás chispas, una muestra de la inflamación de los aceites cítricos.
Cultivando plantas aromáticas alrededor del huerto, podemos proteger nuestras cosechas de las heladas mediante el halo aromático que liberan al evaporarse las esencias. Desde tiempos antiguos, se ha conocido que estas plantas tienen propiedades antisépticas. Este conocimiento, utilizado durante la momificación en Egipto, previene que los gérmenes descompongan los tejidos.
Casi todas las esencias poseen alguna acción antiséptica, pero las más poderosas incluyen el orégano, el tomillo, el clavo y la canela, que no solo son bactericidas, sino también fungicidas. Aunque las esencias no actúan directamente sobre los microorganismos, alteran desfavorablemente su medio ambiente, lo que les impide desarrollarse.
El Thymus masticina, conocido como tomillo blanco y un endemismo español, destaca por su potente acción antiséptica. El aceite esencial de tomillo es eficaz incluso más que el agua oxigenada, destruyendo rápidamente diversos gérmenes. La esencia de limón también muestra su efectividad al eliminar el bacilo de la meningitis en apenas quince minutos y el estafilococo en una hora.
Un Calor Amigo: Aceite de Romero contra el Frío
Para disfrutar de sus beneficios, puedes combinar aceite esencial de romero de buena calidad (disponible en herbolarios o en Amazon) con un aceite vegetal (almendras dulces, oliva, sésamo, etc.). Para ello, mezcla 50 gotas de aceite esencial de romero en 50 ml de aceite. El romero, conocido por su poder calorífico y activador de la circulación, es ideal para el invierno, especialmente para quienes sienten más frío. Es recomendable aplicarlo tras la ducha matinal en forma de masaje sobre la piel, aportando energía y calor.
Infusión de Plantas Aromáticas: Calidez y Protección
Una deliciosa mezcla de tomillo, salvia, hisopo, hinojo y melisa puede resultar ideal como infusión invernal. Mezcla estas hierbas a partes iguales y utiliza una cucharada de la mezcla por taza de agua caliente, manteniéndola tapada durante unos minutos antes de disfrutarla. Si lo prefieres, puedes endulzarla con miel de alta calidad, aunque el hinojo aportará un sabor anisado natural que puede eliminar la necesidad de azúcar.
Palmira Pozuelo
Farmacéutica Naturista
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