Mi amistad con Víctor Martínez Flores es profunda y bien conocida. Hemos escrito tres libros juntos y que han despertado un considerable interés. Asistí varias veces al congreso internacional de yoga que él fundó en Marbella, y hemos impartido cursos de yoga a medias en distintos lugares de España.

Cuando yo estaba a punto de morir vino a verme a la UCI en el Hospital de la Paz en Madrid, cogiendo con urgencia un tren desde Málaga. Ahora vive en Nicaragua e imparte cursos por distintas partes de Latinoamérica.

Ha hecho sugerentes aportaciones en algunas de mis obras. Hemos tenido ocasión de conversar muy a fondo. Ahora asumo la agradable tarea de hacerle una entrevista. No es fácil, porque Víctor es un hombre poliédrico y difícil su alma de escudriñar.

Algunos, no pocos, le tienen como «l´enfant terrible» del yoga. Tal como lo haría un maestro zen, se muestra a veces intencionadamente hosco, tajante, sorpresivo, chocante y abrupto; tal como procedería un maestro del budismo tibetano, se presenta en otras ocasiones amable, sutil, cercano, comprensivo. Víctor es Víctor. No deja indiferente a nadie. No es etiquetable ni fácilmente definible. Tiene algo de indescifrable hasta para los que mejor le conocemos. Por eso insisto: Víctor es Víctor.

– Pues con esta entrevista estamos, querido Víctor. Obligado es preguntarte ¿por qué finalmente optaste por el yoga cuando ya habías recorrido otras sendas hacia la Sabiduría, como el budismo tibetano? ¿Qué encontraste de especial en el yoga?
– Creo que una parte práctica muy importante. El budismo mágico tibetano es eso, mágico y me cambió la vida pero me resultaba excesivamente laberíntico. Necesitaba algo más directo y en algún punto comprensible aunque sin duda la claridad que ofrece la palabra de Buda hace muy liviana la existencia y fácil de soportar. El yoga era una vía directa para mí, muy fácil de asumir, un beso muy cálido.

– Tú, como yo, eres un ácrata sin acrimonia. Sin embargo, y en esto también coincidimos, te has trabajado sin cesar. Hoy está de moda aquello de no esforzarse, no seguir ninguna disciplina ¿Qué opinión te merece todo ello? ¿Hay atajos para llegar al cielo? ¿Hay sendas fáciles como propone el pseudo-vedanta?
– No existe lo bueno-bonito-barato. El yoga es un senda estrecha no un camino ancho… La meditación no es fácil, más bien es un descenso a los infiernos. Si meditas sobre una flor no meditas, porque simplemente estas cargando tu mente de un objeto, por muy hermoso que sea. Meditar es buscar el vacío… y la mente, nuestra esclavista, se encarga de llenarla rápidamente con todo lo que nos turbe para poder sustraernos de la búsqueda de la no-mente, su feroz contrincante, nuestra libertadora.

– ¿Qué ha hecho por ti el hatha-yoga? ¿Qué opinas del pranayâma? ¿No te causa algún pesar el que el hatha-yoga, que es tan valioso, se esté convirtiendo en puro fitness, un canto al ego y la estampa del campeón, una patraña?
– El hatha yoga me ha moldeado, me ha cincelado en las sombras y me ha enseñado que al final del túnel, hay una lucecita muy pequeña, pero capaz de incendiar al mundo.
De todas las técnicas del hatha yoga el pranayâma es la que más me cuesta y a la vez la que considero más importante. De hecho en el yoga se considera una técnica peligrosa. Hay pranayâmas que, sin control específico, pueden provocar un aborto o despertar una esquizofrenia. Hoy sabemos, como en algún libro he expuesto, que hay respiraciones que son contraproducentes en caso de tumores…

Respecto a lo que siento de ver al yoga tan vulnerable es como una herida sobre la que se araña. Quisiera sentir mejor compasión o indiferencia pero entonces recuerdo a San Agustín: “Señor dame ecuanimidad y templanza, pero ni tanta ni ahora”

