En una ocasión me preguntó una persona ¿cómo se puede levantar uno cada día con ganas de ir a trabajar?
La pregunta me sorprendió porque quién me la hacía era un chico de no más de treinta años y que se encontraba al principio de su carrera profesional, esos años en los que la ilusión y las ganas de «comernos el mundo» suelen llenarnos de energía y de ánimo.
Sin embargo, la pregunta muestra la realidad que viven muchas personas para las que el trabajo no es más que un mal necesario para ganarse la vida y no un elemento más de su felicidad y satisfacción vital.
La satisfacción tiene muchas dimensiones y una de ellas tiene que ver con nuestros deseos
Nos pasamos trabajando más de un tercio de nuestro día, y no sentirnos felices en éste nos pasa una enorme factura en ese gran deseo que compartimos todos los seres humanos de ser felices. Fíjate que utilizo el término «sentirnos felices en el trabajo», no «sentirnos satisfechos». La satisfacción tiene muchas dimensiones y una de ellas tiene que ver con nuestros deseos.
Puede que desee estar haciendo un trabajo diferente o en un lugar diferente; esto genera un nivel de insatisfacción que incluso puede ser positivo si me anima pasar a la acción para llegar a donde quiero estar. Sin embargo, aún no estando donde quiero estar y sintiendo esa insatisfacción, puedo sentirme feliz con lo que hago cada día.
Todo depende de nuestra actitud y de nuestra mirada. La realidad en que cada uno vivimos es fundamentalmente subjetiva y está constituida no sólo por las circunstancias externas sino también, y de una manera determinante, por nuestros procesos mentales y las interpretaciones que hacemos de éstas. Solemos tender a pensar que vivimos en una determinada realidad sin ser muy conscientes de que donde realmente vivimos es en nuestra realidad. Un determinado trabajo puede hacer muy feliz a una persona y desgraciada a otra porque lo viven desde interpretaciones diferentes, desde expectativas diferentes y desde actitudes diferentes.
¿Es posible disfrutar de algo que no es lo que más te gusta o de un lugar de trabajo teniendo el deseo de estar en otro sitio?
Volviendo a la pregunta que me hizo este chico, mi respuesta fue: «Levantarse cada día con ganas de ir a trabajar depende de lo que disfrutes con tu trabajo«. Cuando disfrutas del tiempo que cada día te pasas trabajando, te levantas con ganas de ir a trabajar independientemente de que lo que haces sea o no lo que más te gusta hacer, o de que el lugar en el que te encuentras sea o no en el que deseas estar.
¿Es posible disfrutar de algo que no es lo que más te gusta o de un lugar de trabajo teniendo el deseo de estar en otro sitio? Sí, claro que sí, porque el disfrute laboral tiene más dimensiones que esas.
La primera condición para disfrutar de nuestro trabajo es adoptar la visión adecuada
En nuestra cultura judeo cristiana, el trabajo ha sido envuelto con un manto de «mal necesario». Antes de la caída del Eden todo era disfrute y abundancia, después, el hombre tuvo el castigo de «ganarse el pan con el sudor de su frente». Este mito de nuestra cultura está engranado dentro de nuestro inconsciente colectivo y, en mayor o menor medida, actúa en cada uno de nosotros aunque no nos demos cuenta de ello. Es precisamente el darnos cuenta, la toma de conciencia, lo que desactiva el mito y nos libera de él.
Por eso, el primer paso para disfrutar del trabajo es tomar conciencia del mito y empezar a verlo no cómo un mal necesario sino como una oportunidad para disfrutar de la experiencia de estar vivos. Desde esta mirada se abre ante nosotros todo un campo de posibilidades que de otra manera nos quedan veladas.
Una vez tenemos la mirada adecuada, luego se trata de activar palancas de disfrute laboral. ¿Cuáles son estas palancas? Pues hay cinco.
1. Divertirte
La mejor manera de disfrutar de nuestro trabajo es divertirnos, y esto tiene más que ver con cómo hacemos el trabajo que con el trabajo en sí. Hay personas que no haciendo lo que más les gusta y motiva, se lo pasan tan bien en su trabajo que disfrutan mucho de su día a día, y esto depende en gran medida de la atmósfera laboral y del «bueno rollo» que haya en su lugar de trabajo. Este buen rollo es algo que indudablemente no depende exclusivamente de uno, pero nuestra contribución es muy importante ya que una actitud positiva, animosa y de disfrute nos convierte en una antena de «buenas vibraciones» que radia allí donde nos encontremos y que influye en nuestro entorno.
