Los árboles son seres majestuosos, generosos, necesarios para la vida. Los árboles existían antes de la aparición del hombre sobre la Tierra. Hacen de este planeta un lugar habitable para la raza humana, nos proporcionan oxígeno y purifican el aire; sin ellos no podríamos vivir. Dedican su vida a la supervivencia ajena.
Tenemos pues en ellos un modelo de ilimitada generosidad. Los árboles nos ofrecen alimentos, medicinas, cosméticos, tintes, curtientes, vestimenta (cortezas y raíces), calzados, esterillas, alfombras, colchones, instrumentos musicales, madera para la construcción, pero además nos proporcionan otras cosas más intangibles pero no menos importantes, como su sombra o bien ser el lugar de encuentro bajo el cual en las plazas de los pueblos se reunían sus habitantes.
Entorno a ese árbol centro de la plaza del pueblo, se realizaban las reuniones de los mandatarios, juicios, asambleas, las clases de la escuela, las consultas médicas,… El árbol también nos ofrece así un símbolo de centro y sabiduría.
Pasear por un Bosque: Vitalidad y Energía para el Alma
Existen también árboles especiales, llamados singulares que por su porte, altura o conservación son ejemplares notables y especiales. Estos árboles crecen en lugares especiales, cercanos fuentes y afloramientos de aguas subterráneas, monumentos megalíticos, cuevas, ermitas.
El árbol, al igual que el hombre está emitiendo vibraciones energéticas constantemente, siendo todo él un verdadero emisor. Estas vibraciones pueden absorberse por el ser humano y podemos beneficiarnos de sus efectos.
Acercarnos a observar, tocar y abrazar a estos árboles especiales nos proporcionará paz, energía y vitalidad. Los árboles son seres muy vitales ya que a lo largo de toda su vida están creciendo continuamente desde sus ramas hacia el cielo, desde sus raíces hacia las profundidades de la tierra.
Los árboles desprenden continuamente oxígeno y vapor de agua; algunos de ellos además liberan sustancias aromáticas en el ambiente, como los pinos, cipreses o eucaliptos. Estas moléculas aromáticas se evaporan con cargas iónicas negativas, lo cual recarga y vitaliza nuestro organismo, por ello pasear por un bosque nos devuelve la vitalidad y la energía, de ahí que antiguamente los hospitales estuviesen en lugares cercanos a los bosques, especialmente los de enfermedades respiratorias como la tuberculosis.
Para percibir las cualidades sanadoras y el ser del árbol podemos acercarnos a observar los árboles con nuestra mente en calma, como si fuese la primera vez que lo viésemos, observando su tronco, la forma de su copa y de sus hojas, la superficie de las mismas, si reflejan o no la luz, si se mueven con el viento o permanecen fijas, las plantas que lo acompañan alrededor, abrazarlo y sentir su energía,… Todo esto nos hace entrar en comunicación interior con el árbol, algo de nosotros penetra en él y algo del árbol se interioriza en nosotros.
Todo esto ya es de por sí muy sanador, pero además tenemos en nuestros bosques una gran cantidad de árboles cargados de sustancias curativas para nuestro organismo.
Los Árboles y Nuestra Existencia: Un Vínculo Vital
Conozcamos el Blanco Abedul
Vive en bosques fríos, requiere luz y altitud. Sus hojas y ramas son flexibles, sutiles y delicadas. La belleza de sus cambios de color a lo largo de las estaciones nos da una idea del carácter y cualidades de este árbol, que ha sido denominado la virgen de los árboles por su belleza, blancura y pureza. Sus hojas con su superficie lisa reflejan y nos devuelven la luz y parecen al mecerse, gracias a sus largos peciolos, como pequeños espejos en movimiento. Sus semillas, con forma de pequeñas mariposas, parecen volar y dispersarse graciosa y largamente en el aire. El abedul nos hace sentir pureza, belleza, flexibilidad y generosidad.
El abedul ofrece su savia en primavera, rica en sales minerales, utilizada en forma ritual por los druidas para renovarse en primavera gracias a sus efectos depurativos. Sus hojas y la corteza de sus ramas se pueden tomar en infusión con grandes efectos diuréticos, depurativos y antiinflamatorios que lo hacen indicado en casos de hipertensión, gota, edemas e inflamación articular; en uso externo se puede utilizar como astringente, cicatrizante de heridas y para tratar eczemas.
Infusión de hojas de abedul: 40 gramos por litro de agua. Tomar 2 o 3 tazas al día.
La Fuerza del Roble
Conforma bosques llenos de vida, con muchos animales y plantas gracias a la riqueza en humus del suelo que el roble aporta. Su corteza hendida se aferra firmemente a la tierra, como si la esencia de la tierra ascendiera para convertirse en tronco. Su presencia nos sugiere fuerza y consistencia, de ahí el dicho de «más fuerte que un roble». Sus hojas, en su mayoría de pelaje, no reflejan la luz por no tener una superficie lisa, y el roble alimenta a animales gracias a sus bellotas. De esta manera, el roble simboliza fortaleza, valentía, y mantenerse firme. El roble nos enseña a ser fuertes y a mantener los pies en el suelo.
El roble contiene materias tánicas en su corteza, ramas, hojas y agallas. Estas propiedades restringen la salida de líquidos del organismo: hemorragias, sangrados y flujos. Por lo que la cocción de estas partes del árbol será de ayuda en casos de diarrea, faringitis, anginas (en enjuagues), hemorroides (baños de asiento) y encías sangrantes (enjuagues bucales). La infusión de hojas se prepara con una cucharadita de postre por taza, tomando 2 a 3 tazas al día. La decocción de corteza se realiza al añadir 5 g por litro, y se recomienda tomar 3 tazas al día después de las comidas o enjuagues y lavados en uso externo utilizando 10 g por litro.
Palmira Pozuelo
Farmacéutica Naturista
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