Hugo Vela, un artesano del «caviar de la fresa»

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Durante Mayo y Junio la finca Monjarama se transforma en un hermoso campo de fresas salpicado de amapolas, en la vega del río Jarama, a 5 km de San Sebastián de los Reyes y a tan sólo 19 km de la gran urbe de Madrid. Se trata de una empresa familiar que lleva 30 años cultivando fresas principalmente y otros productos frescos, dirigida por Hugo Vela. Es la 4ª generación de su familia dedicada al cultivo de la fresa y el primero en producir en ecológico desde 1996.

Cultivan especialmente una variedad de fresa única llamada MARA DE BOIS, que trajo el abuelo de Hugo desde Francia y que se caracteriza por su exquisito sabor, lo que le ha hecho ser muy apreciada por grandes restaurantes como Viridiana, El Bulli, Arzak o la Casa Real.

La variedad de sus fresas procede de Francia. Hugo Vela nos cuenta que precisamente fueron los Borbones, cuando vinieron de Francia, los que trajeron las fresas a España, a Aranjuez, donde se instalaron. Las fresas procedían de una isla de Chile, donde crecían en dunas, y de ahí se llevaron a Francia, en lugar de venir directamente a España.

En la finca Monjarama cultivan siguiendo la normativa de producción ecológica, lo que se significa que en todo el proceso de crecimiento de la fresa no utilizan ningún producto químico, que madura al sol y que se envasa muy poco antes de que llegue a su mesa. «La frase es una esponja porque no tiene protección alguna y lo absorbe todo. Un plátano tiene una protección en su cáscara, entonces el producto químico tardaría más en hacer efecto a lo que realmente te estás comiendo, ¿Pero una fresa? ¿Dónde está la protección?. Yo he visto en cultivos de fresas convencionales, justo el día anterior a la cosecha, echar lo que no te puedes imaginar. Luego la gente es alérgica a la fresa, pero ¿es alérgica a la fresa o a lo que echas a la fresa?»

Hugo Vela nos cuenta que para degustar bien una fresa hay que comerla al revés de lo que solemos: desde el gorrito a la punta, «porque la punta es más dulce y si lo haces al revés, te dejas la parte más ácida para el final y te deja mal sabor de boca». Y nos cuenta el secreto para reconocer una fresa en su punto «Las hojas de arriba, cuando se levantan y se despegan de la fresa indican que está madura».

Sus plantas son de una variedad que dura 4 años. Trabajan con variedades reflorescientes, que tienen varias floraciones, hasta 7. Mayo a Junio es la época de más producción pero tras un parón biológico con el calor del verano, la producción de fresas continua en Septiembre y Octubre. «En la primera quincena de Septiembre hay muy buenas fresas» nos revela Hugo.

La finca Monjarama está dividida en distintas parcelas, y se planta una nueva por año, con lo que tiene plantas de distinto año y mantiene rotando una parcela en barbecho, llena de amapolas, margaritas y plantas de mostaza que tiene su función. «Es el pastel para que los insectos vayan allí y no a las fresas y al mismo tiempo regenera el suelo». «En la agricultura convencional no tienes un equilibrio dinámico de insectos, y entonces tienes plagas de golpe. Viene la mosca blanca, viene la araña roja,… pero aquí no hay. No hay más que verlo». Y no hay pulgón, las hormigas se encargan de ellos.

Las plantas están en unos bancales cubiertos de plásticos que protegen la planta e impiden la erosión del suelo. Hugo Vela, siempre está pensando en mejoras que hagan sus cultivos más ecológicos y sostenibles. «Yo utilizo un plástico convencional, pero están sacando últimamente unos plásticos que los puedes compostar. Pero lo que pasa, es que no me duran 3 campañas y se quedaría pelado el lomo que protege la planta de la fresa y empezarían a invadir hierbas y no sería viable. Tendría que cambiarlo cada año, y ¿cómo lo cambias con la planta puesta? -La planta vive 4 años- Uno cosa es lo quieres y otra es lo que puedes. Además hoy en día es bastante más caro que el convencional».

