Los avances científicos en el campo de la genética no dejan ninguna duda de que la expresión de nuestros genes está influenciada profundamente por el ambiente. La Biodanza es un sistema de desarrollo, autoconocimiento, integración y crecimiento que utiliza estímulos positivos para generar un ambiente enriquecido. Esto produce un desarrollo de nuestros potenciales innatos en los aspectos más esenciales de nuestra vida
Todos hemos oído y utilizado muchas veces la frase de «Esta persona promete, tiene potencial«. Todos sabemos que se refiere a que hay un talento o capacidad innata que todavía no se ha puesto de manifiesto, pero puede salir a la luz con cierta inversión de tiempo y entrenamiento.
Lo cierto y la buena noticia, es que todos nosotros tenemos mucho potencial y estamos llamados a tener una vida satisfactoria y plena en los distintos ámbitos de nuestra existencia. Sé que alguno os estáis preguntando: si eso es cierto, ¿porqué yo no consigo desarrollarlos? La cultura y muchos otros factores externos han influido para convencernos de que estamos demasiado determinados para poder hacer algo al respecto. Este pensamiento limitante nos sitúa en el cómodo pero infeliz papel de víctima que tira la toalla antes de actuar. Incluso la ciencia nos ha reforzado esa idea a través de algunos descubrimientos como el del ADN. Durante décadas se pensó que en nuestros genes está escrita nuestra historia y lo que podamos hacer para cambiarla es a través de tecnología como la ingeniería genética, que puede modificar nuestros genes. Pero hoy sabemos desde la ciencia, que todos podemos hacer algo más para cambiar en aparente destino que está escrito en nuestros genes.
El ADN es como una secuencia de letras del libro genético que cada uno portamos, con miles de instrucciones de lo que podemos llegar a serlo. Pero ningún libro, por muy buen contenido que tenga, llega a dar lugar a algo si no es leído y puesto en práctica, y lo que hace que nuestros genes sean leídos y puestos en funcionamiento está regulado por una reglas que están por encima de la genética y que se llama epigenética. Y ahora la siguiente pregunta sería: ¿Quién controla a la Epigenética? Y en la respuesta está la clavee de algo que nos concierne a todos, porque es algo en lo que podemos intervenir y cambiar; es el ambiente. Asi de claro y sencillo, el factor último que regula la expresión de nuestros genes y que nos va a poder llevar su expresión hasta el máximo componentes es algo tan cotidiano y en lo que todos podemos influir, como el ambiente.
Rolando Toro, el creador de la biodanza, ha introducido el factor epigenético del ambiente como uno de los pilares fundamentales del modelo teórico del sistema. Igual que una semilla llega a tener su máximo desarrollo en un ambiente con ecofactores positivos como el agua, el sol y los nutrientes de la tierra, los seres humanos alcanzamos nuestro máximo desarrollo cuando crecemos en ambientes nutritivos. En cada sesión de biodanza creamos un ambiente enriquecido en ecofactores (factores ambientales), que influyen favoreciendo la expresión de genes que incrementan nuestros potenciales más positivos.
Señalo a continuación algunos de estos factores, que Rolando constituyó como verdaderos poderes de la biodanza, y que llueven abundantemente sobre la semilla que hay en cada uno de los participantes. Cuanto cale esta lluvia de ecofactores en cada uno depende de lo que nos expongamos a ella, pero incluso el que lleva un buen chubasquero termina empapándose si llueve mucho. Bromas apartes, estos son algunos de esos factores:
– La música tiene un poder terapéutico demostrado y las utilizadas en biodanza favorecen especialmente las emociones y vivencias positivas.
– Las danzas integradoras tienen la finalidad de activar movimientos armónicos e integrados.
– La metodología vivencial, valoriza el instante como único lugar donde se puede vivir y influir en el nuevo curso de nuestras vidas.
– El vínculo y la caricia son fundamentales como continente afectivo y refuerzo de una identidad saludable.
