¿Cómo la Fascia Afecta Tu Bienestar? Descubre la Conexión Esencial

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6,3 minutos de lecturaActualizado: 15/10/2024Publicado: 15/10/2024Categorías: Salud NaturalEtiquetas: , , , , ,

La fascia es una vaina laminar móvil de tejido conjuntivo que va desde la cabeza a los pies ininterrumpidamente, envolviendo todas las estructuras somáticas y las vísceras del cuerpo. Nos envuelve como un guante conectándolo todo; por tanto, cualquier pérdida de movilidad en una parte de la misma afectará en diferente medida a otras partes del organismo.

Los movimientos de la fascia se pueden acceder por diferentes vías, ya que se conecta principalmente a través del sistema nervioso.

Se mantiene siempre en un equilibrio dinámico debido a que es tejido conjuntivo. La fascia se compone principalmente de fibras colágenas y elásticas. En el embrión comienza a formarse a partir del mesodermo, que es la capa germinativa intermedia de las tres que se forman en los primeros estadios del desarrollo. Entre las células que podemos encontrar en ella están los fibroblastos y los fibrocitos.

Las fibras colágenas son flexibles, muy fuertes pero con poca capacidad de extensión. Forman la masa de la fascia, del tendón y del ligamento. Están compuestas principalmente por fibrillas reticulares.

Por su parte, las fibras elásticas tienen más capacidad de estiramiento y su longitud y grosor varían según la tensión que soporten. Su composición principal es de proteínas.

La fascia está formada por lo que se denomina “complejo elásticocolaginoso”, que está inervado por el sistema nervioso tanto motor como sensorial y presenta capacidad para responder ante los estímulos del mismo, ya sea contrayéndose o relajándose. El colágeno envuelve a las fibras elásticas.

Cuando el complejo alcanza el límite de expansión, se produce una contracción elástica refleja y, al tiempo, una sensación subjetiva de dolor.

Hay una sustancia fundamental en la fascia, aparte de las fibras elásticas y colágenas, que a veces está más líquida y otras más sólida, encargándose del transporte de materiales metabólicos por el cuerpo.

También se sugiere que tiene capacidad de conducción eléctrica, siendo su coeficiente de conductividad alterado cuando está contraída. Esto explica la pérdida de conducción en los meridianos en zonas donde se producen cicatrices importantes, ya que afectan directamente a la fascia, rompiendo su recorrido electromagnético, además de provocar grandes tensiones en la zona e incluso en lugares alejados del cuerpo, causando dolor.

Es interesante observar qué sucede con algunas cicatrices. Tanto en Reflexoterapia Podal, como en Kinesiología Holística y en terapia Craneosacral, he aprendido que la observación de cicatrices, sean de traumatismos o cirugías, puede estar directamente relacionada con la sintomatología que presenta el paciente.

El bloqueo que puede originar una cicatriz en la fascia puede llevar incluso a una disfunción en el sistema craneosacral.

Una de las primeras cosas que se enseña en terapia Craneosacral es a seguir el movimiento de la fascia, lo que permite al cuerpo relajarse y facilitar el acceso al sistema de movimiento craneosacro.

En reflexoterapia podal, y siguiendo mi experiencia de escucha del cuerpo, he desarrollado un enfoque diferente para abordar los puntos reflejos de dolor, permitiendo que el pie, a partir de su fascia, provoque movimientos sutiles de liberación que comienzan en la zona tratada y terminan en la zona directa a donde va el estímulo reflejo.

Cuando trato una zona refleja, por ejemplo, la articulación de la cadera, si al entrar en el punto se produce dolor, permanezco en escucha y automáticamente el pie comienza a moverse de forma muy sutil, buscando un punto donde colocarse para que el dolor desaparezca. En algunas personas muy sensibles, también se percibe que la cadera sufre micro movimientos, y al llegar a un punto de liberación, ese movimiento se detiene y el dolor en la zona refleja desaparece, dejando un suave latido que indica que el proceso ha culminado.

No quiero decir que en una sola sesión se logre liberar totalmente una articulación, pero sí se va mejorando poco a poco, logrando un tratamiento más eficaz.

Siempre hay un primer paciente con el que comienzas a desarrollar una nueva forma de trabajo; en este caso, un varón de 28 años que presentaba una pubalgia. Se preparaba para las oposiciones de bombero y el esfuerzo de su entrenamiento lo había llevado a esa situación, con el agravante de que no podía dejar de entrenar porque se acercaba la fecha del examen.

Había acudido a varios tratamientos y decidió probar con la reflexoterapia podal porque no mejoraba. Al tratar las zonas reflejas del nervio ciático y las de la sínfisis púbica, me quedé un momento en escucha. Fue como sentir que su pie pedía liberarse del dolor a través de micro movimientos. Puse en práctica lo que sabía de craneosacral y le seguí. Fue una sensación increíble; sentí que todo el mecanismo fascial se había puesto en movimiento. Él estaba en relajación profunda, y cuando sentí un ligero latido en el punto reflejo, supe que ya no le dolía y que había terminado la liberación por ese día.

Al finalizar la sesión, me comentó que también había sentido esos movimientos y que le producían una profunda relajación en la zona alterada.

Continuamos el tratamiento durante varias sesiones más hasta que desapareció el dolor.

Desde entonces, he utilizado esta forma de tratamiento en muchas ocasiones, ya que en la fascia también quedan archivadas tensiones y dolores de lesiones antiguas. Con el tiempo, el tejido ya no puede equilibrarlas, apareciendo el dolor. Si no recordamos qué sucedió, podemos pensar que se trata de un dolor nuevo, pero los traumatismos pueden llevar asociados desequilibrios que ni imaginamos.

Si, además del traumatismo de un accidente, se queda archivada en la memoria del tejido una emoción fuerte sufrida en ese momento, el dolor puede persistir durante años, aunque la lesión esté perfectamente curada. Esto lo estudié a fondo en la “Liberación Somato-Emocional”.

Hace más de diez años, cayó en mis manos un libro del doctor John E. Upledger, “Tu Médico Interno y Tú”. Al ojearlo, vi el dibujo de una persona cayéndose de culo por unos escalones. Me impactó, porque hacía más de un año había sufrido un culetazo que me había provocado una fisura de cóccix, dolor que remitió después. Curiosamente, el verano siguiente, me produjo una ciática impresionante al llegar a mi lugar de vacaciones. Aunque sabía que estaba relacionada con la caída de un año y medio atrás, mi médico insistía en que era solo una ciática. Así que, al ver aquel dibujo, compré el libro; ¡por fin, alguien entendía lo que me estaba pasando! Desde entonces, aprendí terapia Craneosacral con la escuela de Upledger, lo que me llevó a conocer mucho más sobre la fascia, el tejido y sus memorias.

Hoy, a través de mis años de experiencia con la Reflexoterapia Podal, veo que desde el pie también podemos provocar liberaciones por los puntos reflejos. Solo tenemos que escuchar al cuerpo y aprender a seguirlo, en lugar de intentar dirigir nosotros el trabajo.

Carmen Benito

Reflexóloga

Directora Centro Bioestética

www.carmenbenitoestetica.com

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