Una sopa mágica contra los virus

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No escatimar en hierbas y especias en la cocina es una forma sencilla de reforzar nuestro sistema inmunitario.

África, el Caribe, América, China, Tailandia, India, los países árabes, Europa del Este,… las civilizaciones del mundo entero han hecho desde siempre un gran uso de las especias, y todo por una buena razón.

Las hierbas y especias son una forma sencilla y accesible a todos los bolsillos de darle buen sabor a la comida, al mismo tiempo que se incrementan las cualidades nutricionales y terapéuticas de los alimentos.

En concreto, el ajo es valorado en la mayoría de las civilizaciones por sus propiedades curativas, sobre todo contra las enfermedades infecciosas como el resfriado y la gripe.

Esto se debe posiblemente a sus efectos estimulantes del sistema inmunitario. El ajo fresco es un poderoso agente antibacteriano, antivírico y antifúngico.

La penicilina rusa

El ajo, cuyo nombre científico es Allium sativa, se conoce históricamente por su capacidad para combatir los virus y las bacterias. Los antiguos egipcios recomendaban el ajo para tratar 22 enfermedades. Según un papiro del año 1500 a.C., los obreros que construían las pirámides lo consumían para aumentar su resistencia y estar sanos.

A partir de la Edad Media se utilizó para curar las heridas. Se machacaba o cortaba en láminas muy finas y después se aplicaba directamente sobre las heridas para impedir que se extendiera la infección. En 1858 Louis Pasteur ya puso de manifiesto que se podía matar a las bacterias rociándolas con jugo de ajo. Durante la Segunda Guerra Mundial, los rusos hicieron gran uso de un preparado a base de ajo en los campos de batalla, hasta tal punto que los aliados lo bautizaron con el nombre de “penicilina rusa”.

El ajo en la temporada de resfriados y gripe

Las enciclopedias de medicina natural atribuyen al ajo una gran cantidad de propiedades terapéuticas. ¡Se han identificado más de 150!

El consumo habitual de ajo podría:

  • Ser eficaz contra las bacterias resistentes a los antibióticos.
  • Reducir el riesgo de enfermedades del corazón, entre ellas los infartos o accidentes cerebrovasculares.
  • Normalizar la presión sanguínea y el nivel de colesterol.
  • Proteger contra varias formas de cáncer, entre ellas los tumores cerebrales, el cáncer de pulmón y el de próstata.
  • Reducir el riesgo de osteoartritis.

Se cree que gran parte del efecto terapéutico del ajo procede de sus compuestos sulfurados, como la alicina, que le aporta su característico olor. Pero el ajo contiene también oligosacáridos, proteínas ricas en arginina, selenio y flavonoides.

En junio de 2011, investigadores en nutrición de la Universidad de Florida constataron que comer ajo podía aumentar el número de linfocitos T en la sangre, unas células inmunitarias que desempeñan un papel fundamental en la lucha contra los virus.

Los farmacólogos de la Universidad de California confirmaron que la alicina tenía efectos antiinfecciosos.

Un estudio australiano realizado con 80 pacientes, publicado en enero de 2013 en la revista médica European Journal of Clinical Nutrition, reveló que una alimentación rica en ajo puede reducir la presión arterial.

Por último, los estudios han demostrado que cuando el cuerpo digiere la alicina produce ácido sulfénico, un compuesto que reacciona con los radicales libres peligrosos. Se trata por tanto de un excelente alimento antienvejecimiento.

Mejor ajo fresco

Los dientes de ajo fresco tienen que romperse o cortarse muy finos para liberar el máximo posible de alinasa. Se trata de una enzima que cataliza la formación de alicina. La alicina, a su vez, formará distintos compuestos organosulfurados. Para “activar” las propiedades medicinales del ajo hace falta romper el diente antes de ingerirlo, a menos que se tenga un extractor de jugo para añadirlo a nuestros zumos de verduras frescos.

Normalmente con uno o dos dientes de ajo medianos es suficiente, y la mayoría de la gente los tolera. La alicina se destruye al cabo de una hora de haber sido liberada, por lo que el ajo en cápsulas, así como el ajo seco o en polvo, no son tan interesantes. Así que para reforzar el sistema inmunitario en plena temporada de gripe y resfriados le voy a enseñar una buena receta:

La receta de la sopa de ajo contra los virus (para cuatro personas)

  • 26 dientes de ajo sin pelar y 26 pelados
  • 2 cucharadas soperas de aceite de oliva
  • 2 nueces grandes de mantequilla (unos 60 g)
  • 1/2 cucharilla de pimienta de cayena en polvo
  • 70 gramos de jengibre fresco
  • Tomillo fresco
  • 300 gramos de cebolla
  • 100 ml de leche de coco
  • 1 litro de caldo de verduras
  • 4 gajos de limón

Precaliente el horno a 175º. Coloque los 26 dientes de ajo sin pelar en un platito de cristal. Añada 2 cucharadas soperas de aceite de oliva, espolvoree flor de sal y mézclelo todo para que queden bien cubiertos. Tape el recipiente herméticamente con papel de horno y cocine hasta que el ajo esté dorado y tierno, lo que requerirá unos 45 minutos. Deje enfriar. Apriete los dientes de ajo entre los dedos para pelarlos y colóquelos en un cuenco pequeño.

Derrita la mantequilla en una olla grande a fuego medio-alto. Añada las cebollas, el tomillo, el jengibre, la pimienta de cayena en polvo y deje que se haga unos 6 minutos, hasta que las cebollas estén transparentes. Añada el ajo asado y los 26 dientes de ajo crudo y cocine 3 minutos. Añada el caldo de verduras, tape la olla y déjelo hervir hasta que el ajo esté blando, es decir, unos 20 minutos. Mézclelo todo con la batidora o el pasapurés hasta que tenga una consistencia uniforme. Vuelva a verter la sopa en la olla, añada la leche de coco y déjelo hervir. Añada sal de mar y pimienta al gusto.

Exprima el jugo de 1 cuarto de limón en cada bol y listo para servir.

 

Sergio García Calvillo

Licenciado en CC. Químicas y diplomado en Naturopatía

https://sergiogarciacalvil.wixsite.com/bienestarysalud

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5,1 minutos de lecturaActualizado: 15/03/2019Publicado: 03/12/2018Categorías: NutriciónEtiquetas: