Paramahansa Yogananda
Pocos comprendieron la resurrección de Jesús, y una gran mayoría no creyó en ella, aun cuando él apareció en forma visible ante cientos de personas y no solo ante sus discípulos cercanos. En aquellos días, la gente solo pudo entender que Jesús había muerto y que después estaba vivo, pero no comprendían el arte y la ciencia de la ascensión y resurrección tal como se define en las inmemoriales escrituras del Yoga. Ninguna otra ciencia ha descrito en detalle el descenso del alma —la conciencia individualizada de Dios— hasta encarnarse en el hombre, y su ascenso evolutivo y espiritual para regresar al Espíritu. Tras períodos de oscuridad, la ciencia del Kriya Yoga ha resurgido como un método específico para acelerar la evolución espiritual, abriendo el camino cerebroespinal para la ascensión.
La vida y conciencia de una persona común y corriente se encuentra tan atada a las sensibilidades y apegos de la carne que no puede comenzar a ascender de la engañosa ilusión del cuerpo, excepto al dormir o hasta que la muerte destruye la prisión corporal. Cuando el ser humano se sumerge cada noche en el estado subconsciente que subyace a la conciencia externa de vigilia, se eleva de modo parcial —mas no lo suficiente— de su identificación con el cuerpo. En el estado de sueño profundo sin ensueños, alcanza a tocar la frontera con la supraconciencia, pero al despertar regresa de nuevo a la tumba corporal.
Al morir, se asciende un poco más, pero —al igual que en el caso del sueño— la liberación del sepulcro del cuerpo es involuntaria y solo temporal. El ser humano debe encarnarse una y otra vez, hasta acabar con la fascinación que ejercen los deseos y apegos de la existencia física. ¿Por qué no aprender a trascender la identificación con el cuerpo de manera consciente y para siempre? Mediante la ciencia del yoga (la ciencia de la unión con Dios) —más específicamente la técnica de Kriya Yoga—, los maestros de la India han proporcionado la llave que conduce a la resurrección, la llave para alcanzar el reino de Dios.
Aquel que domina la técnica de Kriya Yoga vence la muerte al llevar su alma conscientemente más allá de la identificación con el cuerpo físico y, luego, retornar a la conciencia de la forma mortal. Mediante este proceso, el practicante de Kriya experimenta el cuerpo como un lugar de residencia material del alma, y una vez que el cuerpo ha cumplido su vida útil, él puede abandonarlo de forma voluntaria —sin sufrir el dolor físico o mental causado por el apego— y regresar a su hogar omnipresente en Dios.
Dijo San Pablo: «Os aseguro, por nuestro regocijo en Jesucristo […], que muero diariamente» (I Corintios 15:31). San Pablo conocía la técnica de Kriya Yoga u otra similar. Mediante esta técnica de ascensión, él retiraba la fuerza vital y la conciencia del cuerpo y entraba en el estado de bienaventuranza («regocijo») de la Conciencia Crística. En el estado de meditación trascendente, él podía experimentar a diario el estado de muerte consciente en que el alma logra desechar tanto la conciencia corporal como la inquietud y actividad física y mental del cuerpo, mientras que la respiración y los latidos del corazón disminuyen hasta llegar a un mínimo o cesar por completo.
Después de dominar el estado supraconsciente en el que se suspende la respiración, el alma puede ascender por la espina dorsal y establecer contacto con la Conciencia Crística, para regresar luego al cuerpo, gracias a que, a voluntad, es capaz de conectar o desconectar la fuerza vital tanto de la actividad corporal como de los sentidos externos. El devoto que, por medio de la meditación diaria, trasciende de ese modo la conciencia del cuerpo puede decir con San Pablo: «Muero diariamente» («a diario resucito»), y con certeza conservará la conciencia cuando la muerte se presente y su alma ascienda desde el plano del cuerpo hasta el gozo celestial.
Tarde o temprano, todos los seres humanos deberán ascender para liberar el alma y conducirla, después de la muerte, al reino divino de la conciencia superior, y desde allí hasta su origen en la Infinitud del Espíritu. Existe únicamente un camino a la salvación y ese camino es la comunión con Dios. Para ello no solo se requiere dedicación y constancia en la práctica de los métodos esotéricos de meditación para trascender el cuerpo, sino también la aplicación de los principios crísticos relativos al comportamiento moral y espiritual —tan esenciales como la meditación— los cuales proveen los cimientos para consolidar los logros del devoto en la meditación.
Los pasos fundamentales de la ciencia del yoga, denominados yama y niyama por Patanjali en sus Yoga Sutras, y las cualidades del alma del devoto que avanza en su sendero hacia Dios, tal como las estableció Sri Krishna en el Bhagavad Guita, se fusionan e iluminan armoniosamente el sendero de perfección crística que enseñó Jesús en el Sermón del Monte y en otros discursos.
Estos emisarios de Dios proclaman al unísono que el camino a la ascensión consiste en amar a todos, olvidándose de uno mismo al prestar servicio desinteresado y ayudar a la elevación espiritual de los demás; desprenderse del apego a los sentidos, a las posesiones y a las emociones que mantienen al hombre cautivo del cuerpo y del ego (la ira, el temor, la lujuria, la codicia); amar a Dios en forma suprema y meditar tan profundamente que uno pueda entrar a voluntad en el éxtasis de la supraconciencia —el portal a través del cual se alcanzan los estados finales de ascensión en la Conciencia Crística (Kutastha Chaitanya) y en la Conciencia Cósmica (Sat-Chit-Ananda).
Practica los preceptos de los grandes maestros; no te limites a recitar lo que ellos han dicho, pues de ese modo insultarías su ofrecimiento de prodigarte el don de la liberación. El devoto aspirante debe comportarse de modo crístico y ser constante en la práctica de la meditación profunda para lograr trascender el ser físico, el ser astral y el caparazón de conciencia que lastran su alma, y encontrar así la gozosa resurrección en el Espíritu.
Extracto del Discurso 75 del volumen III de La Segunda Venida de Cristo, la trilogía de Paramahansa Yogananda sobre las enseñanzas originales de Jesús (Copyright © 2012 Self-Realization Fellowship, Los Ángeles, California).
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Paramahansa Yogananda es mundialmente reconocido como una de las personalidades espirituales más ilustres de nuestro tiempo y está considerado el padre del Yoga en Occidente. Nació en el norte de la India y en 1920 se radicó en Estados Unidos, donde enseñó, durante más de treinta años, la antigua ciencia y filosofía de la meditación denominada Kriya Yoga y divulgó el arte de vivir en forma equilibrada. A través del célebre relato de su vida, Autobiografía de un yogui, y del resto de sus numerosos libros, Yogananda ha inspirado a millones de personas. En la actualidad, Self-Realization Fellowship —la sociedad internacional que él fundó en 1920 con la finalidad de diseminar sus enseñanzas en todo el mundo— continúa llevando a cabo su obra espiritual y humanitaria.