– Tú eres un librepensador, no cabe duda, a veces hasta lo escandaloso para lo mojigatos del yoga, para los sepulcros blanqueados que abundan en el ámbito del yoga. Sin embargo, llevas una década organizando un congreso donde seguro que se cuelan sectas yóguicas, fanáticos, mentalidades dogmáticas y «mentores» sin escrúpulos, ¿No es así?
– Procuramos ser lo más estrictos posibles en nuestras invitaciones a los congresos tanto el de Marbella como el de Valencia y el joven congreso de Granada (Nicaragua) pero a veces así nos ha sucedido. En otras ocasiones hemos creado auténticos monstruos de Frankenstein debido a la convocatoria masiva de visitantes y un profesor humilde ha terminado reciclado en un profesor cuajado de vanidades. Pero en general confío mucho en el discernimiento humano.

– Una pregunta un poco escabrosa. Algunos te han dado fama de ser un gran seductor tántrico, un amante de lo femenino, ¿lo eres?
– No sé muy bien que responderte, pero te diré algo con gran sinceridad: No me interesa en absoluto el mundo de los hombres. Me parece francamente aburrido. Creo que si pudiera decir lo mismo del mundo de las mujeres viviría más tranquilo.

– Considero que la proliferación de pseudo-yogas daña irreversiblemente la esencia del genuino yoga. ¿Cómo proteger la inestimable herencia del yoga verdadero?
– Es una labor de honradez por parte de los maestros y profesores. El yoga es un ente vivo, se le puede estudiar, adaptar e investigar pero indiscutiblemente hay que defender la tradición de los Himalayas, ser guardianes de su esencia. Los pseudo-yogas como dices son una telaraña, atrapan y atraen por lo exótico y lo fácil que resultan pero igualmente sus beneficios son un conjunto vacío.

Yo he pasado por muchas escuelas contemporáneas y ¡me han fascinado! Las respeto muchísimo pero la verdad es que estoy volviendo cada vez más a los orígenes, a un yoga clásico con una fuerte impronta del conocimiento anatómico que nos ofrece hoy en día la ciencia.

– ¿Qué me dices de todos esos que se dan el pisto de iluminados y caen en el juego perversamente narcisista de decirles a los otros «yo te enseño porque tú no sabes?” ¿Y de los salvadores de almas? ¿Y de esos mentores hindúes que llegaron a América y vendieron su alma al diablo falseando el yoga para rentabilizarlo y mercantilizarlo?
– El “tú no sabes” es muy propio de los indios, la verdad. Siempre tratan de hacerte sentir un ignorante y te pasan por la cara ancestrales sabidurías de las cuáles Occidente estará siempre en deuda. Pero no podemos olvidar nuestras raíces, nuestra vasta y rica cultura, nuestro arte, nuestra ciencia. Quizá el gran error de Occidente y lo que lo convirtió en un Accidente fue no sólo asumir esa cultura como lo mejor, sino tratar de imponerla. Pero India tiene sus claro-oscuros. Los descubres cuando sales del ashram y paseas por Varanassi

No podemos olvidar que los primeros en prostituir al yoga fueron los indios. En algunos casos hicieron de éste el timo de la estampita. Date una vuelta por Risikesh. Los salvadores de almas son siempre cazadores de brujas.

– ¿No llama la atención que siendo el yoga una enseñanza para superar el ego se den tanto auto-importancia algunos preceptores? Más ego imposible. El peor de los orgullos: el espiritual.
– El ser humano es un animal al que le gusta abrevar de sus mismas heces aunque nazca en la luz y su destino sea la luz. En realidad como tú me dijiste en una ocasión, hay más gente buena que mala pero los malos se organizan mejor y hacen más ruido.

Creo que de tanto combatir al ego muchos terminan convirtiéndose en lo que más detestan.

