Un oasis en el asfalto

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Los huertos ecológicos urbanos constituyen un oasis cercano a las ciudades donde podemos mediante el trabajo físico y el contacto con la naturaleza reencontrarnos con nuestra parte mas natural y reequilibrar nuestra energía física y mental, entablar contacto con nuestros semejantes y por su puesto producirnos nuestros propios alimentos ecológicos, constituyen pues una medicina preventiva para nuestro cuerpo y nuestra mente y nos ayudan a sentir que formamos parte de un todo dentro de la madre tierra o «Gaia», en la que todos los seres vivos nos encontramos conectados.

El auge de los huertos ecológicos urbanos, surge como una necesidad en las grandes ciudades, donde tras eliminar toda la naturaleza, que interaccionaba con las personas y rodearnos de asfalto, estructuras horizontales y un paisaje rectilíneo y gris nos damos cuenta de que necesitamos algo mas, escapar de la gran urbe y reencontrar esa relación con la naturaleza.

Cada vez son mas los que están redescubriendo el contacto con nuestra parte mas natural a través de actividades como el manejo de un huerto urbano y periurbanos que permiten retomar el contacto con los ciclos naturales, el medio, el clima, las estaciones, la alimentación ecológica y redescubriéndose a si mismos a través de esta actividad.

Quizás debamos esta necesidad por tomar contacto con la naturaleza y con desarrollar nuestro propio huerto y ese gusto por cosechar las verduras que un día plantamos, a que todavía conservemos en nuestros genes la habilidad como agricultor-recolector ya que el ser humano lleva desarrollando esta actividad desde hace mas de 8000 años.

Con los huertos, redescubrimos el inmenso placer que se siente al ver brotar una semilla, transplantar una planta, tocar la tierra, y cómo no al recoger las hortalizas que llevamos meses cuidando y mimando, al adivinar sabores que ya no encontramos en la verdura del supermercado, comenzamos a redescubrir recetas que nos transportan a nuestra niñez, los platos que hacían nuestras abuelas, aquellos manjares sencillos y tan saludables que te reconfortaban de un día de duro trabajo, un día frío, incluso que te reponen de la enfermedad.

Los huertos urbanos se convierten así, en un centro de encuentro, de compartir experiencias, modos de ver y de hacer, recetas modernas y de antaño… Es un foro de intercambio de conocimientos y sabiduría popular; un intercambio generacional entre niños, adultos y mayores, en el que unos aprenden de los otros sin necesidad de escuela, donde unos descubren de donde surgen los alimentos que consumimos y otros recuerdan las tareas y sabores que vieron en su infancia.

Son esas verduras cultivadas con tiempo en los huertos las que dan sabor y alimento a estos platos. Es este trabajo duro en el huerto, el que hace que estos alimentos sean incluso mas nutritivos, pues alimentan nuestro cuerpo y espíritu, por la satisfacción del trabajo bien hecho.

El esfuerzo en el huerto nos ayuda a sentir que nuestro trabajo tiene una recompensa directa, cada momento que invertimos en nuestro huerto, plantando una semilla, viéndola germinar, cuidando el plantón, entutorando y podando la planta nos lo agradece con creces, produciendo unos sabrosos frutos llenos de nutrientes y energía que nuestro cuerpo asimila de una manera simbiótica al no contener ningún biocida químico.

El esfuerzo en el huerto nos reconcilia mentalmente con el concepto del trabajo en si, que en nuestra sociedad está muy denostado, porque muchos de los trabajos que realizamos no son nada gratificantes porque no vemos una relación directa entre el esfuerzo que realizamos en desarrollarlo y en la recompensa que obtenemos a cambio. El huerto nos permite darnos cuenta que somos capaces de producir nuestros propios alimentos, no estamos tan desconectados de la naturaleza como podemos sentirnos en las grandes ciudades; nos permite darnos cuenta que no somos individualidades sino que formamos parte de un todo orgánico, la madre tierra «Gaia», con la que al entrar en contacto nos recargamos de energía física y mentalmente.

Es un lugar donde darnos cuenta que las cosas mas sencillas de la vida pueden reconfortarnos mas que las cosas materiales, con las que nos bombardean a través de los medios y la sociedad de consumo. Las cuales sólo nos dan una satisfacción instantánea que rápidamente se diluye frente a la paz y tranquilidad que nos aporta ese contacto con otros seres vivos y la madre tierra.

En este espacio en el que tenemos la posibilidad de restablecer el contacto con algo antiguo, y hasta misterioso muchas veces, la capacidad de sorprendernos que tiene el medio se reproduce en nuestros pequeños huertos, estamos ahora empezando un nuevo período en los huertos, el invierno, un período con algo de mágico, debido a los increíbles cambios que genera en nuestro medio y en nuestros huertos; nuestros ritmos en el huerto deben ir acompasados con los de la naturaleza, y deben derivarse de su observación y aplicación; en otoño, por ejemplo, caen las hojas y cubren el suelo protegiéndolo, es pues ahora el momento mas propicio para comenzar a preparar la tierra, aplicar un abonado orgánico con mantillo de buena calidad, ecológico, que nos aporte vida y salud al suelo, que alimente los seres vivos presentes en el suelo y que los potencie, y que proteja el suelo de la erosión típica del invierno.

Con la misma idea de mantener esa observación y dedicación detallada a los pequeños fenómenos que nos rodean, es cómo los agricultores fueron seleccionando a lo largo de años semillas antiguas, autóctonas, son semillas que contienen en sus genes la información para darnos plantas con gran capacidad de adaptación al medio, a las plagas, a las sequías y un gran contenido en nutrientes y excelente sabor. Son pues estas semillas las mas sencillas de cultivar, pues trabajan en simbiosis con la naturaleza y no en su contra, y además nos devuelven este esfuerzo de selección ofreciéndonos mucho mas nutrientes y sabor.

Son pues la atención y dedicación, virtudes que debido a nuestro actual ritmo de vida hemos perdido pero que no nos vendría mal recuperar, a parte de porque deben acompañar a todo buen agricultor, también por restablecer nuestros ritmos y armonía casi perdida en la frenética vida de las ciudades. Así es como hallaremos la mejor de las recetas, obtendremos un huerto sano y productivo con unos excelentes resultados para las plantas que cultivamos, pero sobretodo para el labrador que lo atiende.

Alicia Martín López

Cultivalia huertos de ocio ecológicos

Ingeniera Técnica Agrícola

www.cultivalia.com

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5,7 minutos de lecturaActualizado: 10/04/2024Publicado: 13/01/2014Categorías: ECOLOGIAEtiquetas: , ,

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