Hemos sido educados para sobrevivir y prosperar en este mundo, basándonos en tener, y acumular bienes materiales. Los resultados están a la vista; no hemos avanzado nada. La situación actual, no es más que un reequilibrio, una vuelta a nuestro verdadero camino porque nunca, podremos ser plenamente nosotros mismos a nivel de la forma, de lo material.

Llegamos a un mundo como el actual, con un sistema económico teóricamente “avanzado” basado en la aumento del consumo, como medio para alcanzar el fin de aumentar nuestros beneficios materiales.

No hace falta pertenecer a ningún movimiento en concreto, ni ser un antisistema, (entiendo que no se ha de ser anti nada), para darse cuenta de la importancia que las noticias de todos los medios le dan al PIB (Producto Interior Bruto). Constantemente estamos escuchando en cuanto sube o cuanto baja el PIB. Las distintas formaciones y poderes de nuestra sociedad discuten una décima de punto más arriba o más abajo, hasta ahí llega su importancia. Parece que es algo vital y dicen que nos va todo en ello.

Y la verdad, es que nos les falta razón, tiene todo el sentido, porque con las reglas de juego actuales, si no aumenta el PIB, no aumenta el empleo. Con el sistema actual, si no consumimos más, no hay más empleo.

La única salida es aumentar el consumo, y los telediarios y los gobernantes, dicen que van a dar una buena noticia, cuando anticipan que las cifras indican un aumento del consumo. No el consumo sostenible; eso para los que mandan es una tontería, y si no, ahí tenemos el fracking, que si es verdad que produce contaminación de las aguas subterráneas, de la atmósfera con la emisión de gases de efecto invernadero como el metano, pequeños terremotos con la sismicidad inducida, etc., Lo que importa es que con él se saca petróleo, que países como Estados Unidos, gracias a él, han conseguido eliminar la dependencia exterior, y los árabes han tenido que reducir el precio, además de permitir a las grandes petroleras, con explosiones en el subsuelo del planeta, controlar el grifo, para poderlo abrir y cerrar, haciendo florecer la especulación; la forma más eficiente, rápida y segura, de enriquecerse. Así que aquí, nada de consumo sostenible, consumo a secas y cuanto más, mejor.

Y de nuevo tenemos que reconocer, que es una verdad incuestionable, que tal como está montado, si no aumentamos el consumo no hay más empleo. Es así, nos guste o no, con este sistema.

Y aquí estamos, muchos que nos preguntamos si no es posible, vivir mejor sin tener que aumentar constantemente el consumo, hasta niveles de derroche, y de destrucción del planeta. Y la respuesta es: Que como tenemos montado el sistema; hoy por hoy, aquí y ahora: NO. Hoy, hay que aumentar el consumo.

Es evidente que el “sistema” falla, que necesita cambiar. Esta es una de las razones por las que decía que la situación actual, no es más que un reequilibrio, una vuelta a nuestro verdadero camino, pero es un camino, el de la economía al que dediqué ya muchos años de mi vida y al que no quiero volver, porque entiendo que aún hay otro más importante.

Y es un cambio que sí es posible, que está germinando, en el interior de las personas que sobreviven en el sistema actual, en el que dicen que sólo es posible incrementar el llamado “desarrollo” y la riqueza aumentando el consumo. Un sistema que mide si un país es o no desarrollado, por la renta en dólares de sus ciudadanos. Con las vigentes reglas de medir inventada por el “hombre actual”, un país rico, es un país desarrollado. ¡Puede haber mayor barbaridad!

Cuando todos sabemos que una persona rica, no tiene nada que ver con una persona desarrollada. Y por tanto, una sociedad rica, no tiene nada que ver con una sociedad desarrollada. Pues a este nivel es al que estamos; este es el auténtico nivel de nuestra “civilización”, para la que un país rico (PIB en dólares), es país desarrollado, para la que aumentar el consumo, es aumentar el desarrollo.

Es un sistema parecido al del gusano que se mete en una maceta y sólo piensa en comer hojas y si puede, se las come todas. Va engordando, come más y más, hasta que se come todas las hojas, destruye la planta entera (en nuestro caso el planeta) y muere de hambre. ¿Es ese el destino del gusano? ¿Es ese el destino del hombre? ¿No nos damos cuenta?

Esta es la parte más importante, darnos cuenta de que somos presa de esa educación, o mejor dicho; de esa mente, educada de forma que nunca tiene suficiente, y que siempre ambiciona a tener más materialmente, creyendo que consiguiéndolo todo a nivel de la forma, de lo material, alcanzaremos el estado por otra parte, inventado, de la felicidad.

Cuando la realidad es que nunca lograremos acumular, y disponer de todas las formas, entendiendo como forma, objetos materiales, que creemos necesitar. Nunca, podremos ser plenamente nosotros mismos a nivel de la forma, de lo material.

Puede que las cosas nos vayan muy bien por un periodo de tiempo, y que todo funcione en tu vida, que tengas buena salud, una maravillosa relación, posesiones, amor, respeto de los demás… Pero si nuestra vida, está basada exclusivamente en las formas, en aspectos materiales, al poco tiempo algo empieza a desmoronarse.

La situación de vida basada en la forma se desmorona porque en el mundo de la forma, nada permanece, todo cambia. La forma es como las olas del mar, unas se disuelven y otras surgen permanentemente; el universo está en permanente cambio.

Si lo basamos todo en lo material, en la forma, y la forma está en permanente cambio, no querremos esos cambios, porque queremos seguir estando en donde estamos. Y viviremos inmersos en el miedo, miedo a cualquier cambio, miedo a vivir.

Juan Moreno
Coach-coordinador de Vacaciones Desconecta
www.vacacionesdesconecta.com