La fascia es una vaina laminar móvil de tejido conjuntivo que va desde la cabeza a los pies ininterrumpidamente envolviendo todas las estructuras somáticas y las vísceras del cuerpo. Nos envuelve como un guante conectándolo todo, por tanto, cualquier pérdida de movilidad en una parte de la misma afectará en diferente medida a otras partes del organismo.

A los movimientos de la fascia se puede acceder por diferentas vías ya que se conecta principalmente a través del sistema nervioso.

Se mantiene siempre en un equilibrio dinámico debido a que es tejido conjuntivo. Se compone principalmente de fibras colágenas y elásticas. En el embrión comienza a formarse a partir del mesodermo que es la capa germinativa intermedia de las tres que se forman en los primeros estadios del desarrollo. Entre las células que podemos encontrar en ella están los fibroblastos y los fibrocitos.

Las fibras colágenas son flexibles muy fuertes pero con poca capacidad de extensión. Forman la masa de la fascia, del tendón y del ligamento. Están compuestas principalmente por fibrillas reticulares.

Las fibras elásticas tienen más capacidad de estiramiento y su longitud y grosor varían según la tensión que soporten. Su composición principal es de proteínas.

La fascia está formada por lo que se denomina «complejo elásticocolaginoso» que está inervado por el sistema nervioso tanto motor como sensorial y presenta capacidad para responder ante los estímulos del mismo ya sea contrayéndose o relajándose. El colágeno envuelve a las fibras elásticas.

Cuando el complejo alcanza el límite de expansión se produce una contracción elástica refleja y al tiempo una sensación subjetiva de dolor.

Hay una sustancia fundamental en la fascia a parte de las fibras elásticas y colágenas que unas veces está más líquida y otras más sólida que se encarga del transporte de materiales metabólicos por el cuerpo.

También se sugiere que tiene capacidad de conducción eléctrica y su coeficiente de conductividad se puede ver alterado cuando está contraída. Esto explicaría la pérdida de conducción de los meridianos en las zonas donde se producen cicatrices importantes ya que afectan directamente a la fascia rompiendo su recorrido electromagnético además de provocar grandes tensiones en la zona e incluso en lugares alejados del cuerpo, causando dolor.

Es muy interesante ver qué sucede con algunas cicatrices. Tanto en Reflexoterapia Podal como en Kinesiología Holística y en terapia Craneosacral, me han enseñado (y también lo hago yo con mis alumnos) la gran importancia de observar las cicatrices que la persona tenga ya sean de traumatismos o de cirugías, porque podrían estar directamente relacionadas con la sintomatología que presenta.

El bloqueo que puede originar una cicatriz en la fascia puede llevar incluso a una disfunción en el sistema craneosacral.

Una de las primeras cosas que se enseña en terapia Craneosacral es a seguir el movimiento de la fascia, permitiendo que poco a poco el cuerpo se relaje lo que nos facilita el acceso al sistema de movimiento craneosacro.

En reflexoterapia podal, y siguiendo mi experiencia de escucha del cuerpo, he ido poco a poco desarrollando una forma diferente de abordar los puntos reflejos de dolor, permitiendo que el pie a partir de su fascia provoque movimientos sutiles de liberación que comienzan en la zona que estoy tratando y terminan en la zona directa a donde va el estímulo reflejo que estoy excitando.

¿Qué quiere decir esto?: cuando estoy tratando una zona refleja principalmente articular, por ejemplo la articulación de cadera, si al entrar en el punto se produce dolor, permanezco a la escucha y automáticamente el pie comienza a moverse de forma muy sutil, como buscando un punto donde colocarse para que el dolor desaparezca. En el caso de personas muy sensibles llega a percibir que la cadera también sufre micro movimientos y al llegar a un punto de liberación ese movimiento se detiene y el dolor en la zona refleja desaparece dejando un suave latido que me indica que el proceso ha finalizado.

No quiero decir que en una sola sesión se consiga liberar totalmente una articulación, pero si se va mejorando poco a poco y conseguimos un tratamiento más eficaz.

Siempre hay un primer paciente con el que comienzas a desarrollar una nueva forma de trabajo; en este caso fue un varón de 28 años que presentaba una pubalgia. Se preparaba para las oposiciones de bombero y el esfuerzo del entrenamiento duro, ocho horas diarias y correr todos los días, se la habían provocado con el agravante de que no podía dejar de entrenar porque se acercaba la fecha del examen.

Había acudido a varios tratamientos y decidió probar con la reflexoterapia podal porque no mejoraba. Al tratar las zonas reflejas del nervio ciático y sobre todo las de la sínfisis púbica me quedé un momento en escucha y fue como sentir que su pie pedía que le dejara liberarse del dolor a través de micro movimientos. Puse en práctica lo que sabía de craneosacral y le seguí. Fue una sensación increíble; sentía que todo el mecanismo fascial se había puesto en movimiento. Él estaba en relajación profunda, y cuando sentí un ligero latido en el punto reflejo supe que ya no le dolía y que había terminado por ese día la liberación.

Al finalizar la sesión me comentó que él también había sentido esos movimientos y que le producían una relajación profunda de la zona alterada.

Seguimos con el tratamiento unas cuantas sesiones más hasta que desapareció el dolor.

Desde entonces han sido muchas las ocasiones en que he utilizado esta forma de tratamiento, ya que en la fascia también quedan archivadas tensiones y dolores de lesiones antiguas y llega un momento en el que el tejido ya no las puede equilibrar apareciendo el dolor. Si no recordamos qué es lo que sucedió podemos pensar que se trata de un dolor nuevo, pero los traumatismos a la larga llevan asociados desequilibrios que ni siquiera podemos imaginar.

Si además del traumatismo de un accidente se queda archivada en la memoria del tejido una emoción fuerte sufrida en ese momento el dolor puede persistir durante años aunque la lesión esté perfectamente curada. Esa parte la estudié muy bien en la «Liberación Somato-Emocional».

Hace más de diez años cayó en mis manos un libro del doctor John E. Upledger «Tu Médico Interno y Tú». Al comenzar a ojearlo ví el dibujo de una persona cayéndose de culo por unos escalones y me impactó porque hacía más de un año yo había sufrido un culetazo que me había provocado una fisura de cóccix con el consiguiente dolor durante varios meses que después remitió. Curiosamente el verano del siguiente año, sin venir a cuento, se me produjo una ciática impresionante nada más llegar a mi lugar de vacaciones. Aunque yo sabía que estaba directamente relacionada con la caída de año y medio atrás mi médico de cabecera insistía en que no, que era una ciática y nada más. Así que cuando ví aquel dibujo compré el libro; ¡por fin alguien entendía desde aquellas páginas lo que me estaba pasando!. En cuanto tuve la oportunidad no lo dudé y aprendí terapia Craneosacral con la escuela de Upledger. Ese fue el camino que me llevó a saber mucho más de la fascia, del tejido y de sus memorias.

Ahora, y a través de mis años de experiencia con la Reflexoterapia Podal, veo que también desde el pie podemos provocar esa misma liberación por los puntos reflejos. Sólo tenemos que escuchar al cuerpo y aprender a seguirle en lugar de intentar dirigir nosotros el trabajo.

Carmen Benito

Reflexóloga

Directora Centro Bioestética

www.carmenbenitoestetica.com