Pareja: relación simbiótica

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Si lo que buscas en una relación es llegar a fusionarte con la otra persona, significa que te atraen las relaciones simbióticas. En la relación simbiótica se vive lo que le pasa al otro como si fuera uno mismo, porque hay una identificación con el otro y se deja de lado la propia personalidad.

Se suele vivir como algo cómodo y bonito porque refleja el mito de haber encontrado la media naranja. En la fusión se busca inconscientemente el amor incondicional de una madre. Hace sentir a la persona segura, colmada de afecto. Pero el precio a pagar es muy alto. Ninguno de los dos puede crecer, ni tener su autonomía, ni pueden pensar diferente de la otra persona. Eso que al principio parece ideal, acaba siendo una cárcel.

Cuando una de las dos personas decide ser ella misma para relacionarse desde su estado adulto, permite que la otra persona también pueda crecer, pero si éste otro no quiere crecer, puede reaccionar con agresividad o con victimismo para seguir reteniendo a la otra persona en ese tipo de vínculo y ahí emerge la manipulación.

La manipulación en realidad existe desde el principio, cuando buscaban ser uno sólo y para eso cohibían aspectos de su propia personalidad y no eran realmente honestos.

Todas las estrategias de manipulación son para no volver a revivir un dolor profundo de la infancia, o una necesidad que no fue satisfecha cuando éramos pequeños y que aún no se ha superado. Por eso a veces las emociones se muestran de un modo muy intenso y de forma pasional. Las dos personas se han necesitado mutuamente para alimentar esa simbiosis, por eso ambas son igual de responsables de la manipulación.

En cambio, en una relación donde ambas personas se relacionan desde su estado adulto, ambas conservan su autonomía y personalidad propia, viendo la realidad de que son dos personas distintas, aceptando sus diferencias y creciendo así en amor y respeto, pero sin perder su propio centro y sin dejar de ser uno mismo. Cada una se hace cargo de su propia vida, aunque la compartan. Dispuestas a crecer y sin detener su crecimiento para quedarse con la otra persona, a la vez que la apoyan para que alcance sus metas.

Algunas frases que se utilizan en la relación simbiótica o de fusión son: “Menos mal que te he encontrado”, “no puedo vivir sin ti”, “no me dejes nunca”, “te necesito”, “somos uno solo”, “me muero si no estás”, “te querré como no te han querido nunca”… Este tipo de relaciones no es sólo con la pareja, también se puede desarrollar este tipo de relación simbiótica con amistades u otras personas del entorno.

Se evita ver la realidad de cómo es la otra persona, para ver lo que uno quiere o necesita ver. Por eso surge la idealización. Cuando la idealización se cae, la persona se siente decepcionada y se convierte en aparente víctima con un discurso del tipo “me has engañado, no eras como yo esperaba…”. Cuando la realidad es que la persona vio lo que quería ver y proyectó su ideal en esa persona.

Cada vez que se viven las relaciones fuera del adulto, se reafirman las creencias del guión de vida que creamos en los primeros años de vida, por ejemplo: “tú también me abandonas, no puedo confiar en nadie…”, “mejor me quedo solo para no sufrir”, “la felicidad no es para mí”, “todos los hombres/ mujeres son iguales”, “siempre me van a tratar mal”…

La forma de salir de ahí, es hacernos cargo de nuestras carencias que aún están sin sanar, tomar nuestro estado adulto para poder transformar las decisiones del guión y hacernos cargo de nuestra propia vida. De lo contrario estaremos continuamente proyectando en los demás lo que está sin resolver en nosotros.

Psicóloga Especializada en Nuevas Constelaciones Familiares

Cristina Cáceres

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3,4 minutos de lecturaActualizado: 30/06/2024Publicado: 26/12/2018Categorías: Familia, Mujer SaludableEtiquetas: , , ,