– El grupo de Biodanza proporciona las condiciones de protección, aceptación, autoestima y permisividad necesarias para que la persona se exprese con sinceridad en toda su dimensión, y es un verdadero continente afectivo y potenciador del cambio.
De la combinación música-movimiento-vivencia se desencadenan cambios sutiles en los sistemas límbico-hipotalámico, neurovegetativo, inmunológico y en la liberación de neurotransmisores y hormonas. Muchos de los genes implicados en el bienestar y la armonía que estaban dormidos, empiezan a despertar, y se inhiben otros que actuaban como verdaderos limitadores de nuestro crecimiento positivo. Y aunque cuando lo experimentamos nos parece como algo mágico o inexplicable, es sólo el resultado del efecto positivo de un buen ambiente sobre nuestros genes.
Hasta aquí hemos visto algunos de los factores que utiliza la biodanza para aumentar y estimular potenciales, pero algunos os estaréis preguntando: ¿cuáles son esos potenciales que estimula?.
Los potenciales que se desarrollan en biodanza son cinco aspectos esenciales para el desarrollo en plenitud de la vida de todos nosotros, a los que Rolando llamó, líneas de vivencia y que son:
La Vitalidad: Aumenta nuestra energía vital, y nuestro humor, permite la autorregulación entre la actividad y el descanso, y mejora nuestra salud, porque potencia el sistema inmunológico.
La Sexualidad: favorece la conexión con el placer de vivir y con la expresión y el desarrollo del potencial erótico. Despierta la fuente del deseo y la conexión con la identidad sexual, disminuyendo su represión.
La Creatividad: favorece la expresión emocional y corporal y aumenta la creatividad artística y existencial.
La Afectividad: induce la capacidad de conexión con los otros a través del vínculo, el abrazo, la caricia y la empatía, desarrollando sentimientos de fraternidad y solidaridad.
La Trascendencia: desarrolla una profunda conexión con la naturaleza y el sentimiento de unidad con todo lo que existe, mediante la disminución del ego.
Durante muchos años estuve del lado de los investigadores que se dedican a cambiar e intervenir sobre los genes, pero eso es sólo un pequeño dique de contención en el que pueden participar unos pocos. Ahora he decidido pasarme al bando de los que contribuyen a cambiar y mejorar el ambiente, porque en este podemos participar más y nos beneficiamos todos.
La investigación en el campo de la epigenética va más allá de la influencia del ambiente en la expresión de lo que somos aquí y podamos llegar a ser, que sin duda es maravilloso. Se ha demostrado que muchos cambios epigenéticos no desaparecen con nosotros, sino que son transmitidos genéticamente a nuestra descendencia.
Ahora que conocemos porqué tenemos tanta plasticidad y capacidad de adaptación, no podemos seguir echando balones fuera y sintiéndonos víctimas de nuestra herencia y nuestras circunstancias. Podemos actuar para transformarlas de muchas formas diferentes: frecuentando y experimentando en ambientes más enriquecidos, buscando los ecofactores que saquen lo más positivo de nosotros, siendo nosotros mismos los mejores ecofactores en los ambientes en los que nos movamos… La impotencia no encuentra lugar cuando los potenciales crecen.
Ya sabemos que en el momento actual hay un montón de ecofactores negativos pululando por el ambiente en forma de palabras, imágenes, pensamientos, emociones y acciones, y eso no nos está ayudando a potenciar lo mejor de nosotros. En biodanza no negamos que esta realidad exista, simplemente en lugar de prestarle mucha atención y enfocarnos en ella, ponemos el foco en múltiples factores positivos, que actúan de la misma forma que la luz que encendemos en una habitación que está oscura. Podemos vivir agudizando al máximo nuestra vista para lograr ver algo en la oscuridad, o podemos encender luces a nuestro alrededor. La opción es nuestra.
Pilar Peña
Facilitadora y Didacta de Biodanza
Doctora en Biología Molecular
