Árboles medicinales, árboles sanadores

¿Quieres más?

¿Te gustaría estar siempre al día con las últimas tendencias, consejos y secretos?  Suscríbete a nuestro boletín mensual y sé parte de una comunidad exclusiva.

Los árboles son seres majestuosos, generosos, necesarios para la vida. Los árboles existían antes de la aparición del hombre sobre la Tierra. Hacen de este planeta un lugar habitable para la raza humana, nos proporcionan oxígeno y purifican el aire; sin ellos no podríamos vivir. Dedican su vida a la supervivencia ajena.

Tenemos pues en ellos un modelo de ilimitada generosidad. Los árboles nos ofrecen alimentos, medicinas, cosméticos, tintes, curtientes, vestimenta (cortezas y raíces), calzados, esterillas, alfombras, colchones, instrumentos musicales, madera para la construcción, pero además nos proporcionan otras cosas más intangibles pero no menos importantes, como su sombra o bien ser el lugar de encuentro bajo el cual en las plazas de los pueblos se reunían sus habitantes.

Entorno a ese árbol centro de la plaza del pueblo, se realizaban las reuniones de los mandatarios, juicios, asambleas, las clases de la escuela, las consultas médicas,… El árbol también nos ofrece así un símbolo de centro y sabiduría.


Pasear por un bosque nos aporta vitalidad y energía


Existen también árboles especiales, llamados singulares que por su porte, altura o conservación son ejemplares notables y especiales. Son árboles de gran tamaño y edad. Estos árboles crecen en lugares especiales, cercanos fuentes y afloramientos de aguas subterráneas, monumentos megalíticos, cuevas, ermitas.

El árbol, al igual que el hombre está emitiendo vibraciones energéticas constantemente, siendo todo él un verdadero emisor. Estas vibraciones pueden absorberse por el ser humano y podemos beneficiarnos de sus efectos

Acercarnos a observar, tocar y abrazar a estos árboles especiales nos proporcionará paz, energía y vitalidad. Los árboles son seres muy vitales ya que a lo largo de toda su vida están creciendo continuamente desde sus ramas hacia el cielo, desde sus raíces hacia las profundidades de la tierra.

Los árboles desprenden continuamente oxígeno y vapor de agua; algunos de ellos además liberan sustancias aromáticas en el ambiente, como los pinos, cipreses o eucaliptos. Estas moléculas aromáticas se evaporan con cargas iónicas negativas, lo cual recarga y vitaliza nuestro organismo, por ello pasear por un bosque nos devuelve la vitalidad y la energía, de ahí que antiguamente los hospitales estuviesen en lugares cercanos a los bosques, especialmente los de enfermedades respiratorias como la tuberculosis.

Para percibir las cualidades sanadoras y el ser del árbol podemos acercarnos a observar los árboles con nuestra mente en calma, como si fuese la primera vez que lo viésemos, observando su tronco, la forma de su copa y de sus hojas, la superficie de las mismas, si reflejan o no la luz, si se mueven con el viento o permanecen fijas, las plantas que lo acompañan alrededor, abrazarlo y sentir su energía,… Todo esto nos hace entrar en comunicación interior con el árbol, algo de nosotros penetra en él y algo del árbol se interioriza en nosotros

Todo esto ya es de por sí muy sanador, pero además tenemos en nuestros bosques una gran cantidad de árboles cargados de sustancias curativas para nuestro organismo.


Los árboles pueden vivir sin el hombre, pero el hombre no puede vivir sin los árboles.


El blanco abedul

Vive en bosques fríos, necesita luz y altitud. Sus hojas y ramas son flexibles, sutiles y delicadas. La belleza de sus cambios de color a lo largo de las estaciones, nos da una idea del carácter y cualidades de este árbol, que ha sido denominado la virgen de los árboles por su belleza, blancura y pureza. Sus hojas con su superficie lisa reflejan y nos devuelven la luz y parecen al mecerse, gracias a sus largos peciolos, como pequeños espejos en movimiento, sus semillas con forma de pequeñas mariposas, parecen volar y dispersarse graciosa y largamente en el aire y parece costarles caer en la tierra. El abedul nos hace sentir la pureza, la belleza, la flexibilidad y la generosidad.

El abedul nos ofrece su savia en primavera rica en sales minerales utilizada en forma ritual por los druidas para renovarse en primavera gracias a sus efectos depurativos. Sus hojas y la corteza de sus ramas se pueden tomar en infusión con grandes efectos diuréticos, depurativos y antiinflamatorios que lo hacen indicado en casos de hipertensión, gota, edemas e inflamación articular; en uso externo se puede utilizar como astringente, cicatrizante de heridas y para tratar eczemas.

Infusión de hojas de abedul: 40 gramos por litro de agua. Tomar 2 o 3 tazas al día

El fuerte roble

Conforma bosques llenos de vida, con muchos animales y plantas gracias a la riqueza en humus del suelo que el roble proporciona. Podemos ver su corteza hendida fuertemente a la tierra y parece como si la tierra ascendiera y se hiciese tronco de árbol, su presencia y su observación nos sugieren fuerza, presencia y consistencia, de ahí el dicho de «más fuerte que un roble». Sus hojas en la mayoría de las especies tienen pelos por lo que no reflejan la luz al no ser una superficie lisa, los robles alimentan a muchos animales del bosque gracias a su fruto, las bellotas. Vemos pues en el roble un carácter más prosaico, mucho más terrenal que el sutil abedul, sus hojas con pelo, carácter animal y sus frutos las bellotas que caen directamente al suelo con grave densidad y sin la sutileza de los frutos del abedul. Fuerza, consistencia, materialidad, terrenalidad nos sugiere el roble. El Roble nos hace sentir la fortaleza y valentía y mantener los pies en el suelo.

El roble contiene materias tánicas en su corteza, ramas y hojas y agallas, los taninos contienen y restringen la salida de los líquidos del organismo: hemorragias, sangrados y flujos, por lo que la cocción de estas partes del árbol será de ayuda en casos de diarrea, faringitis y anginas (en enjuagues), hemorroides (baños de asiento), encías sangrantes (enjuagues bucales), hemorragias nasales.

Infusión (hojas) Una cucharada de postre/taza. Tomar 2 o tres tazas/día

Decocción (corteza) 5 g/litro. Tomar 3 tazas/día después de las comidas, en enjuagues y lavados en uso externo. Utilizar 10 gr por litro.

Palmira Pozuelo

Farmaceútica Naturista

www.alkemila.com

Haz tu buena obra del día ¡Compártelo!

5,3 minutos de lecturaActualizado: 23/03/2024Publicado: 30/09/2013Categorías: Estilo de Vida

Comenta este artículo