Explorando el Lienzo de Nuestros Animales Interiores: Un Viaje a Través del Arte y la Emoción

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3,2 minutos de lecturaActualizado: 10/01/2025Publicado: 10/01/2025Categorías: Desarrollo PersonalEtiquetas: , ,

Nuestro mundo interior está poblado por un amplio abanico de seres imaginarios. Hoy quiero acercarme a una parte específica de estos seres, a los animales. Ellos viven en nuestros jardines interiores y a veces aparecen en nuestros cuadros o toman forma a través de un trozo de arcilla.

Como seres humanos, nuestra relación afectiva con el mundo animal es profunda y matizada. La imagen de un caballo puede evocar el anhelo de liberación y aventura, mientras que un adorable gatito puede llenar de ternura nuestro corazón. No obstante, no todos los animales despiertan la misma conexión. Un gusano, una garrapata o una araña podrían generar más rechazo que cariño. Sin embargo, hay algo especial que todos los animales poseen: cualidades únicas que se revelan en la expresión artística, ayudándonos a comprender el significado de esos seres en nuestro presente.

Tomemos el ejemplo del caballo. Este majestuoso animal nos impacta por su fuerza y porte. En el contexto de la arteterapia, un artista pintó un caballo, y a primera vista todo parecía estar concluido. Pero al revisitara la obra, observó que el caballo estaba enjaezado; un juicio inicial bloqueó la posibilidad de ver más allá de su percepción. Al final, se atrevió a agregar bridas decorativas, lo que reveló que esa imagen no era de limitación, sino de celebración y alegría: su caballo se convirtió en parte de una fiesta vibrante, un simbolismo de su propio renacimiento tras un periodo sombrío.

Desde nuestra perspectiva como arte-terapeutas, el caballo puede representar más que su fuerza; su verdadero significado se desvela en la interactividad y el tiempo dedicado a la creación. A medida que nos involucramos más en el proceso, profundizamos en el contacto con el mensaje que la obra tiene para nosotros. Como dice un viejo adagio terapéutico, “funciona si tú funcionas”. Esto resuena fuertemente en la arteterapia: el tiempo invertido es crucial para entender lo que el arte nos revela, mientras que la urgencia por una respuesta inmediata puede llevarnos a limitaciones de interpretación.

Los juicios sobre lo que es mejor o peor, o lo que los colores y símbolos significan, son comunes al expresarnos artísticamente. Superarlos requiere valentía, como el pintor que decide experimentar con el color o forma, dando rienda suelta a la creatividad. Recuerda: sobre una hoja de papel, todo es posible. Se puede borrar lo que no gusta, cambiar lo que no encaja, o, incluso, empezar de nuevo. Esta flexibilidad alimenta la confianza y calma el miedo de perder lo conocido.

Incluso pequeños ajustes pueden transformar completamente la expresión de una imagen. Una persona pudo conectar emocionalmente con el perro que pintaba al añadir un collar, enfrentando la creencia de que un collar es necesariamente una restricción. En realidad, el collar simbolizó un vínculo y permitió canalizar su dolor por la pérdida a través de los recuerdos de alegría compartida.

A través del acto creativo, establecemos un diálogo no solo con nuestra obra, sino también con nuestro interior. Cada intervención en el cuadro puede modificar tanto la expresión visual como nuestra percepción de la misma. Esto invita a un desarrollo continuo que refleja nuestro propio proceso interno de evolución y autodescubrimiento. Aunque no podemos cambiar nuestros juicios de forma directa, podemos vivir experiencias que los modifiquen.

El encuentro consciente con nuestras obras puede proporcionarnos vivencias transformadoras. Esto es especialmente cierto con nuestros animales internos, seres vivos que, como nosotros, tienen mucho que enseñarnos. Siguiendo su pista, podemos descubrir verdaderos tesoros, como la alegría de reencontrar la creatividad que dejamos atrás en la infancia.

Katharina Widmer
Arteterapeuta
www.espacioyantra.com

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