«Aquí tenemos la suerte de que hay un servicio de reciclaje de plásticos. Cada vez que hacemos un fresal nuevo retiramos todo el plástico del antiguo y lo mandamos a la zona del reciclaje. Es una mejora que haremos en un futuro probablemente pero de momento no. Respecto a las tarrinas donde servimos las fresas, hay un plástico que está hecho de almidón. Queremos empezar a utilizarlo pronto. Ahora estamos también probando con el insumo, el zumo por así decirlo biodinámico. Son mejoras, que vas aprendiendo con el tiempo».

Al principio también utilizaba macrotuneles de plástico para proteger la planta del sol «…cuando uno empieza se cree que lo sabe todo y plantaba, muy tardíamente. Ahora ya lo que hago es que planto antes».

Los fresales los riegan mediante un sistema de goteo bombeando agua del pozo, utilizando para ello energía solar procedente de unos paneles solares que ha puesto recientemente gracias a una subvención. «La administración por una vez me apoya.

Tenía un gasto de energía eléctrica de 8000 al año, para bombeo de agua del pozo, etc,. Y este año me he pasado todo a solar, poniendo paneles y bombas solares que la Comunidad de Madrid, a través de la Dirección General de Medio Ambiente, me ha subvencionado al 45%. Estas son las primeras fresas de agua bombeada con paneles solares. Es un apoyo que te anima mucho porque esa inversión yo solo no habría podido».

También recibe subvenciones de la Unión Europea que van ligadas a la cantidad de superficie. «Si siempre se valora por la superficie, se beneficia más al que más tiene, cuando hay mucha gente que se quiere incorporar al mundo agrícola. La incorporación debería estar mucho más facilitada y potenciada que el hecho de tener grandes superficies».

Y es que los inicios nunca son fáciles aunque Hugo Vela hubiera vivido este mundo desde pequeño: «El ver al abuelo como hacer los cruces, cómo regar las plantas,… eso lo vives desde pequeño. Luego ya de adulto entras en la parte tecnológica. Yo tuve la suerte de estudiar Agronómos en Estados Unidos, en California, que es un clima parecido al nuestro, y luego con una beca terminé en Holanda y ya me vine para acá. Esa parte técnica es muy importante no podría haberla aprendido en casa. Pero luego está la parte práctica. ¡A ver cómo demuestra Hugo que es capaz de hacer fresas!. Pues un desastre los 3 primeros años. Se me morían las plantas.»

Hugo empezó directamente en ecológico, mientras que la generación de su madre lo hacía todo en convencional. «Alquilé a mi madre la mitad de la finca e inicié lo ecológico con toda la libertad del mundo, según mis criterios. Poco a poco tuve que demostrar que lo ecológico es más viable que lo convencional a largo plazo. La planta ecológica produce 200 gramos mientras que la convencional produce kilo y pico. El convencimiento va por otra parte, no por la línea de los kilos, sino por la calidad, el respeto al medio ambiente, que los productos son más saludables…»

«Para mí era una gran responsabilidad pensar que lo que yo iba a producir te lo ibas a comer tu. ¡Qué mejor que producir de la mejor manera posible y de la más sana posible!.

A finales de los 90 éramos dos pelagatos, nos trataron de locos, de todo. Estaba Rafael de Suerte Ampanera, Pedro de Cachopo, también Julio de la Asociación Biodinámica de San Yago,… Cada uno en su sector éramos unos pequeños oasis cerca de la urbe, convencidos y animados de producir en ecológico. Hicimos una pequeña asociación APRECO (Asociación Profesional de Productores y elaboradores de la Comunidad de Madrid www.apreco.net) y con esa asociación hemos hecho muchas labores en común. Porque lo importante no es sólo producir sino saber que hay gente que está en el mismo entorno, en el mismo gusto por hacer las cosas. Una vez alguien me dijo que éramos verdaderos artesanos de la tierra. Y es una gratificación porque ves que el entorno cambia a mejor, aunque sea más laborioso.»

El sector ecológico va creciendo en España tanto en producción como en consumo. Y es de los pocos sectores que está generando empleo. Apunta Hugo que «siempre que hay una crisis la agricultura es la que mejor se defiende, porque es un sector que está muy en la realidad, no está en la especulación.»

