Recientes estudios indican que el crecimiento poblacional de las ciudades, unido al auge de la compra de vehículos, provoca un grave perjuicio a la atmósfera, creando un clima de contaminación sobre el que reside la población. Continentes como el asiático son una clara muestra de que, cada día más, es imposible divisar el horizonte sin que una enorme nube compuesta de elementos tóxicos cubra toda la ciudad.
Frente a esto, resurgen diferentes alternativas con las que mejorar la calidad de vida, y al mismo tiempo ser más sostenibles. Un ejemplo llamativo y práctico es el uso de la bicicleta como medio de transporte principal. Este enfoque no solo representa una actitud más saludable y ecológica, sino que también se alinea con las tendencias actuales. En la actualidad, hay más de 800 millones de bicicletas en todo el mundo, y las nuevas ciudades del futuro adaptan sus diseños y calzadas para que todas puedan circular sin ningún tipo de obstáculos y contar con diferentes parkings para poder aparcar en cualquier punto de la ciudad. %0AAl trasladarse en bicicleta, se evitan atascos y se mejora la salud y calidad de vida.
Cada día son más las personas que se unen a este movimiento sostenible que permite desplazarse de una manera más ágil por las extensas avenidas de las grandes ciudades.
En España, urbes como Madrid, Barcelona, Sevilla o Zaragoza cuentan con señalética y carril bici propios para permitir una mayor fluidez del tráfico sobre dos ruedas. Y no es preciso un material amplio ni caro. La bicicleta ha demostrado ser un pilar en ámbitos incluso laborales; por ejemplo, si en Madrid se usaran más bicicletas para ir a trabajar, la ciudad podría llegar a crear casi 4,000 puestos de trabajo extra.
A ello se le unen los innumerables beneficios para la salud. Hacer deporte diariamente evita la aparición de infartos de miocardio, reduce el estrés y combate la obesidad entre quienes lo practican. Si extrapolamos estos datos a toda Europa, el continente sería capaz de generar en torno a **80,000 nuevos puestos de trabajo** y evitar la muerte por infarto de hasta diez mil personas.
Fue Karl von Drais, el creador de la bicicleta en 1817. Inicialmente, este inventor de origen alemán necesitó de sus dos piernas para impulsarse sobre el suelo. Con el paso de los años, la bicicleta ha evolucionado, pasando de ser un vehículo pesado a destacar por su increíble ligereza, con la fibra de carbono como protagonista en su fabricación desde hace más de un lustro.
En conclusión, la integración de la bicicleta en nuestra vida diaria no solo es un medio de transporte, sino una inversión en salud, empleo y un entorno más limpio. ¿Te animas a unirte a esta revolución sostenible y darle un respiro a nuestras ciudades?