Si un recipiente no se vacía, no puede volver a llenarse. Esta metáfora nos recuerda que, así como una ola parte para dar espacio a otra, es necesario soltar aquello que nos pesa para poder recibir lo nuevo. En esta odisea del aprendizaje, donde desaprender se convierte en una habilidad vital, cada experiencia se revela como una oportunidad para crecer.
Nada hay más encadenante que los hábitos psíquicos, ni más condicionante que los viejos patrones. Como un eterno aprendiz, confieso en mi relato espiritual “El Faquir”. Soy un viajero torpe, pero motivado, cayendo y levantándome en la larguísima marcha de la autorrealización.
Cada día que pasa ofrece mucho que aprender, pero es crucial entender que, además de aprender, debemos desaprender. Sin el intento constante por conocernos y mejorar nuestra calidad de vida interna, el viaje del aprendizaje se detiene. ¡Qué lento puede ser el aprendizaje existencial! Sin embargo, la llama de la esperanza en la capacidad humana de transformación sigue ardiendo dentro de mí, motivándome a seguir luchando contra la somnolencia psíquica.
La imagen refleja dos buenos amigos, Joaquín Tamámes y Javier León, quienes han acompañado mi camino. Joaquín le regaló a Javier uno de mis libros titulados “Lo que Aprendí en 5 años”. La vida nos enseña que cuanto más buscamos, más nos damos cuenta de que no podemos llenarnos con lo exterior. La verdadera plenitud radica en conectar con nuestra genuina identidad.
Un maestro zen, en su lecho de muerte, resumió su vida en una profunda reflexión: “Error tras error”. Lo esencial no es el error en sí, sino lo que aprendemos de él y cómo nos esforzamos por vivir de manera más cooperante, lucida y meditativa. Tener amigos espirituales es fundamental, ya que son ellos quienes nos iluminan y nos muestran nuestros propios fallos. Como enseñó Buda, un verdadero amigo no es sólo quien nos halaga, sino quien nos guía hacia el crecimiento.
Así como he aprendido en cinco décadas que la amistad es el mayor torrente de inspiración, creo firmemente que cuanto más humildes seamos, más abiertos estaremos a aceptar a nuestros amigos y ser aceptados por ellos. Y así surge un vínculo único y poderoso: la AMISTAD.
Ramiro Calle
Centro de Yoga Shadak