Unos nos hacen reír, y los otros nos hacen llorar. Pero ambos grupos son un grave freno a la solución de nuestros problemas. Y en conjunto, nunca se podrá glosar suficientemente, el mal que le ha hecho a nuestra sociedad, el cierre de los manicomios por un lado, y la proliferación de tanto tonto con estudios.

Se quejaba amargamente Isaac Newton: «Puedo predecir el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura de las gentes». Y es que hay muchos mas locos de lo que parece.

Los tratamientos ambulatorios y la desaparición de los manicomios no están volviendo locos a todos. Porque nos tienen rodeados con una inmensa nube de delirios.

El psiquiatra Francisco Traver, en su blog «Neurociencia y neurocultura», nos explica la evolución de las esquizofrenias.

«En la fase 1ª, se produce agobio, ansiedad perplejidad, síndrome del actor ante el estreno. En una 2ª fase, se trata de una presencia constante, de repente todo se encuentra lleno de alusivos significados, se trata de un sentido hallado a fuerza de falsear la realidad, es la fase de la plenitud de los significados.

En fases posteriores se llega al delirio y las alucinaciones. El delirio tenía sentido (es un error necesario), y supone una especie de maniobra fracasada de curación por parte del paciente. Como decía G. Clérambault, «cuando el delirio aparece, la psicosis era ya muy antigua». Por último en la fase 4: o remite, o se llega a la catatonia».

«Dicho de otra manera: el delirio es una forma de cumplir un deseo inalcanzable a través de una trasposición de elementos desenfocados desdeñando las leyes de la dialéctica y sustituyendo la contradicción por la omnipotencia que se manifiesta en la incapacidad de renunciar al proyecto. Como señala Konrad: «sólo gracias al delirio es posible unir lo incompatible».

Mathias Bröckers, en el blog «Fractales» señala que «el terreno fronterizo entre el pensamiento crítico y la paranoia patológica es un campo de minas». «El paranoico conoce todos los hechos», afirma William S. Burroughs, (a base de falsear la realidad). «El observador paranoide no permite imprecisiones, vaguedades ni equívocos, y encuentra una razón hasta para la casualidad más evidente».

«La mayor parte de las teorías de la conspiración caen en el error de sobreestimar la influencia lineal de los actores y subestimar la complejidad dinámica de los procesos (como es el poder de la ley de Murphy y sobre todo la omnipresencia de la estupidez humana).

Porque como señala Alan Moore: «Lo prin-cipal que aprendí de la teoría de conspiración es que los conspiracionistas en realidad creen en una conspiración porque es más confortante. La verdad del mundo es que es caótico, (y eso es muy estresante). La verdad es que no son los banqueros judíos, los extraterrestres grises y los reptiloides de cuatro metros de otra dimensión los que tienen el control. La verdad es aún más atemorizante, no hay nadie en el control. El mundo es así de despiadado».

La conspiranoia, se produce por dos errores cognoscitivos evolutivos que se producen en el ser humano. Por la tendencia a encontrar patrones lógicos en el ruido amorfo, y por la tendencia a asociar a un ente con cualquier fenómeno natural que se produce, (entiticidad).

Pero cuando ya teníamos bastantes conspiranoicos, y estos se habían puesto a escribir, van y se unen con los apocalípticos. Estos son los que hacen del Apocalipsis de Juan, su libro de cabecera.

Según ellos, si en el futuro, aparece un líder que nos ofrece resolver razonablemente todos los problemas del mundo, y nos convence a todos, porque vemos en él, un guía y un hombre de fiar, inmediatamente debemos oponernos a él, porque sin duda es el Anticristo.

No importa que uno de estos graves problemas del mundo sean una superpoblación imparable, con la consiguiente pauperización general del globo terráqueo, y el consiguiente destrozo cuasi irreversible del equilibrio biológico del planeta.

Hay que rechazar a cual-quiera que proponga unas soluciones razonables, y seguir aguantando los abusos de una minoría prepotente, que no quiere renunciar a sus injustos privilegios, para lo que se amparan en las diversas legislaciones nacionales, (paraísos fiscales, dumping social, deslocalizaciones industriales, y en general el, «si no me permites mis abusos, me voy la nación de al lado, que me las permitirá»).

Estos problemas son de naturaleza global, y solo con un gobierno mundial democrático, (compatible con unos gobiernos regionales y nacionales, que implementen sus directrices generales), pueden ser solucionados.

Pero entonces algunos sacan el espantajo del demoniaco Anticristo apocalíptico, y de sus ayudantes los Illuminatis, o los del Club Bildelberg.

Y cuando oyen hablar de la necesidad de un Gobierno Mundial democrático, y de un necesario nuevo Orden Mundial, sacan el Apocalipsis y claman contra el posible abuso dictatorial de este y asustan a la gente con esos espantajos y delirios clericales, impidiendo así cualquier intento de solución verdadera a nuestros graves problemas.

Y todo porque un señor hace mas de mil novecientos años, escribió un libro de unas visiones que tuvo, y que se pueden interpretar como cada uno queramos hacerlo.

Naturalmente que habrá que estar atentos a los listillos que siempre quieren aprovecharse de cualquier situación para su propio beneficio.

Pero para eso necesitamos gente lúcida y razonable que sepa analizar cuerdamente la realidad, y que primero intente solucionar de verdad los problemas mas urgentes, y luego ir resolviendo los sucesivos problemas que naturalmente se irán presentando.

Isidoro García

Director Revista Quitapesares