El ilustre poeta español de la generación del 98, Antonio Machado, decía en una célebre estrofa: “Caminante no hay camino… se hace camino al andar…” Estas palabras me hacen considerar la importancia de una de las articulaciones del cuerpo humano, **sin la cual ese caminar, el juego articular que se precisa para que tenga lugar esta función sería poco probable**. En la pelvis, dos huesos lo hacen posible: el sacro y el ilíaco, formando así la articulación sacroilíaca.
Conociendo la Anatomía de la Pelvis
Me gustaría haceros unas breves anotaciones sobre la anatomía de esta extremidad ósea. La pelvis está formada principalmente por 3 grandes huesos que sitúan en el centro de nuestro cuerpo, al sacro y los dos ilíacos. El primero formado por 5 vértebras fijas más el coxis, y se relaciona con la columna vertebral, a nivel lumbar, siendo su base de apoyo.
Los dos ilíacos, a modo de palas, se articulan con el sacro a ambos lados, formando así una especie de cuenco. La pelvis se divide en dos zonas: la superior, por debajo del ombligo, y la pelvis mayor, que contiene parte de órganos del abdomen, como la última parte del **intestino grueso**, el colon sigmoide; y la pelvis menor, que contiene los órganos reproductores masculinos y femeninos.
La Relevancia de La Articulación Sacroilíaca
En su parte frontal, las dos palas ilíacas se unen formando una articulación llamada **sínfisis púbica**, muy importante en algunas lesiones como la **pubalgia** u osteopatía de pubis. En la zona posterior de la pelvis, podemos palpar la articulación sacroilíaca en forma de dos relieves óseos, a izquierda y derecha de los glúteos.
Recordemos que un síndrome es un conjunto de síntomas que dan lugar a un cuadro patológico, es decir, a una disfunción, en este caso, osteoarticular o músculo esquelético.
Diagnóstico del Síndrome Sacroilíaco
Este síndrome es una de las causas más comunes de dolor en la parte baja de la espalda. La articulación sacroilíaca son dos, una a cada lado de la espalda baja, en la parte alta de los glúteos. Podrás palparla si buscas con la mano dos relieves óseos prominentes que forman una pequeña depresión o hueco en algunas personas cuando se la ve de espaldas. **La particularidad de esta articulación es que soporta grandes pesos**, pero a diferencia de la rodilla, es un punto de encuentro del peso de la parte superior del cuerpo frente a los vectores de fuerza ascendentes, que vienen desde el suelo a través de los pies.
Causas del Síndrome Sacroilíaco
Entre las causas más determinantes del síndrome sacroilíaco tenemos:
• La Artritis:
Como bien sabemos, el sufijo –itis, señala inflamación. Entre las más comunes tenemos la **espondilitis anquilosante** (traducido espondilo: vértebra, anquilo: rigidez; es decir, rigidez vertebral). **Esta rigidez inflamatoria**, sobre todo de la columna vertebral, puede dar lugar a un exceso de trabajo de la articulación sacroilíaca, a fin de compensar la falta de movimiento en la pelvis y dolor lumbar, hernia discal o protusión discal L5/S1 o L3/L4, es decir, un problema lumbo-sacro o invertebral entre la 3ª y 4ª vértebra lumbar.
En resumen, el dolor en la parte inferior de la espalda es el síntoma principal. La rigidez, como mencioné antes, así como la sensación de quemazón en la pelvis junto a una pérdida de peso al comienzo del problema, también pueden manifestarse.
La Mirada Global de la Osteopatía
El abordaje de esta lesión desde el punto de vista de la **Osteopatía** dista mucho de un tratamiento convencional alopático, principalmente porque la Osteopatía considera que el cuerpo humano es un todo y un conjunto complejo anatómico, fisiológico, psicológico y energético, en el que los elementos constitutivos son interdependientes. Por ello, la Osteopatía es una terapia manual que entiende al individuo en su globalidad lejos de la visión segmentaria del cuerpo de la medicina alopática.
En Osteopatía no se trata solo de lesiones, sino que también se tiene en cuenta el aspecto energético y emocional, que es lo que la disfunción trata de expresar; en definitiva, descodificar el mensaje de la disfunción más allá del síntoma, para así llevar a una curación total que engloba el aspecto cuerpo-mente.
Un Caso Real: Martina G.
Estudio de un caso
Martina G. era una mujer de 55 años, madre de dos niñas, y muy activa. Le encantaba el senderismo y la escalada. **Sentía la escalada como un momento de disfrute**, pero un simple golpe en el sacro que en su día curó, se convirtió en un constante dolor. El médico le recomendó masajes, antiinflamatorios, ultrasonidos, estiramientos, calor, reposo, etc. Pero desde hacía dos meses, tras esa caída, comenzó a empeorar.
Como refería dolor en la parte baja de la espalda, le hicieron una resonancia magnética esperando que fuera una hernia o aplastamiento discal, resultado: “No tiene usted nada”, y como siempre: “es artrosis”.
Con estos antecedentes, empecé a trabajar con ella. Primero, **realicé un estudio de su postura** para encuadrar su disfunción dentro de su esquema corporal y ver si había alguna interrelación o influencia de otra zona del cuerpo. La caída había producido un desajuste de la articulación sacroilíaca por el impacto en el sacro; aparte de esto, se había producido un desequilibrio de la cadena articular.
El traumatismo también provocó un esguince de tobillo que produjo un desajuste en un hueso del pie: el astrágalo, que al estar girado en rotación externa, le provocaba una pisada y un caminar inestable, sumando así más inestabilidad a la sacroilíaca. Los esguinces cuando se curan mal pueden dar lugar a desequilibrios que no solo pueden afectar a articulaciones vecinas (por ejemplo rodilla, lumbares, incluso cervicales). Una vez establecido el origen de la disfunción sacroilíaca, trabajando en varias sesiones la cadena articular y muscular correspondiente fue posible para Martina volver a disfrutar plenamente de sus **hobbies y su trabajo**.
A través de las sesiones, pudo también reflexionar sobre qué era lo que esta lesión la quería expresar, **cuál era el mensaje de su cuerpo** que cansado de susurrarla al oído, terminó gritándola, provocándole una caída.
La Conexión Cuerpo-Mente: Reflexiones Finales
Explorando esta conexión, podemos decir que la función biológica del hueso es la de soporte, y la función del músculo es el movimiento del cuerpo. **La pregunta que abrió el camino** para explorar el lado de su lesión fue: ¿qué es lo que no soportas? ¿Qué te impide seguir tu camino? Martina se tomó tiempo para explorar por qué “no había caído” y qué necesitaba para caminar hacia otros proyectos que estaban latentes en su interior.
Espero que este artículo os haya permitido observar nuevamente la conexión cuerpo-mente desde el punto de vista de la Osteopatía, practicado globalmente.
Eutiquiano Endje
Osteopatía, Reeducación Postural
Terapia craneosacral
www.cuerpozen.com