El Viaje Interminable: Alinear Cuerpo y Luz para Encontrar Nuestro Verdadero Propósito

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14,2 minutos de lecturaActualizado: 12/11/2024Publicado: 12/11/2024Categorías: Estilo de VidaEtiquetas: , ,

Nada de lo que a cada uno de nosotros nos llega, es al azar: ni las personas con las que convivimos o que aparecen en nuestra vida, ni las situaciones de vida que se nos presentan, sean las que sean, nos llegan por casualidad. Todo lo que vivimos forma parte de un engranaje perfecto que tiene su razón de ser en lo que decidimos experimentar en cada encarnación.

Cada vez tengo más claro el “por qué” y el “para qué” de lo que vivimos.

Cuando decidimos encarnar en lo humano, elegimos también cuáles queremos que sean nuestras experiencias y aprendizajes para esa vida. Y organizamos todo de tal manera que podamos llevar a cabo esas elecciones que hemos hecho.

Pero con solo leer estas líneas seguro que alguno de vosotros ya se estará preguntando: pero si esto realmente es así, si estoy viviendo conforme a lo que elegí vivir ¿por qué entonces me siento tan mal, como atrapado, y con la sensación de que no gobierno ni dirijo mi vida? ¿Cómo es posible que haya elegido algo que me machaque y dañe tanto (personas, situaciones)? ¿Qué objeto tiene el que tengamos que vivir con dolor o sufrimiento?


Todo lo que vivimos forma parte de un engranaje perfecto


Vamos a ir dando respuesta a estas preguntas que no entendemos y vamos a hacernos conscientes de cómo funciona el proceso de nuestra evolución como seres de luz, porque quizás hayamos avanzado mucho en el conocimiento de nuestra faceta humana, pero nos queda aún mucho por conocer y descubrir en nuestra faceta como seres de luz. Sumerjámonos, si así lo deseamos, en este apasionante viaje de hacernos conscientes. ¡Allá vamos!…

En las conferencias que imparto utilizo frecuentemente una frase que seguro que has escuchado en muchas ocasiones: “El desconocimiento de la ley, no exime de su cumplimiento”. Y claro está, la explico, pero asociada a lo que nos sucede en nuestra vida: pongo el ejemplo de que de la misma manera que me veo afectado por las normas o las leyes que existen en el lugar en el que vivo o en el que me encuentro ocasionalmente, igualmente me veo afectado por las leyes que rigen el acoplamiento entre el cuerpo humano y el cuerpo de luz (aunque no tenga ni idea de qué se trate).

Cuando nuestros cuerpos humano y de luz no están alineados, sentiremos que nos falta algo, que hay algo en nuestra vida que no está funcionando. Y cuanto mayor sea esta separación entre nuestra parte física y nuestra parte espiritual, mayor malestar sentiremos.

Erróneamente hemos pensado que si nos ocupábamos de perfeccionar nuestra parte humana, conociendo cómo funcionaba y adquiriendo estrategias para comunicarnos y para conseguir nuestras metas, nos íbamos a sentir mejor. Creímos que consiguiendo cosas que nos propusiéramos (como tener unos estudios, un trabajo; comprarnos un coche, una casa; o incluso formar nuestra propia familia y tener nuestros hijos) nos haría ser más felices, nos permitiría sentirnos mejor con nosotros mismos.

Sin embargo, nos estamos dando cuenta de que por muy estrategas que seamos y por grandes objetivos que logremos, eso sólo nos hace conectar con un bienestar puntual que dura muy poco tiempo; por lo que si queremos volver a sentirnos bien de nuevo, aunque sea efímeramente, nos embarcaremos en un nuevo viaje de conseguir cosas. ¡Y así una y otra vez!


Perfeccionar nuestra parte humana nos proporciona un bienestar puntual


Este camino tarde o temprano, actualmente con el nivel de conciencia que vamos adquiriendo será más temprano que tarde, pondrá de manifiesto en cada uno de nosotros un vacío a modo de desasosiego (porque haga lo que haga y consiga lo que consiga cada vez me voy sintiendo peor). Y cada vez es menor el tiempo de bienestar que logro con lo conseguido, siendo mayor -a su vez- el tiempo que he tenido que emplear para conseguirlo. Es decir, cada vez tengo que hacer un mayor esfuerzo para conseguir algo que me permita conectar con un “me siento bien”, y cada vez es menor el tiempo que me mantengo en ese “me siento bien”. ¡Y por eso me frustro!

