El Yoga es una disciplina tan versátil como bien definida en su propósito y dirección, que son los de apoyarnos en el despertar y realización en el mundo de la luz que mora en nuestro interior. Los beneficios que nos aporta la práctica depende de que tenga una estructura sólida y bien fundamentada en la aplicación de las herramientas que utilizamos, y de las aspiraciones personales que proyectemos al ejecutarla.
Como practicante de Yoga es fácil obtener alguna ligera mejora física y experiencias esporádicas de paz aunque la propuesta que nos haga el profesor sea pobre, sin embargo los profesores de Yoga Integral consideramos que estos objetivos son pequeños para una enseñanza tan grande. La prueba de que nuestra práctica es adecuada es que ciertos aspectos de nuestra vida no permanezcan inamovibles y que después de unos meses practicando en serio observemos que ciertos temas que antes nos hacían sufrir son superados, y si esto no sucede entonces precisamos hacer una reflexión acerca de la práctica que estamos realizando.
El Yoga nos aporta unas herramientas de mejora personal muy poderosas. Cierto es que la vida en su propio transcurrir y sin necesidad de que realicemos ninguna práctica específica, nos ofrece experiencias vitales que en general nos motivan e incluso a veces nos obligan a revisar nuestros esquemas emocionales y mentales más negativos, pero el proceso habitualmente es lento y penoso. Mientras que la vía del Yoga Integral promueve la aceleración del proceso evolutivo ordinario, y lo que tardaríamos años en resolver puede ser abordado en meses incluso en semanas realizándose avances rápidos, a veces incluso milagrosos.
Si nos descubrimos buscando el hilo conductor que da sentido a nuestra vida, frente a la tiranía de la inercia y el impulso, y nos consideramos depositarios de una capacidad de libre elección de la respuesta que daremos a las circunstancias que vivimos, entonces es muy probable que no nos resulte suficiente conformarnos con algunos minutos de paz a la semana, y que tengamos que reconocer que la idea de que en el futuro habrá alguna circunstancia más favorable para que alcancemos una paz auténtica y perdurable no es ni demasiado luminosa ni demasiado inteligente. Podemos aspirar a que la paz sea nuestro estado emotivo más habitual y a que en nosotros crezca un poder personal suficiente como para realizar felizmente el propósito o propósitos de nuestro corazón.
Si nuestra visión actual de la vida es estrecha, limitada y repetitiva, podemos ampliarla, aprendiendo a manejar nuestra atención, fomentando nuestra capacidad de observación y de raciocinio, y abriéndonos a ser más intuitivos en el día a día. Si nuestro cuerpo lo sentimos crispado, tenso o entumecido incluso enfermo podemos curarlo y convertirlo en un adecuado vehículo de acción en vez de que sea una pesada carga. Si nos hemos quedado atrapados en la cárcel de emociones negativas que no nos permiten desarrollarnos como quisiéramos, podemos liberarnos. Los medios están a nuestro alcance para esto y para mucho más.
Incluso cuando no tenemos demasiados problemas y nuestra vida está resuelta, siempre podemos aspirar a explorar habilidades mayores y a desarrollar potenciales latentes, a responder por nuestros propios medios a las grandes preguntas de la vida, e incluso a ayudar a otras personas a avanzar en las mejoras que nosotros hemos realizado y sobre las que tenemos certeza que son posibles.
La idea de que para tomar contacto con nuestro interior tenemos que parar todo movimiento podría limitar nuestros avances en este campo, y será preferible que no la permitamos. La idea de que si miramos hacia dentro lo que encontraremos será poco alentador es sin duda oscura y poco constructiva y ha de ser desterrada si de verdad queremos realizar nuestras grandes aspiraciones personales en el mundo.
Estamos preparados para asumir un reto nuevo y extraordinario, se trata de abrirnos a vivir nuestra dimensión espiritual sin tener que abandonar la vida cotidiana donde eso que somos y encontramos ha de encontrar el espacio para expresarse. Todos sabemos que cuando perdemos el contacto con lo que de verdad somos empezamos a vivir las dificultades. También sabemos que podemos disfrutar de placeres efímeros pero si no damos un paso más allá al final siempre nos encontramos con una insatisfacción habitual cada vez más difícil de llenar.
El Yoga Integral nos permite viajar hacia dentro, sin que para ello necesitemos aceptar dogmas, puesto que lo espiritual y lo transcendente son tan naturales y cercanos que se expresan cuando hay condiciones suficientes para ello. Así que podemos construir nuestra vida en base a la experiencia auténtica y al estar en disposición de aceptar posibilidades que van más allá de lo que ya conocemos.
Por supuesto es evidente que cuando nos embarcamos en la aventura de ampliar nuestra consciencia, no podemos esperar que todo siga igual, pues si somos sinceros buscadores de conocimiento también hemos de ser defensores del progreso en nosotros mismos. Podemos pedirle al Yoga que cubra todas nuestras aspiraciones a condición de estar dispuestos a movernos y a cambiar lo que sea necesario.
Nos queda todavía explorar los límites de lo físico, y el primer paso es encontrarnos con la verdadera naturaleza de nuestro cuerpo, algo para lo que el Hatha Yoga Integral está diseñado, para eso y para que disfrutemos de salud, ligereza y armonía física y emocional. Las asanas no son meros contorsionismos, si no que responden a un conocimiento perfecto de cómo dar efectividad a nuestras energías físico-vitales.
Nuestro intelecto aún puede progresar, pero sobre todo se nos plantea una inevitable revolución del conocimiento humano que pasa por el desarrollo real y eficiente de la intuición como forma de contacto directo con las cosas.
Las acciones que realizamos y que ahora responden habitualmente a tres códigos: supervivencia, instinto y afectividad, podemos hacer que sean la expresión de ideales mayores y más elevados.
Despojarnos de ciertos viejos hábitos y adquirir otros más sanos y constructivos es algo necesario tanto individual como colectivamente. Tanto si ya somos practicantes de Yoga como si no hemos iniciado aún un camino de mejora, debemos reflexionar sobre si estamos aplicando los medios adecuados para los propósitos que nos hemos marcado, y si no es así tomar una dirección que nos haga avanzar en ello.
Savitri- Sandra Docando Andrade
Formadora de Profesores de Yoga Integral de la Escuela Mahashakti,
en las materias de Meditacíon Y Filosofía y Psicología Yoguica
www.escuelamahashakti.com