Próximo destino: la felicidad

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«Cómo ser más feliz» es una de las preguntas más recurrentes en el ser humano. Podríamos decir que está en nuestro ADN, en nuestro afán incansable por llegar a un estado de paz invulnerable.
Sin embargo, cuánto más tengamos como objetivo la felicidad, más inalcanzable será.
¡Atención! No estoy afirmando que la felicidad sea imposible. Pero sí que debemos tomar ciertas medidas antes de buscarla para no dar vueltas sin sentido.

PREPARARNOS PARA EL VIAJE

Del mismo modo que un montañero/a se prepara concienzudamente antes de emprender su camino, también nosotros debemos elaborar un mapa topográfico de nuestra ruta interna hacia la felicidad.
En esta preparación, lo más importante es saber que el objetivo no es la felicidad en sí. La felicidad, desde mi punto de vista, no es ningún objetivo que alcanzar, sino la consecuencia de saber quién soy, de vivirme más allá de los engaños y expresarme libremente.
Cuando entendemos esto y somos capaces de ser uno con la vida, las fisuras entre nosotros y la realidad desaparecen. A partir de ahí, empezamos a vivir la vida como una sola pieza, siendo como somos y expresándolo consciente y felizmente. La vida deja de ser un rompecabezas para convierte en algo gozoso y sencillo.
Pero no nos adelantemos.
Antes debemos prepararnos para este viaje. Y eso implica realizar un profundo proceso de autoconocimiento.

¿POR DÓNDE EMPEZAR?

Siempre he creído que el camino más directo a la felicidad es el autoconocimiento.
El autoconocimiento nos permite descubrirnos y dejar de confundirnos con lo externo, con lo superficial. Descubrir nuestro yo, el aquí y el ahora, nuestra Esencia más allá de lo simplemente físico, emocional o mental. Ese descubrimiento nos permite vivir una vida mucho más plena y feliz.
Pero el autoconocimiento no aparece de la noche a la mañana. Surge en aquellas personas que tienen una profunda necesidad de conocerse, de saber quiénes son.  No es algo casual: siempre florece en el momento oportuno. Para algunos, en circunstancias de dolor y sufrimiento. Para otros, en estados de sabiduría, para llegar a ser aún más felices.
Y en este proceso de autoconocimiento, el primer paso es la autobservación.  Al principio sólo hay que observar y pronto nos daremos cuenta de que toda nuestra conducta puede ser explicada por dos polos que se complementan: los aspectos de nosotros/as que queremos disimular/mejorar y los aspectos idílicos que queremos alcanzar: son las dos caras de nuestra cárcel, de nuestro ego, de nuestro personaje, de nuestra infelicidad.
Nos damos cuenta de que no mandamos en nuestra vida y que, curiosamente, una programación interior o ego nos mueve a su antojo: nos alegra, nos entristece, nos preocupa, nos hace sentir vergüenza u orgullo… ¡Somos víctimas de esa programación… por eso es clave observarla y descubrirla!
Por ejemplo, a veces queremos disimular que somos cobardes e intentaremos compensarlo mostrándonos como inteligentes y amorosos. Otras personas, se sentirán frías o indignas de amor, y para compensarlo, intentarán pisar fuerte y poner a raya a los demás… o tener una actitud totalmente sumisa… No importa. Sea lo que sea lo que descubramos se trata de un patrón que nos tiene prisioneros/as. Descubrirlo es un gozo, aunque duela. Descubrirlo nos demuestra que estamos en una cárcel.

¿POR DÓNDE SEGUIR?

Una vez nos hayamos observado, será el momento de equilibrar nuestra personalidad para que este Ego deje de poseernos.
Para hacerlo, es importante saber que cada persona tiene tres grandes capacidades humanas: la capacidad de comprensión, de amor y la de acción. Cuando cada una de estas capacidades se expresa de forma equilibrada, gozamos de una vida plena y feliz.
Sin embargo, cuando alguna de ellas no se ha desarrollado lo suficiente o lo ha hecho en exceso, empiezan a surgir las dificultades y los desequilibrios y, por ende, el sufrimiento.

¿Pero qué ocurre cuando reequilibramos cada uno de estos centros?

  • Cuando reequilibramos nuestra capacidad de amar, dejamos de pedir a los demás que nos amen y de tener relaciones basadas en la dependencia emocional, porque nos damos cuenta de que podemos invocar el amor en nuestro interior.
  • Cuando reequilibramos nuestra capacidad de comprensión, dejamos de pedir a los demás que nos entiendan, porque nos damos cuenta de esa capacidad de comprensión y la expresamos en todo momento.
  • Cuando reequilibramos nuestra capacidad de acción, dejamos de pedir a los demás y a la vida que actúen por nosotros, dejamos de pedir que no existan dificultades. En todo caso, nos descubrimos como capacidad de transformación, al margen de que los demás se impliquen o no en nuestra acción.
Así, estaremos en el camino de convertirnos en personas adultas, capaces de relacionarnos en el entorno con verdadera libertad, sin que éste determine lo que sintamos o hagamos.

¿ES AHORA TU MOMENTO?

Si en tu interior sientes la necesidad de emprender este hermoso camino de autoconocimiento, te animo a hacerlo.
Ten presente que actualmente existen muchas propuestas de cursos. Escoge aquella que llame a tu corazón, pero asegúrate que ofrece un camino serio, comprobado y auténtico.
Si quieres, puedes echar un vistazo al curso de autoconocimiento Aula Interior. Un curso que puede hacerse online y presencialmente para guiarte en la autobservación y en el reequilibrio de tus tres centros.
Las primeras lecciones son gratuitas para que compruebes su  claridad, profundidad y seriedad. Así que no pierdes nada.
Ofrécete la oportunidad de crecer, de buscar dentro de ti y comprobar cómo, entonces, la vida se transforma positivamente.
Daniel Gabarró
Sherpa espiritual
Imparto cursos de crecimiento personal y despertar espiritual, en la línea de Antonio Blay y Anthony de Mello. 
Mi tarea es transformar positivamente las organizaciones y la vida de las personas. Inspiro y acompaño.
Aula Interior

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