Sin embargo piensa que sigue existiendo mucha confusión en los consumidores entorno a los productos ecológicos: «Creo que hay interés en que haya confusión porque en esa confusión seguirás comiendo convencional. ¡Cuántos productos ha habido en el mercado como BIO que los han retirado! Todo eso crea mucha confusión. Y el pobre consumidor no puede leerse todo el etiquetaje porque se volvería loco».

¿Y cómo puede reconocer el consumidor las fresas ecológicas? «Por la etiqueta de la hoja verde de la Unión Europea y el control que lo certifica. Hay un organismo que viene a certificar. Tenemos 3 o 4 visitas a lo largo del año; nos miran la hoja, la tierra y el fruto, y si detectaran un engaño nos retirarían la licencia de fresa ecológica. Además se nota mucho en el sabor. En la fresa es automático; te comes una ecológica y una convencional e inmediatamente lo notas. A lo mejor en una patata no se nota tanto y te puedo engañar mas fácilmente.» Dice Hugo Vela

Sí reconoce Hugo Vela que está viendo un cambio en el consumo del español. «Siempre hemos tenido buen producto, pero el español siempre se ha limitado a tragar sin pensar en lo que comía. Y por fín se le ha encendido la lucecita y se pregunta por qué tengo que comer esto y no lo otro y cómo está hecho esto…. Y es muy sano hacerse esas preguntas porque te lleva a hacer una buena elección a la hora de hacer la compra.

En los productos que solemos comprar no le ponemos cara a los productos, son productos anónimos. Al producto ecológico sí le puedes poner cara. A mí me gustaría que le pusiésemos cara a quien hace un yogur que encontramos en las grandes superficies. No hay manera de ponerles cara.

Nosotros somos pequeñas producciones, tenemos la posibilidad de agrandarnos pero siempre limitados por la biología del entorno. Yo tengo estas condiciones aquí, pero en otra parte de Madrid a lo mejor no sale la misma fresa. Es como el Vega Sicilia, que lo han intentado hacer en el Tajuña y no sale. Hay una serie de condiciones. Aquí estamos rodeados del río Jarama, del arroyo Viñuelas y el arroyo Quiñones, estamos como en una isla. A lo mejor si me metiese en un sitio donde hubiese mucho conejo, cierzo, jabalí, no habría manera de producir fresas. Es también que la naturaleza te permita.«

Las fresas de Monjarama se venden en tiendas ecológicas y a través de grupos de consumo principalmente. Una mala experiencia en Mercamadrid en sus inicios les llevó a olvidarse de las grandes superficies y mercados y hacerse con su propia clientela. «Tenemos que dar las gracias a las asociaciones de consumidores que empezaron, como Ecosol, La Espiga, ya desaparecida, y otras, que apostaron por lo que hacíamos, nos han comprado siempre y nos han sido muy fieles. Luego ya empezaron las tiendas especializadas, que es donde está el gran consumo, y las fruterías.

Hemos intentado llegar al supermercado de barrio pero nos piden un palé al día, escalas en las que no nos podemos mover, porque sería desvirtuar lo que podemos producir con la superficie que tenemos. Sino habría que doparla como hacen en los cultivos convencionales. Esto produce 250 gramos por planta y en lo convencional produce 1,200 gramos. A veces te preguntan ¿por qué lo ecológico es mas caro? Hay ciertos productos que tiene una clara razón de ser, porque tienes menos producción. Esto es el caviar de la fresa. No creo que se pueda encontrar mejor»

También tienen otras formas alternativas de venta. Se puede ir directamente a la finca a coger fresas al peso y sale más barato lógicamente. O si vas en bicicleta las fresas las dejan a mitad de precio. También van excursiones de colegios con niños de entre 3 y 6-7 años. Cada profesor coge un grupo y les enseñan cómo cosechar las fresas. «Es curioso ver como los niños tienen muchísimo respeto a lo que se les está enseñando. Es una cosa que perdemos con el tiempo. Es muy agradecido para nosotros, porque nos saca mucho de nuestra rutina, porque el campo es mucha rutina a veces por muy bonito que sea».

¿Y aguanta bien la fresa el clima de Madrid? ¿los inviernos?

