La Navidad del sol y los niños

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Los niños, almas sabias en conexión con su esencia, disfrutan especialmente del espíritu navideño. Celebremos con ellos la navidad del sol, que desde épocas muy antiguas se festeja con ceremonias de fuego y que entraña una festividad auténtica que fortalece nuestra energía y colma de magia y poder a nuestras hijas e hijos.

Narra James G. Frazer en su obra La rama dorada cómo la Navidad es un periodo lleno de encantamientos y rituales desde tiempos inmemoriales. El motivo de que se celebrasen festivales en esta época del año era el solsticio de invierno, es decir, el momento en que el sol renace en el día más corto del año y su luz y su calor empiezan a crecer hasta llegar a su apogeo en el comienzo del verano. familia, incluida esa prima o ese tío que nos lo pone difícil. Hablemos mirando con limpieza a los ojos de quien escucha y seamos generosos con nuestra sonrisa y con largos abrazos. No nos tomemos personalmente ningún comentario que nos hagan, entendamos que solamente reflejan el estado de la persona que lo emite y restemos importancia a su contenido. Y recordémonos en todo momento que nuestra actitud con los demás es un modelo que nuestra hija o nuestro hijo va a asimilar y reproducir.

Preparemos actividades en grupo diferentes a las habituales y con un valor simbólico de cara al nuevo año solar que empieza. Por ejemplo, transplantar un plantón de olivo o de roble que simbolice el amor de la familia, asistir a un concierto de cuencos tibetanos y gong que con sus vibraciones nos llene de paz, u organizar para los niños una búsqueda del tesoro en la que el tesoro sea una cadena de muñecos de papel que representen a todos los miembros de la familia. Si disponemos de chimenea, podremos poner en práctica la antigua costumbre del tronco de navidad, propia de países como Inglaterra, que consiste en quemar un gran leño de roble que ilumine y caliente la casa durante toda la noche y alimente al sol que nace.

Nuestros antepasados, nos dice Frazer, prendían grandes hogueras para abastecer de fuego nuevo al sol. Para encenderlas friccionaban trozos de madera de roble, el árbol sagrado. Puesto que de la madera saltaban las chispas, creían que el fuego residía en el roble y que el muérdago, que lo cubría con sus hojas siempre verdes y sus frutos brillantes, era la planta mágica que proporcionaba las semillas del fuego al roble. Es así como el muérdago se convierte en la rama dorada de la que emana el fuego del sol naciente, la rama dorada de la navidad del sol.

Julia Brook,
autora del libro Niños fuera de la caverna
www.fueradelacaverna.com

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2,6 minutos de lecturaActualizado: 21/11/2017Publicado: 04/12/2015Categorías: Desarrollo PersonalEtiquetas: , , , , , ,

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