Lo realmente potente viene cuando todas aquellas personas que trabajan juntas deciden pasárselo bien cada día en el trabajo. En este caso es poco menos que imposible que no se lo pasen bien. Se trata de echarle imaginación y crear una dinámica de trabajo que sea divertida.
2. Dotar a tu trabajo del propósito más elevado
Otra dimensión del disfrute del trabajo viene por la parte del significado y del propósito que le veamos. Nuestro trabajo nos proporciona cosas a nosotros: sustento, dinero para cosas que deseemos, realización, carrera, posición social… pero también, en la gran mayoría de los casos, proporciona cosas positivas a otros. Los productos y servicios que prestemos o que contribuyamos a crear y prestar hacen una contribución positiva a la vida de otras personas.
Una conciencia clara de esta contribución nos ayudará a disfrutar de nuestro trabajo porque le veremos el sentido y el propósito que tiene en el gran escenario de la vida. Una de las necesidades que tenemos los seres humanos es de sentido, y cuando satisfacemos esta necesidad experimentamos el disfrute de esa satisfacción. ¿Qué contribución positiva hace tu trabajo a la vida de otras personas?
3. «Aplicarte» a retos
Una tercera palanca de disfrute en el trabajo es «aplicarnos» a retos. ¿A qué me refiero con esto? Pues a utilizar nuestras capacidades para enfrentar retos adecuados a éstas. Cuando esto se produce, experimentamos el disfrute que proviene de la «expresión» de nuestro ser que siempre busca expresión.
Al igual que una castaña que ponemos en la tierra busca la expresión y convertirse en un castaño, nuestro ser busca la expresión y el crecimiento, por eso, cuando estamos enfrentando retos adecuados estamos dando salida a la presión que hay dentro de nosotros para manifestar nuestro ser y para crecer.
4. Aprender, desarrollarte y crecer
En la misma línea de «aplicarnos» a retos, tenemos el aprendizaje y el desarrollo. Todo en la naturaleza está programado para crecer y desarrollarse, incluidos nosotros. Nuestro crecimiento lo vemos muy claro en nuestras etapas de niñez y juventud, en las que nuestro cuerpo va creciendo y desarrollándose.
Pero este proceso también tiene su componente psicológico, plano en el cual también estamos programados para crecer en complejidad, de ahí que cuando aprendemos y desarrollamos nuestras capacidades se produce un disfrute natural, y digo natural porque es parte de nuestra naturaleza. Al contrario, cuando nos quedamos estancados, se produce en nosotros la angustia y el ahogo del estancamiento, del corte en el fluir del río de la vida que somos.
5. Tener ilusión
La última de las palancas de disfrute en el trabajo viene por la vía de la ilusión ya que ésta es un estado emocional positivo que nos es muy placentero.
La ilusión tiene que ver siempre con el futuro y con algo que nos gustaría ver materializado en nuestra realidad. Los sueños y las metas son generadoras de ilusión, pero también los proyectos.
Hay trabajos que están orientados a proyectos que nos ayudan a ilusionarnos, pero en cualquier trabajo puedo encontrar ilusión; sólo tengo que mirar mi realidad y decidir algo que me gustaría ver materializado en ella.
No es necesario que sean cosas muy grandes o trascendentes; puede ser la ilusión de que todas las personas que trabajamos juntas nos sintamos felices. Este sueño o deseo se convierte en un proyecto cuando empiezo a pensar en maneras de conseguirlo y me pongo manos a la obra. La ilusión de ver manifestada esa realidad estará conmigo y no sólo me ayudará a disfrutar más de mi trabajo sino también a lograr materializar eso que deseo.
La activación de todas o algunas de estas cinco palancas de disfrute, como yo las llamo, hace que el disfrute laboral sea algo posible, y que además esté en nuestras manos.
Que tengas un gran día.
Juan Manuel Martín Menéndez
Escritor. Conferenciante.
Consultor de grandes empresas y
autor del libro «Que tengan un gran día»
www.quetengasungrandia.com