El Chamanismo es un antiguo sistema espiritual que constituye las raíces de todos los modelos espirituales y de sanación existentes. En este momento, en occidente, estamos volviendo la mirada hacia las culturas ancestrales y empezando a rescatar la sabiduría perenne de aquellos que han preservado la conexión con la naturaleza y con ellos mismos.
Cada chamán utiliza prácticas con características propias de su cultura, pero en todas ellas se habla de la existencia de un mundo espiritual, invisible a nuestros ojos pero con una presencia innegable. Más allá de los ritos, hay unos principios comunes que se repiten en las tradiciones chamánicas de todo el mundo. Aquel que ejerza como chamán necesita trabajar con los espíritus de compasión y ayuda. En cualquier modalidad se necesita invocarlos y entrar en un estado modificado de conciencia para poder comunicarse con ellos y dejar que trabajen con la persona.
Herramientas del Chamán para la Transformación Espiritual
Para modificar su estado de conciencia, los chamanes cuentan con distintas herramientas y métodos que les facilitan la necesaria disolución de los límites del ego. Estos estados pueden alcanzarse a través de la danza, los cánticos, ciertos sistemas de respiración, la meditación, la ingestión de psicoactivos o la exposición a frecuencias específicas facilitadas normalmente por un tambor.
Considero esta última herramienta para adentrarnos a las realidades no ordinarias como la más adaptable y eficaz para nuestra realidad occidental. Si nos sometemos a la frecuencia continuada del tambor, cuando este es tocado a un ritmo monótono de cuatro a siete golpes por segundo, nuestras ondas cerebrales entran en estado Theta (4-7 Hz). Estas ondas activan en nuestra psique la posibilidad de adentrarnos a los rincones más profundos y mágicos de nuestro inconsciente.
Las Ondas Cerebrales y su Relevancia en el Chamanismo
Cabe explicar que, cuando estamos en plena actividad mental —concentrados en el mundo externo— el cerebro vibra en ondas beta, es decir, de 14 a 20 hertzios. En momentos de calma y profunda relajación, entramos en ondas alfa, cuyo ciclo de frecuencia va de 8 a 13 hertzios. Esta frecuencia nos permite una mayor percepción de nosotros mismos, del aquí y del ahora. Los periodos de máxima creatividad, meditación y ensueño se caracterizan por las ondas theta, entre 4 y 7 hertzios, que los chamanes utilizan para el clásico viaje chamánico.
Por debajo, están las ondas delta, entre 0,5 y 3 hertzios, que se alcanzan cuando dormimos profundamente. Este estado de inconsciencia baja puede dificultar recordar lo acontecido durante los sueños, a menos que experimentemos un Gran Sueño o Big Dream, como lo expresan los aborígenes australianos, donde estos sueños aportan mensajes explícitos de crecimiento personal.
La Oportunidad de un Encuentro Chamánico Contemporáneo
Hoy en día, nosotros, los ciudadanos de a pie, tenemos la oportunidad de vivenciar experiencias que, hace tiempo, parecían reservadas para místicos, monjes o chamanes. Si no podemos encender un fuego en nuestro balcón, podemos proceder a encender una vela. Y si no podemos tocar los tambores por no molestar al vecino, tenemos la opción de utilizar un CD con la frecuencia del tambor necesaria para experimentar el viaje chamánico en primera persona. Solo se necesita algo de entrenamiento, técnica y un deseo honesto de crecer y conocerse a uno mismo.
El Viaje Chamánico como Herramienta de Autoexploración
Los viajes chamánicos que realizo con frecuencia me permiten la exploración de mi propia dimensión espiritual o inconsciente. En ocasiones, a nivel terapéutico, me facilitan una visión más objetiva de mis propios automatismos y de la raíz de algunos de mis patrones de comportamiento dañinos. Estas experiencias visionarias me han llevado a revisar momentos biográficos en los que he quedado atascado, permitiéndome aceptarlos y sanarlos pasando por lo que los chamanes denominan Recuperación de Alma.
Según estas creencias, cuando enfrentamos experiencias traumáticas, parte de nuestra alma se fragmenta y queda en realidades no ordinarias a la espera de ser rescatada. Esta fragmentación, similar al concepto de disociación en psicología, es una estrategia de supervivencia del alma para evitar ser devastada por el impacto de la experiencia negativa. Durante los viajes visionarios, el chamán puede adentrarse en mundos espirituales en busca de esos fragmentos perdidos y devolverlos a su lugar de origen.
Conexión con el Animal de Poder
Un viaje chamánico también puede ayudarnos a enfrentar miedos ocultos en las profundidades de nuestro inconsciente, permitiendo trascenderlos y dirigir nuestras vidas con mayor claridad. La figura del Animal de Poder, y nuestro vínculo con él, es esencial en este proceso. Nuestro Nagual, como dirían en Mesoamérica, ayuda a descubrir nuestra verdadera naturaleza y se convierte en nuestro guía durante cada viaje chamánico.
En mis primeras experiencias, mi Animal de Poder aparecía con una pata atada a una cadena que le impedía volar, mostrando que no estaba liberando toda mi fuerza. Tras pedir asistencia a mis espíritus, un cuervo apareció y rompió las cadenas, permitiéndome alcanzar mi desarrollo espiritual pleno.
Desarrollemos nuestras capacidades personales y espirituales. Adaptar estas herramientas a nuestra realidad occidental es posible, y no debemos temer nuestra fuerza interior. Saquemos al chamán que todos llevamos dentro.
Ahó!
Martín Ribes
Terapeuta Chamánico y Transpersonal. Formador en Chamanismo Práctico Contemporáneo©
EPOPTEIA Consultoría de Desarrollo Personal