Pero no pensemos que únicamente por el hecho de tomar la vía espiritual nos va a ir mejor. Os recuerdo que en otros artículos que he publicado ya indico que si tomamos el camino espiritual como huida nos vamos a sentir mal. Nos sentiremos, al igual que en el camino físico, “bien a ratos”. Por ejemplo: tras una práctica de yoga o una sesión de meditación podemos sentirnos bien un buen rato. Y ni qué decir tiene, que si tenemos la oportunidad de relajar nuestra mente y nuestro cuerpo durante unos días de retiro de lo cotidiano en un ambiente de calma y relajación en contacto directo con la naturaleza o en una playa aislada, ese bienestar con el que conectemos podrá ser mayor y más duradero. ¡O No!

Hemos de saber que mientras coloquemos nuestro bienestar en lo que está fuera, siempre dependeremos de lo que está fuera de nosotros. Creeremos que tenemos que perseguir algo para sentirnos bien, o que los demás tienen que cambiar algo en ellos para que nosotros nos sintamos bien. De manera que nos podemos pasar la vida buscando en lo externo a nosotros lo que ya está en nosotros, en nuestro ser de Luz, y a lo que únicamente hemos de dar salida desde nuestra parte humana (permitiendo la alineación de nuestros cuerpos humano y de luz). Pero… ¿cómo hacerlo?

Ejemplos explicativos:

  • Ejemplo 1: Imaginemos una persona que está opositando a un determinado puesto. Lleva años intentándolo. Se ha presentado en varias ocasiones y, pese a su esfuerzo y dedicación, no consigue pasar el examen. Entonces, como quiere aprobar a toda costa, decide formarse en técnicas que le ayuden a lograr sus metas (leyendo libros o asistiendo a cursos que le permitan adquirir esta capacitación). Y después de acceder a este entrenamiento en cómo conseguir lo que se propone, decide aplicarlo para superar la prueba.

Hasta aquí parece que está todo bien. Parece bastante razonable que nos formemos en aquello que pueda ayudarnos a superar las dificultades con las que nos encontramos en las cosas que deseamos hacer (o que pueda ayudarnos a alcanzar las metas que nos propongamos).

¿Pero qué ocurriría si esta persona por mucho interés que tuviera en ese puesto desde su parte humana (lo desease desde sus pensamientos, creencias, motivaciones, deseos…) no lo hubiese elegido como luz antes de encarnar? Es decir: ¿Qué creéis que pasaría si la persona desease acceder a ese puesto por motivaciones humanas, sin haber elegido pasar por esta experiencia antes de encarnar? Si la persona no eligió pasar por esa experiencia en esta encarnación (aprobar la oposición y acceder a ese trabajo) por muchos intentos que haga no aprobará. Podrá presentarse una y otra vez, y podrá aplicar las mejores estrategias para alcanzar sus metas y objetivos, pero no aprobará (porque aprobar y realizar ese trabajo no forma parte de su plan para esta vida).

Si sus cuerpos humano (lo que quiere hacer) y de luz (conciencia de lo que vino a hacer) no están alineados, esta persona lo seguirá intentando probablemente durante mucho tiempo, desarrollando y llevando a cabo todo tipo de estrategias para conseguirlo, motivada por aquello de “el que la sigue la consigue”.

Sin embargo, este refrán cobra especial sentido cuando por ejemplo hemos elegido trabajar en esta vida la perseverancia o la tenacidad. Y entonces, efectivamente, solemos necesitar bastantes intentos para conseguir algo (porque esos intentos son la base de nuestro trabajo para experimentar justamente la perseverancia o tenacidad). Pero cuando el aprendizaje en perseverancia y tenacidad ya esté hecho, desaparece de nuestra vida todo lo que no elegimos que estuviese, haciendo en nuestra vida realidad el dicho de “si no es para ti, ni aunque te pongas”.

