La ley de evolución es uno de los fundamentos del Yoga Integral. Este principio ya se había vislumbrado desde los orígenes del Yoga, y Sri Aurobindo lo desarrolla, ordena y adapta a los tiempos actuales, ampliando el alcance de la espiritualidad en base al principio de evolución espiritual.
Hay una vieja leyenda recogida en los Vedas que cuenta como mientras Shiva enseñaba a su esposa Parvati unos ejercicios de Yoga, un pez, Matsya, que les observaba empezó a imitarles y debido a la práctica que desarrolló se convirtió en hombre. Con evidencia esta leyenda alude implícitamente al papel que el Yoga tiene sobre la evolución humana.
La consecuencia de esta visión sobre el Yoga es que esta disciplina juega un papel importante como herramienta a disposición de la humanidad para avanzar hacia estados evolutivos superiores, por lo que el ser humano no es el último eslabón de la cadena y las potencias del universo no están completamente manifestadas en él. Además esto determina que el objetivo de la práctica no sea la liberación de la vida, y que el ideal del Yoga Integral sea realizar la posibilidad de una vida divina en la Tierra.
El contacto con lo cotidiano nos plantea la siguiente cuestión: ¿es imprescindible abandonar el mundo y limitar la experiencia vital para elevarnos a estados emotivos superiores como la paz o para estar en contacto con lo trascendente, divinidad o como cada uno quiera llamarle?. La respuesta del Yoga Integral es que ese encuentro es posible en medio de la vida, y que el resultado final del mismo en el individuo es la transformación. De esta manera el ascetismo no es un fin para el Yoga Integral, simplemente puede ser adecuado temporalmente para alguna persona como un medio para alcanzar un cierto estado o experiencia/s que nos aporten una nueva visión de nuestra individualidad en el juego de fuerzas de la vida.
Lo habitual es que empecemos a practicar Yoga para recuperar la salud o el bienestar emocional y mental, algo que es legítimo, incluso imprescindible, aunque no sea el objetivo original de esta disciplina que surgió como un medio de búsqueda de la verdad del individuo, la verdad del universo y la verdad de lo que está más allá de ambos dos.
Vamos rompiendo las cadenas que nos atan a un Yoga quietista, ilusionista y hedonista para encontrarnos con un Yoga evolutivo o de transformación como es el Yoga Integral.
Sri Aurobindo escribió ampliamente sobre la evolución, no exclusivamente con la visión actual de la ciencia de la biología heredada de Darwin, si no desde un punto de vista más completo que le llevó a comprender que detrás de la expresión de la vida fenoménica hay una evolución espiritual.
Esta evolución espiritual es la causa de una expresión progresiva de las potencias de la consciencia, que primero se desarrolla como consciencia material en el mineral, luego avanza hacia la consciencia de la vida o vital en el vegetal y en el animal, que busca desarrollar la conciencia mental en el hombre, y que en consecuencia no acaba en el humano pues más allá de cómo somos los hombres se abren grandes posibilidades.
En consecuencia la propia Naturaleza está realizando su Yoga, en el sentido de que está expresando paso a paso formas de consciencia más elevadas, sin embargo su paso es lento, de millones de años sin importarle el tiempo, haciendo emerger sus potencias secretas desde lo más denso a lo más sutil. Por su parte el ser humano gracias a su capacidad de auto-consciencia representa en esa evolución la expresión que puede participar de la misma acelerándola con su práctica yóguica.
Es evidente que la mera práctica de posturas físicas no es suficiente para realizar el Yoga evolutivo, ni tampoco el abstraerse de la realidad por medio de la meditación, y sin embargo tanto los medios del Hatha Yoga como los del Raja Yoga, y los de los otros tipos de yogas (Karma, Bhakti y Jnana), pueden ser útiles si contribuyen a despertar las potencias del ser interior; es decir, si destapan y desvelan lo magnífico de la consciencia interna secreta y poderosa del ser humano.
Es la dirección, o sea el ideal, lo que ayuda a convertir el Yoga Integral en una práctica para y por la mejora de la humanidad, y no las formas que utiliza. Ese ideal no es exclusivamente conectar con la consciencia interior si no que además es llevarla desde dentro hacia fuera, o lo que es lo mismo impregnar de sus cualidades y potencias lo que se expresa externamente. Ya podemos darnos cuenta de que si esto sucede entonces nuestra vida puede convertirse en un todo coherente en el que lo que lo más luminoso de nosotros se expresa. El fundamento es por tanto que no solo busquemos la luz para deleitarnos observándola, sino que además permitamos que dicha luz ilumine el aparente absurdo que es la vida con sus circunstancias.
En la visión del Yoga Integral el alma individualizada crece. Esta alma es la consciencia que utiliza un cuerpo material, emocional y mental para expresarse en el mundo. La evolución del alma es el elemento central de la búsqueda humana en todos sus aspectos.
El universo ya no gira entorno a las necesidades del hombre; se cae la visión antropocéntrica, puesto que el universo y su delegada en el individuo, el alma, expresan su propia verdad más allá de la percepción o necesidad humana. El hombre deja de ser el centro de toda realidad para convertirse en un copartícipe de la gran obra de la Naturaleza, y para apoyar la emergencia de las potencias espirituales de las que es depositario en un cierto lapsus de tiempo.
Por último la consecuencia de una visión evolutiva en este sentido, convierte a la raza humana en un eslabón de las posibilidades potenciales de la vida terrestre pero no en la última ni más completa de las mismas. El impulso natural que nos proyecta en la verdad de la evolución es también, al ser atendido, el que nos ofrece el sentido de la vida.
Sandra Docando – Savitri
Profesora de Meditación,
Filosofía y Psicología en la
Escuela de Yoga Integral Mahashakti
www.escuelamashakti.com