No hay asana como una adecuada actitud mental de atención, alerta, sosiego y ecuanimidad. Pero por el serio y riguroso trabajo consciente sobre el cuerpo podemos efectuar el cultivo metódico de la atención, interiorizarnos y conseguir meditar a través de nuestra corporeidad, captando no sólo sus sensaciones burdas, sino las más sutiles, inspiradoras y transformativas.
A través del asana o esquema corporal, conectamos no sólo con el cuerpo, sino con sus energías, percibiendo con nitidez ese vínculo energético entre el cuerpo y la mente que es la respiración.
La ejecución del asana debe ser lenta y llevada a cabo con mucha atención
En el verdadero hatha-yoga, tan diferente al yoga-contorsionista o puramente atlético, el cuerpo se convierte en una valiosa herramienta para estabilizar la mente y girarla hacia su fuente. La ejecución del asana debe ser lenta y llevada a cabo con mucha atención, y la detención del mismo es una oportunidad preciosa para vivir estrechamente no sólo la corporeidad, sino sentirse en lo profundo a uno mismo y conectar con el lado más quieto y revelador de la mente.
Realizado de acuerdo a sus auténticos requisitos, el asana se convierte en una eficiente técnica de contramecanicidad. Nos ayuda a desautomatizar y así ir saliendo del campo de nuestro yo-robótico.
El asana consta de tres fases: hacer, mantener y deshacer
Nada es gratuito en el asana, que consta de tres fases: hacer, mantener y deshacer, y que debe ser asociado a una mente perceptiva y concentrada. Así uno desautomatiza las tendencias mecánicas del cuerpo, de la respiración (al hacerla pausada y más consciente) y de la mente (evitando su dispersión).
Aunque hay, por supuesto, grandes meditadores, y siempre los ha habido, sin practicar las posturas de yoga u otras técnicas del hatha-yoga, este sistema yóguico es una ayuda para poder practicar el radja-yoga u otras formas de yoga, toda vez que se pone la corporeidad al servicio, también, de la evolución consciente. Los asanas, el pranayama, la relajación profunda y otras valiosas técnicas del hatha-yoga se convierten en una herramienta útil en la búsqueda interior y de ahí la sentencia yóguica que reza: “El hatha-yoga es como una escalera al radja-yoga”.
Como confidencio en mi “Autobiografía Espiritual”, yo mismo durante un tiempo, cuando entré en el yoga a la edad de quince años, subestimé injustificadamente el hatha-yoga, como si fuera un subyoga no suficientemente valioso en la senda de la autorrealización. Pero enseguida me percaté de que es una ayuda que no debemos ignorar, puesto que en este plano de existencia estamos acompañados por una organización psicosomática.
Al día de hoy, a mis ya casi setenta y seis años, sigo practicando a diario los asanas, el pranayama y otras técnicas del hatha-yoga, pues así no sólo favorezco mi cuerpo físico, sino que purifico y equilibro mi cuerpo energético. Nunca olvido, empero, que el camino más directo hacia lo Incondicionado es la meditación, pero que el cuerpo, además de procurarnos placer y dolor, también puede ser de gran ayuda en la larga marcha hacia la libertad interior.
Las técnicas del hatha-yoga se convierten en meditativas y trabajan en tres niveles: el cuerpo, la energía y la mente.
Cuando el asana se ejecuta con la actitud correcta, se convierte en una herramienta no solo de captación física, sino también energética y ayuda a acumular prana y a lograr que fluya con entera libertad. Entonces las técnicas del hatha-yoga se convierten en meditativas y trabajan en tres niveles: el cuerpo, la energía y la mente.
Pero lo ideal es siempre complementar la práctica del hatha-yoga con la meditación, y así entrando por el cuerpo llegamos a la mente y entrando por la mente llegamos al cuerpo. De esa manera atendemos y estabilizamos nuestra organización psicosomática y la ponemos toda ella al servicio de la evolución de la consciencia.
Hay que dar la bienvenida a todos los métodos que nos ayuden a apaciguar la mente, pacificar las emociones y avanzar en el viaje hacia los adentros. El yoga es como una gran farmacia donde hay toda suerte de “medicamentos” para poder armonizarnos, pero para ello no basta con leer el prospecto del medicamente y es necesario ingerirlo.
El yoga es un el primer método de mejoramiento humano del Orbe y por eso hay que velar por su legado y no dejarse confundir por modas absurdas, postureo de pasarela y esos grandes festivales en lo que prima la diversión banal, pero no el auténtico y riguroso sentido del yoga y el inevitable esfuerzo que hay que desplegar para practicarlo con motivación y asiduidad.
Es como cuando alguien me pregunta por el “Día del yoga”. Y respondo con cierta ironía: “¡Ah!, ¿hay un día para el yoga? Pensé que todos los días son idóneos”. El yoga es una práctica y una actitud de vida, enseñanzas y métodos para poder humanizarnos y ennoblecernos.
Ramiro Calle
Escritor. Director del Centro Shadak