A muchos urbanitas se les ha pasado por la cabeza vivir en el campo. Piensan que de esta manera van a vivir mejor, más tranquilos, en definitiva, ser más felices. Generalmente se tiene una imagen idealizada del campo que no se corresponde exactamente con la realidad. Veremos lo bueno, y no tan bueno, de vivir en plena naturaleza.
He nacido y crecido en la gran ciudad. Desde hace unos pocos años vivo en un pequeño pueblo de algo más de 200 habitantes, donde yo pasaba todos los veranos y vacaciones de guardar. El que ahora es mi pueblo es uno más de los innumerables que hay en España. En invierno está semidesértico y en Semana Santa, verano y algunos fines de semana triplica su población. Acuden veraneantes provenientes de varias grandes ciudades. Algunos son hijos del pueblo que emigraron hace varias décadas, otros son los hijos o nietos de estos, y hay otras familias que “aterrizaron” aquí por casualidad y se compraron su casita en el pueblo.
En cantidad de tertulias veraniegas en la terraza de un bar he escuchado frases del estilo: “¡Que tranquilo se vive aquí!”, “Me estoy planteando venirme a vivir aquí”, “Qué bien estáis en el pueblo”…
Los urbanitas suelen crearse una imagen un tanto idealizada de lo que es vivir en un pueblo: no todo son paseos por la naturaleza, prados verdes de película, silencio y tranquilidad. El campo no es ni mejor ni peor que la ciudad; simplemente son distintos. Que seas más feliz en un lugar o en otro va a depender de múltiples factores personales.
Si eres del tipo de personas que disfruta viendo gente por todos lados, luces, escaparates, visitando bares de moda… entonces ven al pueblo cuando quieras pero solo de visita porque seguro que a los pocos días te sentirás aburrido y el transcurrir del día será tedioso para ti.
En cambio, si te gusta el contacto con la tierra, quieres sentir el paso de las estaciones y no te importa carecer de ciertas comodidades… entonces lo tuyo es vivir en un pueblo.
Si te estás planteando instalarte en el campo tendrás que poner en la balanza lo bueno y lo malo para poder decidir. Conozco ambos mundos e intentaré explicarte qué puedes encontrar, y qué no, viviendo en un pueblo, qué es lo que puedes echar en falta y aquello que has de tener en cuenta.
Ventajas de la Vida en el Campo
Aunque antes debo advertirte que en numerosas ocasiones eso de “lo bueno” es un tanto relativo. Sentir el viento en la cara no todo el mundo lo percibe igual. Algunas de las cosas positivas, al menos para mí, de vivir en un pueblo son:
- Estar en permanente contacto con la naturaleza y sentir sus ciclos estacionales.
- Disfrutar de un ritmo más pausado que en la ciudad, con menos estrés.
- Tener trato con todos los vecinos.
- Poder disfrutar de un pequeño huerto cerca de casa.
- Que tus hijos disfruten de mayor libertad…
Vivir en el campo es idílico, depende de lo que entiendas por idílico.
A mí me encanta salir a la calle y saludar a todas las personas con las que me encuentro. Y si no tengo prisa charlo un poco con cada una de ellas. Otras veces salgo al bar a tomar un café, seguro que me encuentro con alguien, joven o mayor, y así poder hablar de la próxima cosecha de almendra o “arreglar el mundo” desde la barra del bar.
Desventajas de Vivir en un Pueblo
Pero vivir en una comunidad pequeña también tiene su lado negativo:
- Todo el mundo sabe de tu vida (y si no, se lo inventan). Tendrás que poner en tu balanza particular el trato cordial con todo el mundo y el cotilleo que encanta a algunos vecinos. ¿Qué tiene más peso para ti?
- Con respecto al trabajo. ¿Seguirás trabajando en la misma empresa? ¿Vas a desplazarte cada día o tienes la posibilidad de teletrabajar? ¿Vas a montar un negocio en el pueblo? ¿Conoces las necesidades y posibilidades de dicho negocio?
- Si hablamos de hijos… ¿hay escuela en el pueblo? ¿A dónde tienen que ir a estudiar cuando sean mayores?
- ¿Dispongo de internet? ¿Hay un pueblo cercano donde encontrar más servicios: dentista, ferretería, clases extraescolares, más tiendas?
- Transporte. Vas a tener una dependencia total del coche, incluso te pueden hacer falta dos coches en la familia. Los hijos no van a ser autónomos en sus desplazamientos. Lo bueno es que hay acuerdos entre familias: “Cada semana lleva un padre a los hijos a las clases de inglés”, “Si tienes que llevar el coche al mecánico yo te recojo”.
Como ves, hay un sinfín de cuestiones a tener en cuenta. Algunas de ellas parecen poco importantes hasta que las tienes que sufrir a diario. Un mal internet bajará tu productividad si trabajas desde casa. Si tu mujer no conduce tendrás que llevarla a la peluquería del pueblo de al lado. Solo por poner un par de ejemplos.
Por último, tengo que decir que la vida en los pueblos, para bien o para mal, ya no es lo que era hace unas pocas décadas. Los pueblos ya no están tan incomunicados: ahora disfrutamos de buenas carreteras, hay internet, más canales de televisión, muchos habitantes viajan, el nivel de estudios ha aumentado, se realizan actividades con cualquier excusa, y si tienes ganas de más bullicio coges el coche y vas al centro comercial, ves la última película de dibujos animados y cenas en un restaurante de comida rápida…
En fin, haces lo mismo que en cualquier ciudad, pero por la noche vuelves a tu remanso de paz.
Ángel González Álvarez
Ccoautor (junto a Ramiro Palacios) del libro
“Bienvenid@ al campo – Experiencias y oportunidades en el medio rural”
Y bloguero www.elblogalternativo.com – www.lacocinaalternativa.com