– Dime una cosa, sin tapujos, de ti para mí, ¿por qué hay gente que está en el yoga y no les cambia sus actitudes y conductas mezquinas?
– Porque el yoga te da paz mental y flexibilidad pero es incapaz de otorgar discernimiento a un imbécil.

-Federaciones, reglamentación, grupúsculos enrarecidos, mentes cuadriculadas, politiqueo de pasillos en lugar de verdadera espiritualidad, títulos de profesores a precios impúdicos, el supermercado espiritual, el yoga como simple ejercicio gimnástico o un deporte. ¿No es todo ello, utilizando un término crudo, vomitivo? ¿Te imaginas pasando por ello a Ramakrishna o Ramana Maharshi?
– Todo lo que mencionas responde a lo siguiente: el temor al talento ajeno. Hay gente que cuando es incapaz de conseguir más alumnos en sus clases o que su curso de formación esté lleno, o desprestigia o trata de convencer a los organismos competentes para legislarlo y así vivir de la teta del Estado tratando de convertirse en el sheriff del yoga. Ramakrishna o Ramana no tenían tanto tiempo para perder. Estaban ocupados en hacer algo importante

– Ahora háblame de ti como buscador espiritual, no como profesor de yoga ¿Qué buscas y qué esperas?
– Felicidad Ramiro, aspiro sólo a ser feliz y que cuando tenga que irme a la orilla blanca, la gente me recuerde como alguien bueno.

– Siempre digo que eres un escritor como la copa de un pino. Nuestro común amigo Antonio García Martínez, gran practicante de yoga, siempre dice que eres de sus preferidos. ¿Cuál será tu próximo obra?
– Antonio es pura luz, una gran inspiración como amigo y persona. Y un gran lector lo que me enorgullece que piense así de mí. La próxima publicación está programada para septiembre, “El libro de la mujer” que editará Arcopress. Me apetece luego escribir sobre reeducación postural e higiene de espalda. Es sin duda la enfermedad del siglo XXI. Para muchas personas su máximo esfuerzo es cambiar el canal de televisión con el mando a distancia.

Hemos diseñado un mundo de bienestar basado en el mínimo ejercicio físico y eso se traduce en hombros abatidos, problemas de lumbo-ciática y figuras corporales tristes y desanimadas. Es necesario reflexionar y dar las pautas para recuperarnos y así morir jóvenes lo más tarde posible

– Víctor, yo sé mucho de ti, aunque cuando quieres eres una puerta para la que no existen llaves, pero los demás no saben tanto. Estás hablando con tu amigo Ramiro. Llegaste a mí por karma, por la lectura de mi novela «El Faquir», por tantas cosas… Ábrete en canal y dime ¿Hacia dónde vas? ¿Cuáles son tus inquietudes? ¿Vas logrando la paz interior?, ¿Como ves este mundo en el que nos ha tocado vivir?
– Llegué a ti no sólo por Karma, sino por profunda admiración. Ya te quería antes de conocerte, como muchos de tus lectores… Creo que el desarrollo ético ha sido inversamente proporcional al desarrollo tecnológico. Es muy desalentador porque no somos muy corporativistas y hemos caído en las trampas de la competencia y del individualismo lo que nos impide un “frente común de conciencia”…

No sé bien hacia dónde voy, mi amigo, se que perdí mi brújula en algún viaje pero no la hoja de ruta. Así que ahora miro las estrellas para guiarme pero en esa situación comprenderás que la paz interior es una bandera al viento, algo caprichoso, azuzante, es una leyenda. Pero hay que vivir azotado por los vientos. Vientos del este, vientos del oeste

– Nuestro cuarto libro está por escribir. Quizá nunca lo demos a ningún editor. Mientras tanto voy a decirte lo que le dijo Tagore a Gandhi: «Tú y yo nos comunicamos de corazón a corazón». Y lo haremos siempre.

Ramiro Calle
Centro Shadak

www.ramirocalle.com