Paso al Otoño, más fácil con Biodanza

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Conocer los efectos el otoño sobre nuestro estado físico y emocional, puede ayudarnos a cambiar nuestra visión sobre esta estación. A algunas personas les produce cansancio, decaimiento y alteración del sueño. El sistema de biodanza tiene muchos elementos para ayudarnos a integrar y transformar estos síntomas en calma, bienestar, buen humor y felicidad.

Si eres de los que cuando llega esta época dice: “no que horror, ya llega el otoño”, anímate a leer este artículo, y a ver si pasa algo diferente.

El otoño es una de las estaciones a los que muchos dicen no sentarles bien a pesar de que reconozcan que la naturaleza se viste de un color especial muy disfrutable. Como el resto de las estaciones, existe, para que la naturaleza pueda completar sus ciclos de vida. Si nosotros estuviéramos menos desconectados de ella, también aprovecharíamos y disfrutaríamos todos sus ciclos. Las estaciones son una manifestación de los mecanismos autorregulación de la naturaleza como organismo biodiverso,

Donde el equilibrio entre los cuatro elementos fundamentales de la naturaleza: agua, tierra, fuego y aire, juegan un papel fundamental.

Un verano sostenido durante mucho tiempo, donde el fuego es el principal elemento, nos quemaría y agotaría por exceso de actividad y nos privaría del más preciado elemento para sobrevivir, el agua. De ella empieza a nutrirnos abundantemente esta maravillosa estación y en biodanza la incorporamos mucho a través de danzas de fluidez.

En una sociedad donde tantos elementos nos desintegran, no sirve con hacer lo de siempre para estar cada vez más integrados. Necesitamos elementos externos que aceleren esos procesos. La biodanza, como enunció Rolando Toro en la última definición, es un acelerador de procesos integrativos. Los mecanismos que utiliza para producir esta integración son muy diversos:
• Por una parte lo hace potenciando nuestro nivel de vitalidad, es decir, poniéndonos más en contacto con nuestro nivel de bienestar físico y mejorando nuestra salud.
• Por otra nos pone en contacto con nuestras sensaciones y ayuda a autorregular los movimientos, evitando los movimientos que producen dolor y estimulando los que nos producen bienestar. Para ello el facilitador tiene que ser un experto, no sólo de las danzas y su secuencia apropiada, sino también de todos los efectos que cada una produce y de los cambios fisiológicos y emocionales que tienen lugar cuando nos enfrentamos a distintos cambios, como pueden ser los producidos por las estaciones.

Si conseguir la regulación física ya es complicado, manejar nuestras cambiantes emociones, es para algunos como atravesar un verdadero laberinto. Los factores que pueden producirnos cambios en las emociones son muy diversos. De los factores ambientales, la luz y la temperatura son los dos que más nos afectan con la llegada del otoño.

La disminución de luz produce cambios en varias de las hormonas que regular el estado anímico:
• Un aumento de melanina. Es la hormona del sueño que provoca también bajada de la temperatura corporal y aumento de apetito para compensar esa bajada.
• Disminución de los niveles de serotonina. Es fundamental en la regulación del estado de ánimo y de los ciclos de sueño-vigilia, Sus niveles adecuados nos proporcionan, calma, bienestar, buen humor, felicidad y nos ayuda a dormir bien, pero cuando disminuye su nivel en sangre, provoca estados depresivos y alteración del sueño.
• Una bajada en los niveles de dopamina. Algunos la llaman la hormona de la creatividad y su disminución produce perdida de atención, falta de concentración y desinterés hacia la cosas

Con este cuadro bioquímico, no hay que extrañarse que a algunos nos aumenten mucho las ganas de dormir, comer, tengamos menos interés por hacer cosas y el ánimo más decaído. Pero tranquilos, no estamos enfermos, solo un poco otoñales y si escuchamos al cuerpo y lo obedecemos un poco, en vez de escuchar las pautas poco saludables de nuestro ritmo frenético, no sufriremos las consecuencias de las críticas duras que nos infringimos por dormir más de lo quisiéramos, tener menos ganas de actividad y estar más hacia dentro. Estas consecuencias son mucho más perniciosas que los efectos del otoño en sí.

Es época de soltar cosas innecesarias que nos generan gasto de energía, y hacerlo con la belleza y elegancia de los árboles, que cambian sus colores más vivos por otros más ocres y se desprenden de sus hojas.

En biodanza utilizamos muchas danzas que nos ayudan a soltar y desprendernos de todas las cosas que no vamos a necesitar durante esta época, incluidas las tensiones físicas y emocionales que nos provoca la resistencia al cambio. Muchas de las danzas de creatividad son verdaderos disparadores de dopamina, y desde la línea de afectividad aumentamos nuestros niveles de serotonina y oxitocina, la hormona del amor. La segunda parte de la clase, donde las danzas son más tranquilas y reposadas, recuperamos nuestro equilibrio interno y se produce la reparación de algunos procesos bioquímico que se han visto alterados y que terminan de armonizar con el sueño “reparador” que se induce con cada clase.

A lo largo de mi década de facilitadora con varios grupos semanales, he ido viendo, como la asistencia a las clases era el acontecimiento más esperado de la semana para muchas personas. La experiencia de mejora y bienestar a la salida de cada clases era el empujón que permitía a muchos, levantarse del sillón y vencer la pereza, para venir como algunos dicen a por su “chute” semanal de biodanza. He visto con mucha felicidad, desaparecer muchas depresiones estaciones, entre otras, la mía propia. Por eso te invito a que hagas algo por tener una visión más positiva y armoniosa sobre esta maravillosa y reparadora estación.

Pilar Peña
Facilitadora y Didacta de Biodanza
Doctora en Biología Molecular
www.pilarbiodanza.com

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5,1 minutos de lecturaActualizado: 25/09/2018Publicado: 22/10/2015Categorías: Desarrollo PersonalEtiquetas: , , ,

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