¿Por dónde se me va la energía? ¿De dónde puedo obtener yo más energía?
Para llevar adelante nuestro proyecto creativo no es suficiente con nuestra intención, necesitamos también energía disponible.
Para aumentar nuestra energía necesitamos conocer lo que nos da energía y practicarlo, y también detectar por dónde se fuga nuestra energía.
El siguiente artículo propone una guía sencilla para detectar fugas de energía y buscar soluciones concretas.
Desde que soy madre, he aprendido a escuchar mi cuerpo y a ser consciente de mi nivel de energía. Las interacciones que tengo con personas, lugares, conversaciones y pensamientos pueden ser determinantes en cómo me siento. Sin energía, la maternidad y la vida cotidiana pueden convertirse en un desafío abrumador.
¿De dónde saco yo más energía? Esta pregunta ha sido mi compañera de reflexión este verano.
A principios del verano, decidí analizar las grandes fugas de energía que me rodeaban:
* Las quejas y el afán de luchar contra la realidad, en lugar de aceptar lo que está siendo.
* La búsqueda de complacer a los demás y la carga de las críticas ajenas sobre mí.
* La obsesión por problemas sin solución, como tratar de cambiar a personas que no quieren o pueden cambiar o añorar lo que ya pasó.
* La lucha contra el miedo y la ansiedad que consume mucho de nuestro bienestar emocional.
* Las películas mentales atascadas, donde los mismos pensamientos vuelven una y otra vez sin ofrecer respuestas.
* Los bloqueos energéticos provocados por el autosabotaje, como el “no puedo”, “no sé” o el angustiante “¿y si me equivoco?”.
Después de identificar mis fugas, comencé a trabajar en la más urgente. Invito a quienes leen a hacer lo mismo: tómense un momento para descubrir cuál es su principal fuga de energía. En mi caso, era repasar episodios del pasado irreparables y resistirme a que las cosas no salieran como yo deseaba. Para recordarme a mí misma la oportunidad de ver las cosas desde otra perspectiva, escribí notas que dejé por casa con el mensaje: “Siempre hay una forma más alegre y ligera de ver las cosas” y dibujé una mariposa. (Animo a los lectores a encontrar sus propias frases y dibujos que les ayuden a reducir sus pérdidas de energía.)
Las encrucijadas de nuestra vida están llenas de posibilidades y confusión. Durante mucho tiempo, vi estas situaciones como meras interrupciones en mi camino, pero una experiencia reciente me mostró que son lecciones de aceptación. En un funeral familiar, mis pensamientos se centraban en la culpa y el deseo de que todo hubiera sido diferente. Sin embargo, en medio del dolor, recibí un mensaje de amor y gratitud que me reveló la belleza de los momentos compartidos. En aquel instante, comprendí que podía elegir entre la tristeza y una nueva forma de ver la situación. Opté por esta última. El cambio de perspectiva renovó mi energía y me permitió apreciar mis responsabilidades como madre y cuidadora.
Desde esa experiencia, cada vez que me desvío de mi camino, me recuerdo a mí misma que toda situación es un cruce de caminos. En cada momento crítico, elijo entre el rencor y la gratitud, entre el rechazo y la aceptación. Esta elección no siempre es fácil, y es un proceso que requiere práctica, similar a entrenar un músculo.
En agosto, mi exploración se centró en cómo manejar las interacciones negativas. Encontré en un libro sobre chamanismo el consejo de dividir estas interacciones en partes más pequeñas. Las interacciones problemáticas suelen ser repeticiones de patrones. Al identificar y cambiar estos patrones, es posible transformar la dinámica. Un ejemplo: en lugar de defenderme tras una crítica, decidí escuchar con calma y abstenerme de replicar. Este simple cambio detuvo una conversación negativa y me liberó de la carga emocional.
No todas las interacciones son fáciles de manejar. A veces, las emociones nos llevan a querer rescatar a los demás; en estos casos, me recuerdo que cada quien tiene su propio camino. La vida es un viaje en el que todos somos responsables de cuidarnos a nosotros mismos.
Mientras navegamos en este río de experiencias, cada uno de nosotros es responsable de nuestra vida y creatividad. Con una actitud honesta y un poco de reflexión, podemos ser conscientes de cómo y por dónde fluye nuestra energía. Vale la pena invertir tiempo en esto, ya que gran parte de la experiencia humana radica en ser creadores y creadoras.
María Ponce de León Fuentes
Psicóloga colegiada-Terapeuta Gestalt-Arteterapeuta
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