¿Por qué los tomates no saben a tomate?

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Variedades hortícolas tradicionales; su importancia en el cultivo ecológico y en una alimentación sana

Semillas de variedades locales, de variedades autóctonas o semillas campesinas, son todas expresiones que se utilizan para hacer referencia a semillas que se han seleccionado por agricultores de una zona, por su buena respuesta y adaptación a un ecosistema concreto y por sus buenas aptitudes gustativas y nutricionales. Son semillas que se han transmitido de generación en generación; constituyendo una de las herramientas de mas valor para el agricultor, pues son plantas que poseen mejor aclimatación al medio y resistencia a plagas y enfermedades…

Todos nos hemos preguntado alguna vez, ¿porqué los tomates no saben a tomates? ¿O porqué en el supermercado son todas las frutas y verduras iguales, todas de igual forma y tamaño, sin olor ni sabor…? Éstas carencias en la mayoría de frutas y verduras que encontramos en los supermercados, no sólo se deben al modo de cultivo convencional frente al ecológico; o a la recogida del producto excesivamente verde. En su mayor parte, se debe a las variedades que se hayan cultivado. Por eso, es algo lógico, que cada vez seamos mas los que buscamos variedades que nos ofrezcan el sabor, textura y olor de las hortalizas de «verdad».

Es por tanto, muy importante conocer la variedad y origen de aquellos alimentos frescos que consumimos. Podemos considerar dos tipos fundamentales de origen de estos alimentos. Los originarios de variedades que han seleccionado casas comerciales por su «buena presencia» y por las exigencias que marcan los mercados; son variedades, que tienen frutos que toleran el transporte, la manipulación, la conservación en cámaras frigoríficas durante largos periodos de tiempo sin que cambie su apariencia externa, que se producen y comercializan en cualquier punto del mundo, se transportan cientos y a veces miles de kilómetros, sin tener en cuenta el gran consumo energético y contaminación que ello supone; además, en muchos casos estos productos no se suelen remunerar de un modo justo al agricultor que los produce, siendo los intermediarios los beneficiarios del trabajo del agricultor.

Existen otro tipo de variedades de frutas y hortalizas, que suelen ser mas difíciles de encontrar en los mercados, pero son de mucha mayor calidad, tanto gustativa como nutricional; se trata de variedades autóctonas, locales o campesinas, que se han seleccionado en vez de por «los mercados», por agricultores tradicionales, por ser más sabrosas y tener una mejor adaptación a las exigencias del medio, soportan mejor las temperaturas locales, tipo de suelo, plagas y características de una zona concreto. Como resultado de esto, y en el caso concreto de España, en el que tenemos tantos microclimas y ecosistemas, disponíamos hasta hace pocos años de muchísimas variedades hortícolas, cada una con unas características específicas pero todas con dos importantísimas cualidades que los sabios agricultores habían ido seleccionando: adaptación al medio local y excelentes características organolépticas.

Además, recientemente distintos estudios han demostrado que el buen hacer de estos agricultores no sólo repercute en un mejor sabor, sino en unas mejores cualidades nutricionales de estas variedades, conteniendo en muchos casos hasta tres o cuatro veces más vitaminas y minerales que las variedades modernas industriales.

Lamentablemente y debido a los canales de comercialización, cadenas de distribución y a la exigencia de los mercados, cada vez encontramos menos de estas variedades en la cesta de nuestra compra.

Pero mucho peor que nuestra cesta de la compra, lo tienen los agricultores, pues cada vez les resulta más difícil poder cultivar sus propias variedades locales. Si por un momento, nos convertimos en agricultores e intentamos cultivar nuestras propias verduras, nos damos cuenta de la dificultad de obtener nuestros propios alimentos, pues son muchos los contratiempos que pueden afectar a un cultivo, desde un cambio brusco de temperatura, falta de agua, granizo, ataques de plagas o enfermedades,… son adversidades con las que desde siempre los agricultores experimentados han tenido que convivir; para ello una de sus mejores herramientas era usar plantas que toleraban los condicionantes específicos de cada zona, o plantas adaptadas a ese ecosistema. Estas variedades locales, además propiciaban que estos agricultores, incluso sin tener conciencia de ello cultivasen de forma ecológica y respetuosa con el medio que sustenta las plantas, pues al tolerar mejor las características específicas de cada zona y gracias al uso de técnicas adecuadas de manejo del suelo y utilización de abonos orgánicos, no se requerían como ocurre en la agricultura convencional, el uso de fitosanitarios sintéticos para el control de plagas o abonos químicos para el cultivo de estas plantas.

El éxito adaptativo de estas variedades locales es fruto de un proceso de selección que ha permitido a aquellas mejor adaptadas al medio sobrevivir e ir modificando sus características. Los agricultores que desde el paleolítico vienen observando y aprendiendo con y de la naturaleza, saben mucho de estas adaptaciones naturales, se han aprovechado de ellas, y han ido seleccionando aquellas plantas que mejores características de sabor y de adaptación al medio, resistencia a plagas y enfermedades presentaban. Así, gracias a estos agricultores, se llegaron a conseguir miles de variedades de hortícolas especificas constituyendo un patrimonio genético de incalculable valor pues cada zona poseía aquellas variedades mejor adaptadas a las características específicas y concretas de cada ecosistema.

En las ultimas décadas, desde que la agricultura industrial aparece, se ha ido perdiendo este patrimonio genético poco a poco, hasta el momento actual en el que las grandes casas comerciales productoras de semillas, limitan su producción a unas pocas decenas de variedades de cada especie. De tal modo que hoy en día, se cultivan las mismas variedades en todo el mundo, desde Canada a Australia. El problema de esta falta de variabilidad revierte en contra de nuestro medio ambiente, pues variedades cultivadas fuera de su ecosistema, seleccionadas por otros criterios comerciales y no por su adaptabilidad al medio; obligan a ser cultivadas con altos insumos, de productos químicos o sintéticos como fitosanitarios o abonos y también con altos gastos energéticos, para ayudar a la planta, cultivada en condiciones adversas a superar un estrés hídrico o la enfermedad propia de una planta enferma cultivada fuera de su medio.

Son variedades que se han seleccionado por «unos pocos», por su interés comercial, por su valor estético, todas iguales del mismo tamaño y forma, para facilitar la logística del transporte, para poder comercializarlas a muchos kilómetros de distancia, con el efecto pernicioso que esto puede tener para nuestros castigado medio ambiente; o por su largo tiempo de conservación en cámaras frigoríficas hasta que el mercado ofrezca un mejor precio por ellas; o porque sean muy productivas, aun a costa de tener que aportar muchos insumos químicos y por supuesto obviando las características nutricionales y organolépticas.

Es muy importante por tanto para todos los agricultores que pretenden trabajar a favor del medio ambiente y no contra él; grandes o pequeños horticultores para autoconsumo, pues cada vez son mas los horticultores de huertos en terraza, de huertos urbanos o periurbanos y a pesar éstos últimos de cultivar pequeñas superficies y precisamente por ello, empezar a concienciarnos y conocer la sabiduría que estas variedades antiguas llevan en su interior y para poder aprovecharnos de sus valores, apoyar su difusión; ayudar a la conservación y perpetuación de estas variedades locales, para que puedan continuar conservándose y aumentándose este gran legado genético.

Alicia Martín López

Técnico Agrícola especializado en Hortofruticultura

Cultivalia. Huertos de Ocio Ecológicos

cultivalia.net

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6,6 minutos de lecturaActualizado: 14/06/2024Publicado: 08/06/2024Categorías: NutriciónEtiquetas: ,

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