¿Quieres dejar el tabaco?
¿Por qué tratar casos de tabaquismo?
Hay profesionales de la hipnosis que descartan el dedicar parte de su trabajo al tratamiento del tabaquismo. A veces por considerarlo una técnica simple de aplicar, a veces por considerar que pueden dedicarse a problemas más complejos y aliviar a quienes les piden ayuda para dolores, fobias, depresiones, estrés, colon irritable, etc.
El tratamiento del tabaquismo en el mundo de la hipnoterapia ha sido, digamos, un tanto menospreciado.
Sin embargo el lograr una tasa de recaída tan pequeña como el 2,5% en lugar de un 60%, que esta siendo una tasa muy habitual y casi aceptada como normal entre quienes se dedican a la recuperación de las adicciones, es cuestión de enfocar el tratamiento como cualquier otro, o sea considerándolo un problema limitante que no solo afecta a la salud sino a la relación con el entorno y a la relación consigo mismo, porque sentirse incapaz de parar de fumar e intentarlo una y otra vez es sumamente desmoralizador y genera sentimientos depresivos y actitudes autodestructivas.
Todo problema humano merece ser respetado y entonces se encontrará qué hay detrás. Cada persona viene a terapia por aquello que es capaz de reconocer que va mal… muchas veces hay algo detrás. El terapeuta tiene que saber entrever el problema base, lo que a mí me gusta llamar el «corazón del problema» y no me refiero al tan manido concepto del origen o «trauma» sino al posible problema latente (y no estoy afirmando que siempre haya uno) que impide a la persona tomar decisiones y dejar la adicción. Todos sabemos que muchas personas son capaces de dejar de fumar por sí solas, quien no toma esa decisión y la lleva a cabo es casi siempre porque tiene un problema añadido.
¿Quién puede asegurar que tras una adicción no se esconda un deseo de muerte, una ansiedad inespecífica, una soledad o sensación de incomprensión, un duelo mal resuelto o un sentimiento de pertenencia a una familia?
Esta es la razón por la que es bueno aceptar casos de patologías que parecen triviales: tal vez sea la única necesidad que conscientemente una persona tiene para acercarse a resolver problemas más ocultos. ¿Quién puede asegurar que tras una adicción no se esconda un deseo de muerte, una ansiedad inespecífica, una soledad o sensación de incomprensión, un duelo mal resuelto o un sentimiento de pertenencia a una familia?
Este es el caso del paciente que viniendo a dejar de fumar tuvo un «insight» que nos desvió primero a tratar otros aspectos de su vida tales como el duelo de su padre y la pertenencia a su familia.
Cuando contestó a la pregunta con la que empiezo todo tratamiento: «¿Qué quieres cambiar hoy y por qué?» contestó: «Quiero dejar de fumar porque es malo para la salud», como casi todas las personas que vienen para el tratamiento de tabaquismo. Siguiendo mi costumbre emprendo una desestabilización que tiene por objetivo crear a la vez un incremento de la motivación, casi una exigencia de que se aplique el tratamiento, y obtener un estado de confusión durante la cual la persona desconcertada buscará algo que le parezca más coherente y lo recoja como una frase que sí entiende.
Un poco como el agarrarse a un clavo ardiendo.
De modo que hablando rápidamente para no darle oportunidad de análisis le dije: «¿Y eso qué más da? ¡Al fin y al cabo todos hacemos muchas cosas malas para nuestra salud! No hacemos ejercicio, comemos poca fibra, no bebemos agua, no descansamos lo necesario, nos cargamos de estrés y todas esas cosas las podemos cambiar cuando queramos hacerlo» La sucesión de cosas nocivas para nuestra salud que las personas hacemos es presentada con seriedad y aplomo, va en incremento y sigo poniendo ejemplos hasta que la persona inicia una respuesta de protesta del estilo: «si pero es que…»seguido de cualquier argumento. En ese momento, sin que apenas pueda escuchar conscientemente, es cuando afirmo el final de la frase: «y todas esas cosas las podemos cambiar cuando queramos hacerlo». Quedando esto como una sugestión entregada en el momento en que la persona se está preguntando si de verdad la voy a querer tratar y exigiendo el tratamiento. O sea un momento muy receptivo, un momento de demanda.
Tanto tiempo fumando, es necesario hacer una despedida para dejar el tabaco
El tratamiento continúa acto seguido explicándole que ya que llevaba tanto tiempo con el compañero-tabaco sería necesario hacer una despedida. Planteo esta despedida empleando una levitación de mano diciendo que un globo publicitario de su marca de tabaco y lleno de humo le tiene atado como una marioneta y le pido que «corte la cuerda» y mire como el globo sube, disfruta del ascenso y dándole las gracias por haberle otorgado la libertad. Habitualmente esta despedida suele ser muy bien recibida por los clientes ya que traspasa la emoción de «estar atrapada la persona» a «haberse liberado».
