Elsa Punset viene de un gran éxito editorial con «Una mochila para el Universo» del que se han vendido mas de 200.000 ejemplares () y que está publicado en 14 países. Está al frente del Laboratorio de Aprendizaje Social y Emocional (LASE). Ahora acaba de publicar «El Mundo en tus Manos» (Ed. Destino), un libro sobre las claves para desenvolvernos en el mundo actual, un mundo cada vez más tecnológico y globalizado pero donde la soledad es la mayor epidemia. El libro además incluye test para medir nuestras habilidades sociales y contiene ejercicios prácticos para ayudarnos a mejorarlas. No es magia, es inteligencia social.
Elsa tiene facilidad para contar de un modo fácil y asequible lo que es complicado, divulgando los resultados de estudios científicos de una forma práctica y amena, que mejora nuestras vidas, como hemos podido disfrutar en sus colaboraciones en El Hormiguero (Antena 3) y Redes (TVE), con la sección la mirada de Elsa.
En este libro pasas de la inteligencia emocional a la social. ¿Era el paso natural?
He pasado mucho tiempo intentado comprender cómo funcionamos interiormente. He querido dar un paso adelante, pasar de lo emocional a lo social para comprender cómo nos impactan los demás. Qué podemos hacer para convivir mejor y para sacar cada vez más partido a un mundo globalizado.
Estamos metidos de llenos en una revolución tecnológica cuyo impacto en nuestras vidas es al menos tan grande como fue la llegada de la agricultura o la revolución industrial en su momento. Y lo cierto es que esta revolución tecnológica está cambiando el papel de las personas en el mundo.
Durante siglos nos hemos centrado en la necesidad de sobrevivir físicamente en un mundo bastante más peligroso de lo que es ahora. Y nos hemos acostumbrado a repartirnos tareas, a delegar, a dejar que otros tomen muchas decisiones por nosotros y esto hoy en día se refleja en las instituciones que nos gobiernan que a veces son lentas y rígidas y les puede costar tomar decisiones en base a toda esta explosión de conocimiento de la que estamos rodeados hoy día.
Se ha democratizado el conocimiento porque cada vez llega más rápido a más personas. Se acabó el tiempo de los ciudadanos pasivos, las dependencias, la jerarquías inamovibles los grupos cerrados, la información reservada… Hoy en día todos podemos tener el mundo en nuestras manos con todas sus oportunidades y a cualquier edad porque estamos consiguiendo recuperar poder de decisión sobre qué mundo queremos y cómo queremos vivir. Es algo extraordinario. Es un empoderamiento del individuo.
También analizas el papel de las Redes Sociales. ¿Cómo cambian nuestra forma de relacionarnos?
Vivimos en un mundo hiperpoblado e hiperconectado. Pensábamos que las Redes Sociales nos iban a salvar de la soledad y no lo están haciendo. Son una forma increíble de intercambiar información, de conocer a personas nuevas y estar en contacto con gente de todo el mundo. ¿Pero por qué somos a veces tan agresivos en las Redes Sociales? Cuando los humanos no nos miramos físicamente no funciona la empatía, lo que nos une a unos con otros. Tenemos que aprender a comunicarnos a través de la Red sin dañarnos.
¿Somos más solidarios ahora que antes? ¿O es una solidaridad de pantalla tipo Facebook y Change.org que no se traslada a la vida real?
Hablar de nosotros como colectivo es siempre complicado, porque es una media. Pero la media está deseando hacer algo mejor y vivir mejor. Si lees cualquier discurso de los grandes políticos, como Churchill, decían unas cosas que te quedabas pasmada. Sin embargo estaban mucho más adelantados que los que hablaban 50 años antes. Los humanos hemos logrado integrar conceptos como el derecho a la libertad, a la igualdad de oportunidades, la empatía… Todavía no los hemos trasladado a nuestra forma de vivir pero se habla de ello. Es un enorme paso.
Si. Pero todos conocemos por ejemplo las historias de los abuelos en los pueblo y se ayudaban más los vecinos entre si… ¿no?
