“Sabemos lo que somos, pero aún no sabemos lo que podemos llegar a ser” (William Shakespeare)
Desde que comenzó a comunicarse, el ser humano ha cuestionado el sentido de su existencia. Una vida inicialmente llena de ilusión y descubrimientos puede transformarse a medida que enfrenta dificultades, dolores y, finalmente, la muerte ineludible. Sin embargo, la inteligencia humana nos convierte en búsqueda constante de respuestas, movidos por la necesidad de entender, aliviar sufrimientos y optimizar nuestras experiencias.
La filosofía, entendida como el arte de reflexionar sobre la existencia, propone descubrir nuestra situación real a través de un análisis concienzudo. Se presenta como una investigación “policiaca” donde debemos construir una gran hipótesis que sintetice nuestras vivencias y el mundo que nos rodea. Platón lo ejemplificó a la perfección con su mito de la “caverna”, donde nuestra perspectiva es limitada y solo podemos deducir la realidad a partir de pequeñas sombras.
El Premio Nobel de Física, Erwin Schrödinger, aportó valiosas reflexiones para nuestra búsqueda de comprensión: “El progreso en el conocimiento nos plantea un dilema. Aunque ahora tenemos piezas para formar un único todo, la mente humana lucha por integrar todo el saber especializado y, por lo tanto, una síntesis incompleta es inevitable”. Encontrar la clave que resuelva este laberinto de dudas es un camino arduo y, a menudo, incierto.
Ante la frustración que genera la complejidad de este proceso, las posibilidades son tres: desesperarse, desistir o asumir una hipótesis inicial que pueda ajustarse conforme avanzamos. A menudo encontramos bifurcaciones que se presentan como monstruos aterradores que pueden desviar nuestro camino o provocarnos tal parálisis que nos quedamos inmóviles. Este es un campo cargado de giros inesperados, como las pruebas que vive Indiana Jones en su famosa búsqueda del grial.
Recomiendo seguir el ejemplo de Indiana en momentos de incertidumbre: cerrar los ojos, recitar una oración y dar un paso adelante, confiando en que el camino se revelará. Porque si estamos destinados a caer, ¿de qué sirve preocuparse por cómo quedará nuestro legado?
Las dificultades son inmensas; la posibilidad de éxito total es remota. No obstante, es fundamental aspirar a recorrer ese camino y eventualmente pasárselo a las futuras generaciones, del mismo modo en que nosotros hemos recibido esa antorcha del conocimiento.
Isidoro García
Director Revista Quitapesares