La Caridad: El Camino Hacia una Sociedad Justa y Solidaria

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La Caridad: Un Pilar Fundamental de la Humanidad

“Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía”. (Isaías, 58, 9-10)

La virtud de la Caridad, al igual que sus hermanas menores, la fe y la esperanza, tiene dos componentes. El primer componente es un don, que se presenta en nuestro interior en diferentes grados.

Los Fundamentos de la Fe, Esperanza y Caridad

La fe se construye sobre una sólida intuición del misterio; la esperanza se nutre de un deseo profundo de que las cosas mejoren; y la caridad se basa en una profunda empatía hacia nuestros semejantes. Para cultivar estas virtudes, es fundamental el esfuerzo consciente.

Aunque pareciera que la caridad es una virtud más práctica que teórica, su ejercicio consciente requiere un entendimiento claro de nuestra realidad. Las acciones caritativas deben estar motivadas por un planteamiento realista y no solo por un impulso emocional.

El Verdadero Beneficiario de la Caridad

Es fundamental reconocer que el mayor beneficiado por el desarrollo de la caridad somos nosotros mismos. La práctica de la caridad nos obliga a adoptar un comportamiento amoroso hacia los demás, lo cual en última instancia también mejora nuestra relación con nosotros mismos. El filósofo David López comentó: “Me parece obvio que el sentimiento humanitario es una forma de egoísmo. Pero me parece un egoísmo bellísimo”.

Al igual que el colesterol, existe un egoísmo bueno que fomenta el amor y la solidaridad, y uno malo que nos aísla de los demás. Es vital superar el pensamiento erróneo de que somos independientes de nuestros congéneres.

Superando el Egoísmo: La Llamada a la Acción

Las espiritualidades que enfatizan la salvación personal pueden llevar a una caridad por obediencia o temor, lo cual es inadecuado. Un excelente ejemplo proviene de Rabia al-Adawiyya de Basora, quien simbolizaba la necesidad de amar a Dios sin buscar recompensas personales. Ella creía que la verdadera motivación para amar debería ser el amor mismo, no el miedo al castigo o la promesa de un Paraíso.

Debemos apuntar hacia una dirección que beneficie al conjunto de la humanidad. Como afirma Saint-Exupery, “amar no significa en absoluto mirarnos el uno al otro, sino mirar juntos en la misma dirección”. Es crucial que esa dirección sea la construcción de una sociedad más justa.

Construyendo una Sociedad Más Justa y Solidaria

La verdadera caridad trasciende la simple asistencia al necesitado; debe estar vinculada a la acción política que busca la justicia social. El humanismo justo y caritativo no se trata de ser sentimentales, sino de actuar racional y colectivamente para construir una sociedad que beneficie a todos.

Así, es esencial cultivar una empatía genuina por el prójimo. La humanidad se juega su propia existencia. La elección es clara: o ascendemos a la categoría de seres inteligentes y compasivos, o regresamos a ser meros instintos salvajes.

Isidoro García

Director de la Revista Quitapesares

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