El Ser humano teme a la muerte. Es quizá en su vejez cuando trata de acercarse en su pensamiento hacia la comprensión de la misma, pero si lo recordase desde su misma infancia, recogeríamos una rica cosecha espiritual que nos prepara para el momento de la muerte.
El Ser Interno no nace ni muere.
Es no nacido, eterno, inmutable e inagotable.
No muere cuando muere el cuerpo.
No nace, ni puede morir.
Sin embargo, esta educación sólo podrá darse en el momento en el que dejemos de temer a la muerte, entendiendo lo que es verdaderamente este viaje de nuestra alma, aceptando nuestro proceso natural y evitando los tan esparcidos tabúes que existen en la sociedad en la que vivimos.
¿QUÉ ES LA MUERTE?
La muerte es la separación del alma de su cuerpo físico. A la entrada del alma en un cuerpo se llama nacimiento. A la marcha del alma del cuerpo se llama muerte. El cuerpo muere cuando el alma se ausenta.
La muerte es una puerta que se abre entre un aspecto de la vida y otro. Es el cese de la actividad corporal o física, de las funciones físicas y orgánicas y de la conciencia física. La muerte es la transición de un estado del Ser a otro. Un cambio de la forma de la conciencia a otro plano astral o mental.
EL CAMBIO
La muerte no acaba con tu personalidad, ni tu conciencia, sino que meramente te abre las puertas a una forma más elevada de vida. La muerte es sólo la puerta a una vida más plena.
La muerte no supone la extinción de uno mismo, sino el cese de la individualidad. Es solo un cambio en la forma. La vida fluye para lograr su conquista de lo Universal. La vida fluye hasta fundirse en lo Eterno.
UNA FASE DE LA VIDA
La muerte no es el fin de la vida, sino un aspecto de ésta. Es un incidente natural en el curso de la vida. Es necesaria para tu evolución.
La muerte no es lo opuesto a la vida. Es sólo una fase de la vida. Ésta fluye incesantemente. El fruto perece, pero su semilla está plena de vida. La semilla nunca muere, pero un gran árbol crece a partir de ella. El árbol perece, pero se convierte en carbón, que es rico en vida.
MUERTE Y SUICIDIO
Una persona con discernimiento y sabiduría no teme a la muerte. Sabe que ésta es la puerta hacia la vida. Para la persona sabia la muerte no está representada por el esqueleto que porta la guadaña para cortar el hilo de la vida, sino, más bien, por un ángel que porta la llave de oro para abrirle la puerta hacia una existencia mucho más amplia, plena y feliz. No podemos confundir la ausencia de temor a la muerte con la permisividad con el suicidio que no está justificado según la Ley del Karma, la gran Ley de la acción y de la reacción. El suicidio no resuelve lo que no hayamos resuelto en nuestra vida terrenal e incrementa el sufrimiento, tanto de la persona que se suicida, como de las personas que a su lado viven y bloquea la evolución de su alma.
EL SUEÑO DE LA MUERTE
La disolución del cuerpo no es más que un sueño. De igual modo que una persona duerme y se despierta, así ocurre con la muerte y el nacimiento. La muerte es como el dormir; el nacimiento es como el despertar. La muerte nos conduce a una vida nueva y mejor.
El nacimiento sigue a la muerte, de igual modo que el despertar sigue al sueño. Quien muere, comienza a vivir. El nacimiento y la muerte son, meramente, puertas de entrada y salida al escenario de este mundo.
Cuando el cuerpo muere, el alma se repliega a su vehículo más sutil, el cuerpo astral, con todas las impresiones adquiridas, cuya fuerza le sirve de guía. Según las fuerzas de pensamiento y acciones del pasado existen varios caminos por los que el alma puede viajar en su temporal existencia astral.
Las almas que han partido permanecen en un estado de ensueño o de inconsciencia inmediatamente después de la muerte. No pueden sentir que se han despegado de sus cuerpos anteriores, gruesos y materiales. Las oraciones, el kirtan, canto de mantras y los buenos pensamientos de parientes y amigos pueden proporcionar un verdadero solaz a las almas que han marchado, creando una potente vibración para despertarlos de su estado mental de ofuscamiento, haciendo regresar de nuevo su conciencia obtusa. Las almas comienzan entonces a darse cuenta de que ya no están en su cuerpo grueso y material.
