Siempre me ha producido fascinación que las semillas broten. Me pregunto qué fuerza hay dentro de ellas que les hace, gracias al agua, querer ir a buscar la luz del sol, y de esta forma transformar su potencial almacenado en un inicio (un brote) de lo que puede llegar a ser la forma adulta. Es un acto de creación, de desarrollo, dónde la vida toma forma y se convierte en “algo concreto”; así el brote llegará a convertirse en un tallo y en una planta madura. Y si hay una época del año donde esta energía está pletórica y rebosante, es sin duda durante la primavera.