Vivimos en un entorno más frío pero no tiene porque serlo. Es más fácil gestionar un entorno pequeño, un pueblo, ser tribal y ser bueno con tu tribu. La gente encuentra mas fácil ejercer la empatía con los que se parecen a ellos.
Ahora se viene abajo esta forma de vivir. La gente empieza a no vivir siempre en el mismo sitio, siempre con la misma familia, siempre con la misma pareja…
Todo esto cambia y estamos haciendo lo que Peter Singer llama ampliar los círculos de empatía; cada vez identificarnos con gente que se parece menos a nosotros. Esto es un ejercicio maravilloso, que nos cuesta a todos. Tienes que entrenar de nuevo. Por eso digo que viajar es una escuela de vida maravillosa.
Dices que vivimos una epidemia de soledad y que influye en nuestra salud física ¿Cómo?
Si. Tenemos datos que confirman que cada vez nos sentimos más solos, cada vez tenemos menos amigos íntimos y más personas viven solas. La soledad mata tanto como el tabaco.
En los años 80, cuando brotó el SIDA, se vio que los homosexuales que no habían salido del armario, que tenían más miedo al rechazo de los demás, morían entre 2 y 3 años antes. Eso nos puso en alerta sobre el impacto en la salud física del miedo al rechazo.
No nos estamos tomando el dolor emocional y social en serio. Primero porque no conocíamos su impacto hasta hace poco y sobretodo porque las políticas de prevención de salud mental no son políticamente rentables y tenemos que demandar y conseguir que se les de la importancia que tienen.
La mente necesita de los demás. Los humanos estamos programados para estar juntos.
Si todo queremos relacionarnos bien… ¿Es el mundo de la empresa o la educación basada en la competitividad lo que nos lleva a relacionarnos peor?
No. En realidad es algo que intuimos todos. Y además muchísima gente está empezando a reclamar una forma distinta de trabajar, de vivir, de relacionarse. Pero mira de dónde venimos. Si hace nada estábamos en las cuevas y a veces lo olvidamos.
En el siglo XX nuestra vida cambió mucho. Pero cambió para cuidar el cuerpo.
Hemos pensado durante un tiempo: «si a la gente le das televisión, le das un techo, le das de comer aunque sea basura, vivirán bien,… ¿qué mas quieren?«. Eso ha servido para que vivamos vidas más largas, sobrevivimos mejor. Hemos conseguido esto.
Pero hay toda una parte de nuestra mente que no hemos atendido. Es lo que yo llamo la sobreprotección física y el abandono emocional. Y lo más gracioso es que ahora podemos empezar a medir el impacto de la mente en el cuerpo y nos damos cuenta de que funciona a la vez. Era absurdo pretender que el cuerpo iba por un lado y la mente iba por otro.
Vamos a empezar a entrenar la mente y eso significa, entrenar la emociones, entrenar las habilidades, las competencias que nos permiten vivir vidas más plenas.
¿Qué pasa con nuestros políticos que son los que tienen esto en las manos y podrían hacer más? Los políticos tienen una visión cortoplacista, muy a menudo desde la ignorancia, con modelos antiguos…
Y si, ya se sabe, pero sólo desde hace 10 años. Los primeros estudios muy serios sobre el impacto del yoga sobre la recuperación de las mujeres con cáncer de mama han salido recientemente. Necesitamos empezar a aplicar esto y no pensar de una manera y vivir de otra. El mundo está mejorando pero tenemos mucho por mejorar.
¿Cómo podemos cuidar nuestra mente?
Salimos al mundo exterior y muy a menudo nos agotamos. La vida es una batalla con momentos magníficos y sus momentos duros y necesitamos recuperar fuerzas en los ámbitos mental, emocional y fisco. Tenemos que aprender que nuestra mente necesita cuidados para mantenernos sanos.
En el capítulo «El descanso del Guerrero» hablo de trabajar 7 grandes secciones: dormir bien, aumentar la energía física, mejorar la atención y la concentración, gestionar la tristeza, entrenarse en positivo, ser asertivo y gestionar y comprender la ira, que son piedras de toque de nuestra salud mental y física.