Y por muy tenaz y perseverante que hubiera podido llegar a ser la persona del ejemplo 1, no llegará a su vida aquello que no hubiese elegido que estuviese en ella, aunque en el aquí y el ahora de su vida no recuerde las elecciones que hizo. Da igual lo que haga, los años que estudie la oposición, los recursos que emplee. Si no está en su plan para esta vida no se le materializará (por mucho que se empeñe, que se enfade o que persista). Lo único que conseguirá será frustrarse y sentir que perdió el tiempo.

Pero si esta persona del ejemplo 1 tomase conciencia del “para qué de lo que ha vivido”, podría alinear sus cuerpos humano y de luz y poner todo lo que aprendió -en cuanto a estrategias y técnicas para alcanzar objetivos y conseguir metas- al servicio de lo que realmente pactó para esta existencia (y entonces fluiría con la vida y su desarrollo y evolución serían imparables).


El cuerpo humano y de luz deben estar alineados


  • Ejemplo 2: Imaginemos ahora una persona que vive con un familiar (padre, madre, hermano/a, hijo/a…). Esta persona practica diferentes técnicas espirituales (yoga, meditación, retiros…). También en este caso parecería a simple vista que todo está bien (ya que las técnicas mencionadas tienen un amplio reconocimiento social por el beneficio que aportan a las personas que las practican). Pero… imaginemos también que la motivación que hay debajo de que la persona practique estas técnicas es encontrar un espacio de tranquilidad donde poder refugiarse, aislarse, y no hacer frente a las situaciones que vive con su familiar (por el que se siente juzgada y criticada, lo que le lleva a conectar con su propia rabia).

Para comprender mejor todo el proceso vamos a vivirlo desde dentro, como si nos pasase a nosotros. Supongamos que me he tomado unos días de descanso para relajarme y distanciarme de lo que vivo, porque no me siento bien con esta situación. Imaginemos que he elegido un lugar tranquilo y placentero en el campo, el mar o la montaña, lejos del mundanal ruido.

Estos días que estoy pasando aislado de lo que vivo, pueden resultar muy beneficiosos para mí, sobre todo si realizo durante este tiempo actividades que me ayuden a relajarme y a entrar en contacto conmigo mismo, como el yoga o la meditación, o si participo en actividades de grupo con personas que tengan inquietudes espirituales similares a las mías.

Según van pasando los días, me digo: ¡Vaya, parece que estoy consiguiendo relajarme y olvidarme de todo! ¡Parece que esto me está ayudando a estar bien! ¡Por fin un poco de tranquilidad y armonía en mi vida! ¡Me siento fenomenal! De nuevo, hasta aquí todo bien: estoy haciendo algo con lo que disfruto, me tomo un tiempo para mí y estoy haciéndome más consciente de lo que pasa en mi vida a través de actividades de evolución espiritual.

Pero… ¿qué pasa entonces? Que los días de retiro se terminan y que he de volver a mi vida diaria, aquella en la que hice un maravilloso paréntesis, pero que me espera donde la dejé.

Eso sí, como vengo cargado de energía y muy relajado, puedo haberme hecho el propósito de que las cosas van a ser diferentes a partir de ahora. Sin embargo, con desesperación observo que, en muy poco tiempo, las cosas vuelven a estar como antes. He vuelto a una vida donde sigo teniendo a un familiar que me juzga, que me critica, que me cuestiona, y hacia el que siento mucha rabia. ¡Y ya no sé qué hacer, porque no veo ninguna salida posible! (a no ser que mi familiar cambiase su actitud hacia mí, lo cual no creo que haga).

¿Qué pasa entonces?, ¿es que no hay salida posible para lo que vivo? La respuesta sería: ¡Claro que hay salida! ¡Siempre hay salida! Pero la salida no pasa muchas veces por lo que deseo y a lo que me aferro, que es que el otro cambie o que la situación desaparezca de mi vida. La salida pasa siempre por hacerme consciente y llevar a cabo mis aprendizajes para esta existencia (a través de las personas con las que decidí hacerlos y de las situaciones que elegí vivir).

