Los tres campos del conocimiento

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Los tres campos del conocimiento. Averroes clasificó a los seres humanos en tres categorías espirituales: los hombres de la demostración apodíctica, los hombres de la dialéctica probable y los hombres de la exhortación. (Henry Corbin)

El economista francés René Passet, pionero del enfoque transdisciplinar en las ciencias económicas en su obra sobre la historia del pensamiento económico, «Las grandes representaciones del mundo y la economía», dice: «La historia de las teorías económicas no es solo la historia de los progresos de la ciencia, es también una historia de la ceguera y los dogmatismos que han existido siempre, y siguen existiendo hoy en día».

«El avance de la ciencia se produce mediante la confrontación de ideas. Si una teoría no evoluciona se convierte en un acto de fe. Cualquier teoría tiene como fin superarse a sí misma».

«La lógica del largo plazo es la base de la evolución y el desarrollo».

Fulcanelli

Decía el maestro  que «al serle preguntado a la Sibila, qué era un filósofo, respondió: «Es aquel que sabe hacer el vaso». Esto significaba que la forma de obtener el conocimiento, es clave para obtener dicho conocimiento.

En el campo del conocimiento hay tres campos muy diversos, pero que confluyen en el consejo délfico: «Conócete a tí mismo, y conocerás también el mundo y a los dioses».

Estos campos son el campo científico, (que estudia el mundo), el campo humanístico (que estudia el hombre y su sociedad), y el campo «espiritual», (que estudia a «los dioses»).

Averroes

Clasifica a los seres humanos en tres categorías: los hombres de la demostración apodíctica, (los científicos), los hombres de la dialéctica probable (los humanistas) y los hombres de la exhortación, (los espirituales propiamente dicho).

El conocimiento del mundo físico y material, es el campo de la ciencia, donde se aplica el método científico de probación o falsación de hipótesis.

Pero en el campo del conocimiento «humanístico», como la psicología, la historia, la sociología, o la economía, las formas de prueba o falsación de teorías e hipótesis, son imposibles, y por eso en realidad no son verdaderas ciencias, sino «ideologías» personales mas o menos acertadas, sostenidas por intuiciones y creencias personales y subjetivas.

En este campo de lo humanístico no tenemos ninguna duda sobre la existencia de la mente humana, o de las diferentes formas de agrupaciones de humanos, como la familia, o los estados políticos. Sobre lo que tenemos dudas es sobre cómo es su organización y funcionamientos internos.

Pero en el campo de la espiritualidad y de las religiones, que tratan de las supuestas relaciones con algo que está más allá, las dudas van más allá: son sobre la auténtica existencia de ese «más allá».

Por eso nuestro comportamiento ante los conocimientos en cada uno de esos tres distintos campos de conocimiento, son muy diversos, aunque se suelen producir equívocos sobre todo en los campos mas fronterizos.

En los campos de las «ciencias» sociales y en la espiritualidad, existen una serie de hipótesis sobre todos los temas, hipótesis sobre las que tenemos intuiciones subjetivas de que unas son acertadas y otras no.

Así existen muy diversas ideologías sociopolíticas sobre el funcionamiento de la sociedad, sobre las diferentes escuelas psicológicas del comportamiento de la mente, sobre las múltiples creencias religiosas y espirituales, y sobre la naturaleza del «mas allá», y de nuestra relación con el mismo.

Esas hipótesis y teorías que intuimos como ciertas, no son más que creencias personales, ya que no hay la completa y absoluta seguridad de que las cosas sean como nosotros intuímos.

Pero está claro que en el campo de la espiritualidad y lo religioso, previo a toda especulación sobre su organización, hay que hacer un acto de fé previo, y por ello se basa en suposiciones de tipo personal y privativo de las personas que hayan realizado esa apuesta cognoscitiva.

Por ello aun cuando en el campo espiritual se puede y se deben hacer hipótesis y teorías que sean coherentes con nuestros conocimientos científicos, nunca se pueden considerar dichas suposiciones, del mismo nivel que los conocimientos del mundo científico, y ni si-quiera como las ideologías del mundo «humanístico».

 Jung

A pesar de que él era un hombre de grandes vivencias internas y hasta visionarias, y de sus creencias religiosas, que muy posiblemente albergaba, como médico psiquiatra y hombre de ciencia que era, (aunque de una «ciencia humanística»), construyó todo un modelo explicativo de la fenomenología» espiritual humana, sin ninguna referencia al postulado inicial espiritual de la existencia real de un «mas allá» organizado de una forma o de otra.

José Antonio Marina

«Solo el rumbo puede permitirnos unificar tanto fragmento descabalado. ¿Por qué no emprender la gran síntesis?: una tercera cultura para el tercer milenio. Una cultura que supere enfrentamientos superfluos: entre arte y ciencia, humanismo y técnica, cultura de letras y cultura de ciencias, teoría y práctica, universalidad y localismo, razón y sentimiento, seriedad y humor. La inteligencia humana soporta mucha realidad y mucha irrealidad. Sólo nos queda definir el rumbo».


Una gran parte del pensamiento actual, sigue girando sobre si es posible conocer la realidad o no. En eso estriba la gran disputa entre modernidad y postmodernidad


Y para mí que mucho del problema estriba en la confusión de campos, y el querer hacer una regla única, universal para todo. Está claro que en el campo científico, el campo del mundo físico, o sea el Universo, rige la Modernidad, y sus leyes son claras y deterministas, (excepto las inmensas profundidades extremas del mundo cuántico, y de los puntos singulares cosmológicos).

Por decirlo así, cuando vemos un tigre, es que hay un tigre, siempre que veamos correctamente.

Pero en el mundo de las ciencias humanas, y sociales, la cosa va de teorías e hipótesis personales, más o menos intuídas, y la «realidad» ya no es impepinable, sino subjetiva. (Y ya no digamos en el campo del «más allá«).

En la ampliación de nuestra «conciencia» de la realidad de las cosas, confluyen los tres campos del conocimientos, con sus respectivos métodos de investigación, y por eso todo se complejiza. Porque encontramos simultáneamente conocimientos científicos, culturales y sociales, y también espirituales.

Y aquí entra la virtud de la «discreción», que no significa como se cree a veces que consiste en no significarse mucho, sino significa, hacer en cada momento, lo que hay que hacer. Y eso es muy difícil.

Hay un chiste bastante machista, (¡perdón!), que dice que una buena esposa es la que es una buena cocinera en la cocina, una señora en el salón y una desinhibida en la cama. Y que la mala esposa es la que es una señora en la cocina, una cocinera en la cama y una desinhibida en el salón.

Por eso, en el proceso de adquisición de conocimiento, no podemos actuar a piñón fijo, sino que hay que disponer de la flexibilidad metodológica necesaria en cada caso.

Si lo hacemos así, empezaremos a conocernos a nosotros mismos de verdad, y se hará así realidad la frase-clave del frontispicio de Delfos: «Conócete a ti mismo, y conocerás, el mundo, el hombre y a los dioses».

Isidoro García

Director Revista Quitapesares

[email protected]

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7,8 minutos de lecturaActualizado: 12/07/2024Publicado: 20/05/2013Categorías: Desarrollo PersonalEtiquetas: , ,

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