Estamos empezando a entender que podemos entrenar a nuestro cerebro y que no es difícil.
¿Qué pasa para que de niños nos relacionemos tan bien y de mayores casi ni hablemos con los vecinos?
El capítulo 1 lo dedico a esto. Intentaba entender cual es la base de cómo nos relacionamos y volví a descubrir a John Bowlby, el padre de la teoría del apego. Básicamente un niño nace programado para la curiosidad y el amor, y tiene muy poco miedo. A medida que pasan los años sube el miedo y baja la creatividad, la curiosidad y el amor a los demás. Tienes miedo a la gente. En EEUU, que lo miden casi todo, dicen que más o menos a la mitad de las personas les pasa esto.
Esto viene de la infancia y de cómo te trataron tus padres. Si tus padres te hicieron sentir bienvenido y te enseñaron que el mundo era un lugar seguro tu reaccionas así y es lo que plasmas en cada relación que viene nueva.
En el libro hay un pequeño Test basado en el trabajo de John Bowlby; contestas a 20 preguntas y ves que hay dos formas básicas de relacionarnos con los demás: segura e insegura. Si los demás te dan miedo, si lo que tus padres te han trasmitido es «yo no te cuido, yo no tengo tiempo para ti, tu eres un estorbo para mi o yo no se que hacer contigo»… desarrollas una forma de relacionarte insegura, que puede ser evitativa, evitando a los demás, o agarrándote como una lapa.
Una vez que tu sabes cuál es tu tendencia, trabajas en ello. El capítulo 1 está lleno de ejercicios prácticos. Yo creo que ayuda mucho porque es la base de la inteligencia social. ¿Por qué tenemos una pareja y otra y otra y en todas nos pasa lo mismo? Porque repetimos patrones. Si vuelves al patrón original y lo transformas un poquito cambias muchas cosas.
¿A corto y medio plazo en la educación básica habrá asignaturas que tengan que ver con la gestión emocional y social?
Creo que todo estamos ya concienciados de que tenemos que cambiar nuestros sistemas educativos. Hasta hace 10-15 años no conocíamos la importancia de las emociones y el cerebro y lo entrenable que era. La genética era la que condicionaba nuestras vidas. Estamos todavía en manos de instituciones demasiado rígidas. Tenemos ya suficiente información para saber que podíamos estar educando de forma muchísima mejor. Entre las políticas que yo llamo de salud mental preventiva está por ejemplo la educación. No se trata de gastar más sino de gastarlo mejor.
¿Cómo se mide la infelicidad? ¿Qué sugieres a los gobiernos para mejorar la felicidad de su pueblo?
Sabemos que la soledad mata tanto como el tabaco. Una de las cosas que podríamos estar haciendo en las escuelas es ser menos tolerantes con el rechazo. No enseñamos a los niños el daño que hace el rechazo a los otros. Que una palabra puede ser como un puñetazo. O que en la red cuando han roto el círculo de empatía y no miran al otro dicen barbaridades. Y hay niños que terminan muriendo.
Sabemos que lo que más daño hace a la gente es la sensación de ser rechazados por los demás. Pues medir esto, qué políticas están creando más soledad o la sensación de ser rechazados, no es difícil.
Aunque no estamos programados para hacernos daños los unos a los otro, el entorno y el ejemplo de los demás nos influyen notablemente. Ejemplos históricos como el nazismo en realidad tiene los mismos mecanismos que subyacen en algo tan terrible como es el acaso escolar
¿Pero eso es algo de las personas individuales o de la sociedad y los gobiernos?
Es todo. La inteligencia social implica que tu regulas tu inteligencia emocional pero hay cosas que no dependen de ti: cómo vives, en qué tipo de sociedad vives, en que tipo de ciudades y eso depende mucho más de lo que deciden nuestros gobiernos. Tiene que haber mucha más permeabilidad entre el gobierno y el ciudadano. Creo que vamos a ciudadanos mucho más activos que van a reclamar pero para eso tienen que estar informados y saber que reclaman.
Cristina García Castro
Fotografiás: Cristina García Castro