“En el pensamiento de Teilhard, el fenómeno cristiano ha encontrado una prolongación natural de su esencia,
un nuevo camino que le permitirá crecer y progresar.
Como un faro en la bruma, Pierre Teilhard de Chardin seguirá iluminando la ruta hacia Omega,
y quizás un día, de sus cenizas surja la Mística del Mañana, la Religión de la Humanidad y de la Tierra,
que revelará al Hombre el sentido cósmico de su existencia”.
(Silvia Jaeger Cordero)
La búsqueda de una cosmovisión espiritual moderna es un camino que nos ha abierto el pensamiento de Teilhard de Chardin. Atrapado entre el avance del conocimiento y las restricciones de su época, este pensador se convirtió en un verdadero heterodoxo cultural y religioso. Sin embargo, su legado se presenta en un momento en el que las ideas tienen su hora, y creemos firmemente que esa hora está comenzando.
En relación con la inquietante pregunta planteada por Octavio Paz, Teilhard intentó ofrecer una respuesta a través de su obra. Lamentablemente, su época le presentó numerosas dificultades, transformándolo en el último gran profeta de un tiempo que ya no existía. Aunque vislumbró el camino, al igual que Moisés, no pudo entrar en la Tierra Prometida. Murió en 1955, apenas dos años antes de que comenzaran las primeras exploraciones del espacio con el Sputnik y después del descubrimiento de la estructura del ADN, marcando el inicio de un proceso de autoevolución irreversible hacia una especie más avanzada.
Coincidentemente, su muerte también se produjo en la cúspide del desarrollo de la cibernética y la informática, tecnologías que han revolucionado la historia de la humanidad. Teilhard intuyó una ley general de la evolución, que dictamina que toda existencia tiende hacia la formación de estructuras más complejas, lo que podemos denominar la Ley del Universo de la Contraentropía de la Inteligencia.
Sin embargo, aunque no llegó a imaginar que podría haber otras inteligencias en el cosmos, presintió que en algún momento surgiría un nuevo nivel de evolución, con estructuras cada vez más complejas, describiéndolo como la Gran Mente Humana Global que denominó Cristogénesis. Este concepto, que abarca la síntesis del conocimiento científico con la cosmología y la ontología tradicionales, representa una ambiciosa meta.
Teilhard, un pionero en la intersección entre la ciencia y la espiritualidad, dejó un mensaje profundo en su última cuartilla escrita, donde se encuentra una polimática que, como un testamento, encapsula sus creencias fundamentales: “Lo que yo creo”: Cosmos = Cosmogénesis = Biogénesis = Antropogénesis = Cristogénesis.
La necesidad de reevaluar y/o superar las ideas de Teilhard es imprescindible. Hoy, en una época que trasciende la Modernidad, nos enfrentamos al desafío de redefinir su legado en un contexto contemporáneo. ¿Qué pensaría Teilhard en el siglo XXI? Quizás esta interrogante es esencial para adaptarnos y avanzar en nuestro entendimiento del cosmos.
Isidoro García
Director Revista Quitapesares