Si tengo un familiar que me juzga y yo conecto con la rabia, él tendrá pendiente trabajarse el juicio (y, si quiere o no quiere hacerlo, será asunto suyo) pero, sin ninguna duda, yo tengo pendiente trabajarme la rabia (lo cual claramente es un asunto pendiente mío). Este familiar está actuando como un “espejo” que me muestra mi rabia. Y si estoy dispuesto a “ver” -aunque me fastidie y me cabree muchísimo su actitud hacia mí- me estaré dando la oportunidad de poder hacerme cargo de mi rabia y soltarla (al tomar conciencia de que la rabia está en mí).


¡Siempre hay salida!


En conclusión

Por tanto, si fuese el protagonista de estos ejemplos tendría 2 opciones:
1.- Negar que lo que he leído pueda ser así (a lo que tendría pleno derecho puesto que se me dotó de libre albedrío para tomar mis propias decisiones).
2.- Aprovechar el que se me dotó de libre albedrío, y decidir si quiero seguir viviendo las situaciones que están en mi vida de la manera en que lo hago.

Si fuese la persona de los dos ejemplos propuestos, en el primero de ellos tendría que plantearme si quiero seguir presentándome a la oposición -una y otra vez- poniendo en práctica técnicas para lograr objetivos, sin pararme y preguntarme el “para qué de lo me está sucediendo”, o tomar la decisión de lo que deseo hacer, en función de ese “para qué me está sucediendo” (como puede ser el hecho de que no eligiese pasar en esta vida por la experiencia de aprobar o de trabajar en ese puesto. Y “si no es para ti, ni aunque te pongas”).

Si yo no tomase conciencia del “para qué”, me estaría perdiendo -sin darme cuenta- la oportunidad de poner todo lo aprendido en técnicas para lograr objetivos o en técnicas de crecimiento personal, al servicio de lo que realmente vine a experimentar a esta existencia.

Y, en el segundo ejemplo propuesto, tendría que plantearme si cuando conecto con la rabia a través del juicio y la crítica de mi familiar, quiero emplear las técnicas de evolución espiritual como refugio y huida de esta situación, o como toma de conciencia de lo que se mueve en mí (siendo éste el primer paso que necesito dar para decidir cómo voy a llevar a cabo el aprendizaje que vine a hacer: aprender a poner límites desde el amor, aprender a vivir en libertad pese a las opiniones de otros…).

Es muy importante que sepa que si yo no realizo mi aprendizaje pendiente a través de la “oportunidad” que me da este familiar, aparecerán otras “oportunidades” en mi vida a través de las cuales yo pueda realizar ese aprendizaje pendiente (porque si decidí realizarlo en esta vida se me va a cumplir aquello de “si es para mí, ni aunque me quite”).

Por tanto, cuando decidimos tomar las riendas de nuestra vida haciéndonos conscientes de que somos los únicos responsables de cómo la vivimos (a través de los aprendizajes que hacemos o que dejamos de hacer, y de la mayor o menor toma de conciencia a la que decidimos abrirnos) nos permitimos soltar conscientemente la vibración de resignación, impotencia o determinismo en la que pudiésemos haber vibrado, y nos situamos conscientemente en la vibración de aceptación, conocimiento y libertad que nos permite vivir la vida que habíamos elegido, mientras vamos fluyendo en ella.

Con el contenido de este artículo he querido mostraros que las muchas y potentes herramientas de crecimiento personal de las que disponemos, así como las diferentes y eficientes técnicas de evolución espiritual con las que contamos, se tornarán muy eficaces en nuestra vida cuando las apliquemos conscientemente poniéndolas a nuestro servicio (es decir, al servicio de lo que elegimos venir a hacer a esta vida, no al servicio de lo que nuestro ego se empeña en hacer en ella).

 


Te recomendamos la siguiente lectura:

“Cómo hacer que te pasen cosas buenas” de Marián Rojas

Disponible en


 

María José Trillo

Psicóloga Colegiada

Maestra y Lectora de Registros Akáshicos Certificada (ARCI)

Especialista en Regresiones

Mediadora familiar y con menores

Colaboradora habitual de Ecocentro

mariajosetrillo.com

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