En el caso al que me refiero de repente el cliente frunció el ceño y una lágrima se deslizó de su ojo, le pregunté si deseaba compartir algo de su experiencia: «Me he dado cuenta que si dejo de fumar estaré traicionando a mi padre y a mi hermano que murieron de cáncer de pulmón».
A partir de entonces el tratamiento se enfocó como una psicoterapia con una meta muy distinta: consecución del duelo y restructuración de una creencia que el cliente no había identificado. Por supuesto, el dejar el tabaquismo fue una «consecuencia menor» del tratamiento lo cual fue para él la confirmación de haber superado sus emociones más desestabilizadoras aunque éstas no se las hubiera confesado antes de emprender la despedida del globo.
El inconsciente busca el psicosomatizar cualquier emoción inconclusa hasta que se le preste atención
Esta es la razón por la que no se puede despreciar cualquier oportunidad de dejar que la parte inconsciente de una persona se exprese aunque sea acercándose a la terapia con un problema tan colateral como el tratar el tabaquismo. El inconsciente busca el psicosomatizar cualquier emoción inconclusa hasta que se le preste atención. Si el entrar en contacto con dicha emoción es demasiado doloroso se producirá una evitación y el inconsciente buscará formas indirectas de reclamar atención. Algunas veces es a través de una adicción auto-destructiva.
¿Y si dejáramos de luchar contra el tabaco?
Por supuesto no siempre aparecen problemas co-laterales y no hay que buscar el «corazón del problema» si este no existe. En cualquier caso, tanto si parece que lo hay o no, el tratamiento antitabaco se hará buscando no demonizar el hecho de fumar. Cuanta menos importancia se le dé menos difícil será librarse de él. Me gusta decir que uno no se defiende de aquello que no teme, de modo que si no parece tan terrible será que no tiene poder sobre el cliente.
Después de haber desmitificado varios aspectos del tabaco como el que sabe bien (¿recuerdan el sabor del primer cigarro?) o que calma (¿saben que el efecto de la nicotina es aumentar la adrenalina?) se pedirá al cliente que siga al pie de la letra una metodología para fumar y que sobre todo «no haga esfuerzos para no fumar». También se le dirá que siempre lleve consigo el paquete de tabaco porque dejar una adicción es poder estar en contacto con ella sintiendo indiferencia pues si se teme recaer, es que no se ha dejado del todo la necesidad de fumar y que lleve una botellita de agua de la que beberá siempre que tuviera ganas de fumar. Tras haber bebido podrá decidir si quiere renunciar a la libertad de «no-fumar» o por el contrario encender un pitillo y darle alguna calada.
De este modo, sin esfuerzo, se reduce la ansiedad por tres motivos: Primero no hay prohibición ni limitación, luego no hay obligación de abstenerse por lo que no se puede fracasar, lo cual ha podido ser un temor en otras ocasiones y, el ir fumando menos, equivale a ir dejando de fumar con parches o chicles de nicotina, o sea reduciendo el nivel de nicotina progresivamente y produciendo un deshabituamiento sin síndrome de abstinencia. A ese estado contribuye también el que el cliente recibe una grabación que le facilita el entrar en auto-hipnosis reforzando las sugestiones de bienestar, la de querer conseguir la meta de dejar el tabaco y la de sentirse plenamente satisfecho al haber bebido agua. De este modo cuando bebe agua desiste con facilidad de fumar ejerciendo su «libertad de no fumar» y eliminando todos los cigarros compulsivos o que obedecen simplemente a gestos automáticos.
El tratamiento está basado en, precisamente, no generar ansiedad sino saber manejarla
En una semana la persona suele dejar paulatinamente de fumar y habiendo asistido en días alternos a la sesión de hipnosis en la que se le han ido dando sucesivas inducciones hipnóticas y también entregado diferentes grabaciones, llega un momento que abandona por completo el fumar y lo hace sin haber luchado contra el tabaco. En estas dos segundas sesiones se habrá buscado el consolidar los progresos y el prevenir las posibles recaídas, así como el no compensarlo con un exceso de comida. Esto último se consigue porque el tratamiento está basado en, precisamente, no generar ansiedad sino saber manejarla.
Y es, precisamente por haber incorporado mientras dejaban de fumar una estabilidad emocional que muchas veces hacía tiempo que no conocían, por lo que muchos clientes terminan diciendo lo que uno verbalizó con las siguientes palabras: «¡Gracias Winston!», reconociendo así que si no hubiera sido por su adicción al tabaco no habría descubierto todos los beneficios que estaba obteniendo de su autohipnosis diaria.
Teresa García Sánchez
Directora
Instituto Erickson Madrid