Entonces se esfuerzan por cruzar la frontera (un estrecho río de éter).
Cuando las almas que han partido se hunden pacíficamente y cuando se disponen para disfrutar de un despertar glorioso en planos superiores, son despertadas de pronto al vivido recuerdo de la vida humana por los lloros y lamentos de sus amigos y parientes. Los pensamientos de aflicción de estos producen vibraciones similares en su mente y causan una gran pena y aflicción. El dolor descontrolado de sus parientes los atrae desde los planos astrales. Esto puede retardar seriamente su camino hacia algún plano elevado, causándoles un grave daño.
EL ÚLTIMO PENSAMIENTO
El último pensamiento de una persona determina su destino futuro y su futuro nacimiento. El último pensamiento estará relacionado con la experiencia vivida de cada uno.
Es muy difícil conservar una conciencia elevada y sublime, cuando las enfermedades atormentan el cuerpo y la mente. Pero para una persona que ha disciplinado su mente a lo largo de los años y que ha intentado fijarla y elevarla por medio de una práctica constante, el último pensamiento será elevado y consciente. Esto no puede producirse por medio de una práctica dispersa durante un día o dos, una semana o un mes, sino por el esfuerzo prolongado.
EL RENACIMIENTO – La reencarnación
Hay dos factores que determinan el período que transcurre entre el momento de abandonar el cuerpo y nacer de nuevo. La naturaleza del karma individual y la última impresión producida antes de la muerte. Ese periodo puede variar desde cientos de años hasta unos cuantos meses (aunque los renacimientos inmediatos no suelen ser muy comunes). Generalmente para el individuo medio, el intervalo entre la muerte y el renacimiento suele ser un periodo considerable, medido en términos del tiempo terrestre. Las personas que han realizado un buen karma pasan mucho tiempo en el plano de las deidades, antes de nacer nuevamente. Las grandes almas y personas evolucionadas espiritualmente esperan mucho tiempo antes de volver a reencarnarse.
Tu más elevado deber es prepararte para una vida pacífica en el más allá. Conquista el temor a morir. La conquista del miedo a la muerte es de gran utilidad en la práctica espiritual. El único propósito de toda la práctica del yoga es ir al encuentro de la muerte con alegría y sin temor.
LA MENTE CREA TU REALIDAD
La filosofía Vedanta declara que todo este mundo, incluyendo «al cielo y el infierno» y todos los cuerpos que hay en él, no tiene existencia excepto en la imaginación de la mente humana. Es la imaginación y la corriente del pensamiento, girando en dirección equivocada, lo que produce aflicción, dolor, ansiedad, temor y muerte. Es la mente vuelta hacia el error, la que confunde el cuerpo con el ser inmortal y esclaviza el alma. Es la mente, debidamente enfocada, la que libera al alma del ciclo de nacimiento y muerte.
RECUERDA QUE:
- No somos el cuerpo ni la mente, somos el alma inmortal que lo habita.
- La muerte es una fase de la vida, es una puerta que se abre a una forma más elevada de vida.
- La comprensión y el estudio de la muerte te hará no temerla.
- La devoción y el control de los sentidos te permitirán conquistar la muerte.
- Es necesario controlar tus sentidos a través de la meditación y las prácticas del Yoga.
- El suicidio no resuelve lo que no hayamos resuelto en nuestra vida terrenal, genera sufrimiento y bloquea la evolución del alma.
- Cada noche debes elevar tu último pensamiento y dejar que el sueño te abrace con pensamientos positivos y sublimes.
- No puedes morir, pues no has nacido nunca. Tú eres el Ser inmortal ¿por qué entonces, has de temer a la muerte?
Swami Sivananda
Información facilitada por el Centro Internacional de Yoga Sivananda Vedanta de Madrid
www.sivananda.es