Para definir un radical libre, es esencial recordar la naturaleza de un átomo y su estructura, ya que todo lo que nos rodea está compuesto por átomos.
Un átomo cuenta con una parte central llamada núcleo y, alrededor de este, un número de diminutas partículas denominadas electrones, que giran en su órbita.
El núcleo está cargado positivamente, mientras que los electrones tienen carga negativa, y es fundamental que exista un equilibrio en el número de electrones respecto a la carga positiva del núcleo. Los electrones se organizan en orbitales; si un orbital tiene dos electrones, se considera estable, pero si solo tiene uno, se vuelve altamente inestable.
La Metabolismo y los Radicales Libres: Una Danza Peligrosa
Las sustancias compuestas por conjuntos de átomos de un solo tipo se conocen como cuerpo. A este fenómeno se le llama metabolismo. Las reacciones metabólicas requieren de numerosas reacciones químicas que liberan radicales libres, productos del funcionamiento de nuestro cuerpo. Por ejemplo, durante la unión de aminoácidos para formar proteínas o la polimerización de la glucosa en forma de glucógeno, se generan radicales importantes, pero potencialmente peligrosos, como los radicales superóxido e hidroxilo.
El cuerpo humano, afortunadamente, tiene mecanismos eficientes para controlar la producción de radicales libres, evitando que se conviertan en una amenaza. Este equilibrio es logrado a través de ensambles enzimáticos que mitigan los efectos de los radicales libres de forma automática. Por ejemplo, las enzimas antioxidantes que el cuerpo produce tienen una función crucial: descomponen el radical libre superóxido en peróxido de hidrógeno, que, aunque también es potencialmente dañino, puede ser manejado por otra enzima llamada catalasa, que lo convierte en agua y oxígeno. Además, contamos con otra enzima antioxidante natural, la glutación peroxidasa, que reduce el peróxido de hidrógeno en agua.
La Odontología y Su Papel en la Toxicidad
Cada célula de nuestro cuerpo contiene la información genética necesaria para producir estas enzimas antioxidantes. En el ámbito de la odontología, es crucial elegir materiales que no tengan un impacto negativo en nuestra salud general. La odontología biológica se enfoca en estudiar materiales y su correcta integración para garantizar un bienestar integral. Por lo tanto, la selección del tipo de empaste dental se vuelve vital, ya que muchos utilizan polímeros con bisfenoles, y evaluar materiales de prótesis dentales, tanto fijas como removibles, es esencial.
Los metales pesados, conocidos por ser tóxicos y no biodegradables, se encuentran en diversas fuentes de intoxicación, como el agua y el aire contaminados. Entre estos, el mercurio, que a menudo se encuentra en amalgamas dentales, es uno de los más peligrosos debido a su naturaleza volátil; se absorbe fácilmente a través de los pulmones y la piel.
Protocolos de Seguridad y Desintoxicación
La capacidad metálica de los elementos radica en su potencial para combinarse con oxígeno. Es por ello que, si se decide retirar los antiguos empastes de amalgama, es fundamental seguir el protocolo de RETIRADA SEGURA DE AMALGAMA, recomendado por la IAOMT, para minimizar la inhalación de vapores de mercurio.
La quelación es una metodología eficaz para eliminar metales tóxicos, previniendo la producción de radicales libres del oxígeno. Los metales pesados más comunes que nos afectan incluyen mercurio, plomo, cadmio, níquel y zinc. Es importante destacar que la toxicidad no reside en las características intrínsecas de los metales, sino en la concentración en que se presentan.
Soluciones Naturales para Combatir la Toxicidad
Un potente aliado en el proceso de desintoxicación es chlorella pyrenoidosa, un alga unicelular que actúa como un excelente depurador gracias a su contenido de clorofila. Su estructura celular única le permite absorber y almacenar metales pesados, facilitando su expulsión del cuerpo a través de las heces. La cantidad de chlorella a administrar debe ser calculada individualmente, en función de las necesidades específicas de cada paciente.
Además, el cilantro juega un papel crucial en mobilizar toxinas, especialmente de las células nerviosas y óseas, y a menudo se recomienda tomarlo junto a la chlorella para maximizar sus efectos detoxificantes. El ajo silvestre también es un aliado importante, protegiendo nuestras células rojas y blancas del daño oxidativo y conteniendo selenio bioactivo, fundamental en la lucha contra la toxicidad del mercurio.
Katia Ruiz Alvear
Clinica Princesadent
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