De la Huerta a tu Mesa: Redescubriendo la Esencia del Kilómetro Cero

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2,4 minutos de lecturaActualizado: 01/11/2024Publicado: 01/11/2024Categorías: Estilo de VidaEtiquetas: , ,

La primera vez que escuchas la palabra ‘kilómetro cero’, es probable que tu mente evoque la imagen de un vehículo inmaculado, aún sin kilometraje o quizás, apenas transicionado desde la fábrica. Sin embargo, cuando nos referimos a los alimentos, el concepto se transforma en una propuesta radical que acerca lo que comemos más a nuestro entorno.

Los alimentos ecológicos kilómetro cero son aquellos que encuentran su camino desde la huerta hasta tu mesa en menos de un día. Esto significa que la distancia entre el productor y el consumidor nunca supera los 100 kilómetros. Este compromiso garantiza frescura y calidad, casi como la premisa que definía a los coches de ‘kilómetro cero’.

El impulso detrás de este movimiento proviene de Carlo Petrini, un pionero italiano que en 1986 fundó la asociación Slow Food. Esta entidad promueve un consumo consciente, rescatando los ingredientes locales ante la globalización. Sin embargo, a diferencia del enfoque masivo y comercial, esta filosofía busca un retorno a lo esencial: el sabor y la nutrición de lo que se produce cerca de nosotros.

Reflexionemos un momento: ¿cuántas veces pasamos junto a casas en nuestros pueblos donde se venden cajas de hortalizas que provienen de un pequeño huerto? Estos son ejemplos perfectos de qué significa verdadera proximidad en la cadena de alimentos; a menudo, esos productos recorren apenas unos kilómetros antes de llegar a nuestras mesas. La cercanía no solo se traduce en calidad, sino que también refuerza el tejido social y económico de nuestra comunidad.

La propuesta de Petrini es más profunda: busca un modelo de producción sostenible y a pequeña escala. Al optar por alimentos kilómetro cero, redujimos nuestra huella de carbono significativamente; al disminuir la distancia, también disminuimos el CO2 asociado al transporte. Este aspecto es crucial, considerando que el aumento de
dióxido de carbono en la atmósfera se traduce en un cambio climático alarmante, que ya estamos empezando a sentir.

Por ejemplo, comparemos una pera de tipo Rochas proveniente de Argentina, que ha recorrido alrededor de 10,000 km, con estas deliciosas hortalizas que podemos cosechar en nuestra localidad. ¿Realmente vale la pena el costo ambiental y el sabor comprometido por la conveniencia de lo exótico?

En este contexto, la idea de consumir alimentos frescos y locales cobra una nueva relevancia. Sin embargo, esto no significa rechazar la globalización por completo, sino más bien abordar nuestro consumo de una manera más consciente. La filosofía de Slow Food —que se traduce literalmente como ‘comida lenta’— se vuelve una guía en esta era donde predomina la Fast Food, alentándonos a detenernos, saborear y apreciar la riqueza que nos brinda la naturaleza en nuestras cercanías.

Flores García Salvador

Colaboradora del Restaurante El Vergel

www.elvergelecologico.com

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