La Fundación Vivo Sano, a través de su campaña Hogar sin tóxicos, ha puesto en marcha una iniciativa a nivel nacional para erradicar el bisfenol A (BPA) de todos los materiales en contacto con alimentos. El bisfenol A es un disruptor endocrino muy potente. Los disruptores endocrinos son sustancias que actúan interfiriendo en el sistema hormonal, con efectos especialmente perniciosos en las primeras etapas de la vida.

Es la primera vez que se lleva a cabo una iniciativa de este tipo en España, donde ya ha sido eliminado el bisfenol A de los biberones infantiles, en línea con la normativa comunitaria, pero no de otros materiales de uso alimentario. Francia ha sido el primer país europeo en prohibir totalmente el bisfenol A en este tipo de materiales, y Bélgica, Suecia y otros están dando pasos en el mismo sentido. La Fundación Vivo Sano hace un llamamiento a todos los partidos políticos y poderes públicos para que resuelvan esta situación. El pasado mes de marzo el Parlamento Europeo aprobó una resolución por la que instaba a la Comisión a legislar para reducir la exposición a disruptores endocrinos.

El director de Hogar sin tóxicos, Carlos de Prada, es el autor de un informe-propuesta revisado por Nicolás Olea, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada y uno de los mayores expertos del mundo en bisfenol A. El informe, de 76 páginas, detalla las evidencias científicas disponibles sobre el bisfenol A y sus efectos en nuestro sistema hormonal. «Esta sustancia química es un potente disruptor endocrino. Actúa incluso a dosis muy bajas y está asociado a diabetes, obesidad, infertilidad, cáncer de mama o de próstata, problemas cardiovasculares, alteraciones en el desarrollo neurológico y cerebral y trastornos del comportamiento, entre otros. Llega a nuestro organismo a través de los plásticos y resinas con las que se elaboran los envases de alimentos, las botellas de policarbonato, las latas de conserva. Y todos tenemos bisfenol A en sangre, cuando no debería estar ahí. Es una sustancia química artificial y no debería estar en nuestro cuerpo», explica Nicolás Olea, miembro también del comité de expertos de la UE sobre disruptores endocrinos en utensilios y prácticas médicas.

Según Olea, la principal vía por la que nos llega esta sustancia es la alimentación, «y hay cientos de estudios que alertan sobre esto desde hace décadas. Nuestro grupo de trabajo documentó, ya en 1995, cómo proliferan las células tumorales en contacto con el bisfenol A proveniente las latas de conserva». El bisfenol A está presente en la película que recubre el interior de las latas y que separa el alimento del metal, y migra a la comida.

Este experto explica que los efectos de este disruptor endocrino no son inmediatos, pero que sin duda tienen una repercusión en las enfermedades que la persona sufre en la edad adulta. De hecho, está convencido de que el actual incremento de casos de infertilidad y cánceres de mama está muy relacionado con una exposición a bisfenol A en las primeras etapas de la vida. «Hace unos años la edad media de cáncer de mama eran mujeres de 65 años y ahora ya es muy frecuente que se den casos en mujeres que no han cumplido los 40» argumenta.

Igualmente, recuerda que la creciente infertilidad se atribuye al stress, a la alimentación, a los móviles en el bolsillo del pantalón… pero en su opinión, la exposición a esta sustancia de las actuales generaciones cuando eran bebés es un factor determinante.

Ronda de contactos

Hogar sin tóxicos quiere poner coto a este contaminante químico y, para ello, ha comenzado una ronda de contactos con todos los grupos políticos del arco parlamentario. «Esto no debe ser una iniciativa partidista», afirma Carlos de Prada, «porque estamos hablando de la salud de todos los ciudadanos. De todos los contaminantes químicos que puede haber en nuestra comida, el bisfenol A es el contaminante estrella. Sus efectos son conocidos y es urgente que se dicten normas que garanticen su erradicación». De Prada se propone hacer llegar también el informe-propuesta a los responsables de salud y medio ambiente de todas las comunidades autónomas.

La propuesta de Hogar sin tóxicos pasa por prohibir la fabricación, distribución e importación de materiales que vayan a estar en contacto con alimentos y que contengan esta sustancia, dado que los alimentos son la principal vía por la que el BPA llega a nuestro organismo. Para el director de la Fundación Vivo Sano, Alfredo Suárez, «el hecho de que la Unión Europea ya lo haya prohibido en los biberones da idea de su toxicidad, pero esta medida es de todo punto insuficiente para proteger la salud del conjunto de los consumidores. Por eso hemos puesto en marcha esta iniciativa. Hasta ahora no se ha hecho nada en España respecto al bisfenol A, más allá de lo que estipula la UE, y todos estamos expuestos», añade.

De hecho, recuerda que hay más de 27.000 estudios que avalan la perniciosidad de este compuesto y asegura que no son necesarios más investigaciones porque las evidencias son más que suficientes. En su opinión, la única traba a la prohibición de esta sustancia está fundamentada exclusivamente en los intereses económicos. «El hecho de que otros países ya estén prescindiendo de este químico demuestra que es perfectamente posible ofrecer al consumidor alternativas satisfactorias», subraya.

En este marco, Hogar sin tóxicos continúa recabando la adhesión de numerosos científicos españoles y extranjeros a su propuesta política. Diversas instituciones científicas nacionales e internacionales han firmado hasta el momento el documento de apoyo. Además, ha puesto en circulación, a través de sus páginas web y de distintas redes sociales, un vídeo divulgativo en el que se explica qué es el bisfenol A y cómo llega a nuestro organismo, con la intención de concienciar a la población y lograr un respaldo ciudadano global para esta iniciativa.

Irene Lozano

Periodista

www.vivosano.org

www.hogarsintoxicos.org