¿De qué le sirve la Biodanza a una persona completamente feliz?

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Sabemos que la Biodanza es un sistema de integración humana sorprendentemente completo y eficaz.
Entonces… ¿para qué practicaría Biodanza una persona que ya está plenamente integrada?
Te proponemos fantasear con una utopía. Imaginemos que existiera alguien con todos sus potenciales plenamente desarrollados, con todas sus dimensiones en equilibrio, con coherencia en su forma de pensar, sentir y actuar, en armonía consigo misma, con las demás personas y con el entorno.
¿Qué podría obtener esta persona imaginaria de una escuela de Biodanza?

 

ENCONTRARSE CON OTRAS PERSONAS FELICES

Si fuera realmente una persona tan evolucionada como ideamos, cabe inferir que se encontraría espléndidamente sola y con cualquier compañía. Pero como es una persona que se quiere a sí misma, podemos sospechar que también se permitiría darse unos caprichos y pasar algunos ratos rodeada de personas en su sintonía.
Rolando Toro, el creador de la Biodanza, nos recordaba que “Biodanza, más que una terapia, es La Ceremonia del encuentro humano”.

Claro, suponer que todas las personas que practicamos biodanza somos felices es mucho suponer. De hecho suponer que existe la completa felicidad también es mucho suponer.

Pero vamos a salir de ese bucle aceptando la orientación que da Martin Seligman a la “auténtica felicidad”: aquel bienestar que es duradero y no coyuntural y que puede cultivarse.

Una forma de cultivarlo es la Biodanza, ya que en ella se dan los tres componentes de los que consta la felicidad según este autor:
• Se cultivan las emociones positivas y los placeres tanto corporales como superiores.
• Se favorece entrar en un estado de “flujo”, el estado de conciencia que experimentamos cuando nos encontramos completamente absortos en aquello que estamos haciendo y que además conlleva el desarrollo de nuestras fortalezas y virtudes personales.
• Se facilita que otorguemos un sentido a la existencia, el emplear nuestras fortalezas y virtudes al servicio de algo que trascienda nuestra persona.

Desde luego no podemos considerar que la Biodanza nos sitúa directamente en esa felicidad auténtica pero efectivamente pone a nuestro servicio todos los elementos para que nos acerquemos a ella todo lo que nos atrevamos.

Y además de lo que nos aporta a largo plazo, también nos alimenta el momento presente. Aunque por supuesto en una sesión de Biodanza se pueden deflagrar todo tipo de emociones (algunas incluso dolorosas), suele ser habitual escuchar entre biodanceros/as que los momentos más felices de su semana se dan en la sesión de biodanza.

Así es que cabe esperar que esa persona idealmente feliz se encontraría en la sala, si no con personas plenamente felices, si al menos con valientes que se atreven a cabalgar hacia ese estado permanente y, que se encuentran en ese trote, con muchos momentos más que satisfactorios.

MÁS ALLÁ DE LA FELICIDAD: ENCONTRARSE CON EL PARAÍSO

Como decía Rolando Toro: “Biodanza no se conforma con que las personas alcancen la felicidad, considera que es necesario tener acceso al éxtasis.
La Biodanza nos ayuda a percibir la realidad de forma más profunda, a captar la esencia de las personas y del mundo, nos proporciona un cambio en el sentido y significado del todo.

Los seres humanos tenemos dos tipos de estados de conciencia:

– los estados “alternativos” (la conciencia ordinaria y el sueño)
– y los estados “alterados” (producidos por meditación, hipnosis, drogas o procedimientos de trance).

Las cuidadas secuencias de ejercicios de la Biodanza nos permiten un suave “trance” integrador que nos lleva a una conciencia ampliada.

De esta forma, la Biodanza, frecuentemente nos lleva al:

– “éxtasis” (descubrir lo bello de fuera, percepción de todo lo que existe e identificación con el universo, las múltiples criaturas y las personas), e
– “íntasis” (descubrir lo bello de mí y todas mis potencialidades, felicidad de ser yo mismo/a).

Es de esperar que esa persona totalmente realizada que inspira nuestro artículo fuera afín a alcanzar un vergel por medios naturales.

“Nuestra clave está en la exaltación de la vida, la celebración, la alegría, la levedad, la frescura, la sensualidad… construyendo nuestra realidad y nuestro propio paraíso” (Rolando Toro).

MÁS ALLÁ DEL PARAÍSO PARTICULAR: EL ALTRUÍSMO

Aunque esta persona ideal tuviera todos los recursos para disfrutar de su propia felicidad, cabe esperar que tendría motivación y energía suficiente para pretender esto mismo en sus semejantes.

En la profesión de Facilitador o Facilitadora de Biodanza encontraría un medio ideal para convertirse en agente de cambio por un mundo aún más feliz y amoroso.
Rolando Toro se dirigía a la red de profesores/as de Biodanza mundial recordándonos el poder transformador y la responsabilidad social de nuestro trabajo: “Vamos a cambiar el mundo sin ninguna duda. Esto tienen que saberlo y tienen que saber que es una Misión”.

El desarrollo de una persona va unido a su interacción con otras personas. Un grupo, una sociedad y la humanidad misma es un organismo superior a la mera suma de sus miembros.

El grupo en Biodanza simboliza la humanidad. Integra a nivel afectivo y constituye un campo de interacciones muy intenso. Las situaciones de encuentro tienen el poder de cambiar profundamente actitudes y formas de relación humanas.
Biodanza ofrece la posibilidad de restablecer el equilibrio entre lo individual y lo colectivo, de tornar el individualismo en singularidad y el borreguismo en pertenencia.

EL DISFRUTE COMO MEDIO

La Biodanza es autotélica. No es solo un medio para alcanzar un fin. Efectivamente nos sirve para desarrollar todos nuestros potenciales de forma armónica. Pero también tiene sentido en sí misma.

Una persona tan desarrollada seguro que también aprendió a ponerse a sí misma las cosas fáciles. Aunque fuera capaz de encontrarse armónica en cualquier lugar, seguro que también sería hábil en encontrar aquellos espacios que en sí mismos aportan equilibrio y nutrición.

Esto se debe en gran parte a que en la sesión de Biodanza todo está integrado: la música, el objetivo que persigue cada ejercicio, la emoción que deflagra cada propuesta, el movimiento corporal que conlleva, la voz de quien facilita la sesión, el volumen de la música, la intensidad de la luz, la secuencia de ejercicios, la influencia en el sistema nervioso autónomo de cada una de las partes de la vivencia, las características del grupo…

Así es que este ser superrealizado tendría muchos motivos para vivenciar Biodanza:
Danzar libremente.
• Escuchar música muy variada y seleccionada para encender emociones agradables.
• Recibir y dar caricias.
Jugar.
• Mirar a lo ojos.
• Reírse.
• Relacionarse con autenticidad.
• Relajarse profundamente.
• Ampliar la conciencia.
• Dar y recibir placer.
• “Desconectar” por un tiempo.
• “Conectar” más y mejor.
• Inventar su propia vida…

Esperamos que tú también.

David Díez Sánchez
Director de la “Escuela Oficial de Biodanza Sistema Rolando Toro de Madrid – Centro”
[email protected]

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5,9 minutos de lecturaActualizado: 21/11/2017Publicado: 15/09/2016Categorías: Desarrollo PersonalEtiquetas: ,

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