«Si, se pasa la desbrozadora encima de la planta y no queda más que una yema pequeñita que aguanta todo el invierno. Tenemos una cara de invierno, donde nos dedicamos más al invernadero, con la venta de la planta de fresa, y de frutos del bosque, arándano, grosella frambuesa, mora, y otra cara de verano de producción de fruta lo que nos permite tener una continuidad de ingresos. Hay que pensar que también el cultivo tiene que ser sostenible económicamente.»

Además cultivan en menores cantidades fresón, frambuesas, moras, arándanos, grosellas y flores como peonías y lirios que venden a floristerías. Y comercializan mermelada de fresas e incluso sorbete.

También Monjarama cuenta con una huerta con pepino, tomate, calabacín, berenjena, pimientos,… y una pequeña viña de uva de mesa sin pepita: «Es muy triste que en un país de la uva como el nuestro, venga uva de Italia, de California, de Chile. ¿Qué nos ha pasado? Es que nos vamos a tener que ir a China a trabajar como sigamos así. Como no valoremos lo nuestro, yo no sé que va a pasar. Un alemán que viene valora más lo que tenemos que nosotros.»

A propósito de los chinos tiene una anécdota muy divertida. Recibió una visita de una delegación china de la Cámara de Comercio porque querían ver una plantación ecológica, un mercado y organismo de certificación: «Cuando llegaron aquí me pasé toda la mañana explicándoles la fresa y saque un botijo en un momento dado… Y ya tuve que estar toda la tarde con el botijo, porque les interesaba más el botijo que todo lo que les pude explicar.»

Una de sus grandes preocupaciones por su cercanía a una gran capital como Madrid es la presión urbanística: «El cultivo de la fresa va muy ligado a la arena. Y los desarrollos urbanísticos también. Sin cemento y arena no hay construcción. ¡Cuántas veces han venido constructores a saquear la arena de las parcelas de la zona! Muchas fincas de esta zona han sido vaciadas de su arena y rellenadas con otro tipo de tierra. Nosotros podíamos haber vendido perfectamente pero llevamos en la sangre el cultivo y no hemos sido capaces de apuntarnos a este tipo de desarrollo.»

La capital y su extrarradio ha crecido mucho desde los años 70 cuando se instalaron en esta finca y se han generado nuevas infraestructuras como el Hospital Infanta Sofía y el metro que están a sólo 5 km. Pero lo que realmente le afecta es la depuradora que el Canal de Isabel II construyó el año pasado junto a su finca:

«Crea un impacto ambiental y visual muy fuerte. Es aprender a convivir con algo que nos da miedo, porque las aguas fecales tienen unos tratamientos químicos. Es verdad que es un avance tecnológico porque el agua que echamos al rio, y que antes echábamos sin depurar, trae una regeneración medio ambiental y se empiezan a ver peces en el río, pero…. yo creo que hay depuradoras ecológicas de algas y de juncos… Eso mismo se podía haber hecho dando un paso más. Nosotros lo llevamos muy mal, porque no nos podemos trasladar. He hablado con Ecologistas en Acción, con abogados, con el Comité de Agricultura Ecológica que nos apoyó mucho para hacer presión para que no pusieran la depuradora aquí… Pero el que pone la tecla y decide que es ahí… Es ahí.

No solamente una catedral es un patrimonio. También los cultivos. Se nos olvida que la gastronomía es un patrimonio cultural y la parte botánica, el cultivo, proteger las tierras de labor, es un patrimonio importante que hay que preservar para futuras generaciones, porque parece que las patatas crecen en las estanterías de los supermercados.»

No cabe duda de que Hugo Vela es un enamorado de su trabajo, del campo y del medio ambiente. Su sueño, nos cuenta entre bromas, es llegar a tener su propia «gasolinera solar», para poder repartir las fresas en un coche eléctrico.

Finca Monjarama, C. viejo de barajas s/n – San Sebastián de los Reyes

Tel. 91 652 74 41

www.monjarama.es

 

Cristina García Castro

Fotografía: Miguel G. Castro

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15,4 minutos de lecturaActualizado: 10/06/2013Publicado: 10/06/2013Categorías: ECOLOGIAEtiquetas: , ,

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