El ser humano es un animal con características lúdicas durante toda su vida. Estas son esenciales para nuestra existencia, al igual que el afecto.
En Biodanza también jugamos. Sin embargo, el juego que practicamos aquí no es teatral, dramatizado ni competitivo. Es un juego espontáneo, conectado con instintos y emociones; un juego que es orgánico y natural.
Según Johan Huizinga, autor de Homo Ludens (1938), “(…) El juego es más que un reflejo fisiológico o psicológico, va más allá de la actividad puramente física y biológica. Es una función significativa, contiene dirección. En el juego hay algo ‘en juego’ que trasciende las necesidades inmediatas de la vida y da sentido a la acción. Cada juego significa algo” (2001, p.4).
Cuando jugamos, estamos plenamente presentes.
El juego nos aporta salud. Muchas veces nos boicoteamos a nosotros mismos y a los demás porque, a lo largo del tiempo, no nos permitimos el movimiento natural. Podemos transformar los mensajes que manejamos, cambiando el “no hagas, no te muevas, no digas…” por propuestas más liberadoras, por afirmaciones de permiso a la vida. En última instancia, se trata de expresarnos de una forma sana.
¿Qué mensajes has recibido a lo largo de tu vida sobre esto? ¿Qué frases sueles pensar o decir? ¿Reconoces cuándo esto sucede? Te invito a realizar una revisión de esos discursos y a modificarlos tanto para ti como para las personas con las que te relacionas. Permítete el movimiento, expresa lo que sientes y permite que los demás también lo hagan. De este modo, viviremos en un mundo más sano.
Por supuesto, expresar el instinto o la emoción es una cosa, y regularla es otra. Sin embargo, sacar a la luz nuestros sentimientos es parte de un principio integrador que nos beneficia enormemente.
Observa un bebé que está empezando a caminar: juega con sus manos, explora el mundo, reconoce voces, repite sonidos, aplaude, hace ruidos, se esconde, camina, corre, salta… está jugando, está viviendo. No solemos decirle a ese bebé “no camines, no andes”, pero a medida que crece y “molesta”, empezamos a decirle cómo debe comportarse, cortando su expresión necesaria y orgánica. Esta dinámica, lamentablemente, genera vidas tal y como las queremos y no como son y quieren ser.
Integración y disociación
Si dejamos pasar más tiempo y seguimos limitando la expresión, es entonces cuando se forman corazas caractereológicas y aparecen disociaciones y enfermedades. La coraza es un concepto creado por W. Reich que define el mecanismo de defensa que el ser humano presenta al reprimir instintos y emociones.
La disociación implica la separación de partes dentro de una totalidad; por ejemplo, la separación entre el rostro y el resto del cuerpo, entre el pensar y el sentir, entre la emoción y la expresión, entre la parte inferior y superior del cuerpo, entre la emoción y la acción…
En Biodanza, apostamos por una vida que integre pensar, sentir y hacer, acercándonos al placer de jugar, la risa, la inocencia, la transparencia, la espontaneidad, la expresión, las emociones y los instintos. Todos estos elementos nos ayudan a desarrollar nuestros potenciales humanos y a mejorar la calidad de vida.
El juego y el principio biocéntrico
Si aspiramos a la salud, debemos aceptar la vida, ponerla en el centro y jugar con lo que la vida tiene en abundancia: ritmo, potencia, mecimiento, ímpetu, equilibrio, sinergismo, elasticidad, levedad, extensión, flexibilidad y fluidez…
El Principio Biocéntrico es un concepto propuesto por Rolando Toro, creador de la Biodanza. Supone un cambio de paradigma, una nueva percepción integral que pone la vida al centro y la celebra en cada momento cotidiano. Cuidar y respetar la vida es esencial.
Los juegos biocéntricos son colectivos y lúdicos, fomentando mucha interacción y movimiento que facilitan vivencias integrativas (“vivencia vivida con gran intensidad por una persona en el presente que compromete la cenestesia, las funciones viscerales y emocionales” (Biodanza. Rolando Toro)) y, por tanto, sanas. Son las experiencias que nos permiten aprender casi sin darnos cuenta, potenciando nuestros valores.
Cada persona tiene su forma de expresar su individualidad. El grupo se convierte en un útero lleno de ecofactores positivos (estímulos que facilitan la expresión de las potencialidades genéticas) y ofrece un espacio seguro para manifestar nuestras verdaderas identidades.
Os invito a leer un poema sobre el juego del creador de la Biodanza:
Abandonarse al juego
Abandonarse totalmente al juego.
Esto es el secreto de nuestra gloria
Abandonarse sin reticencia
al juego de recibir la inmensidad
y cuidar de ella
como se toma el cuidado de un niño.
Abandonarse
a la misión imposible
de, simplemente,
dar frutos.
Dejarse llevar por el rocío
sin otra opción que el éxtasis.
Porque ser parte del juego
es ganarse a sí mismo.
Rolando Toro Araneda
La primera definición de la Real Academia Española de “jugar” implica “hacer algo con alegría y con el solo fin de entretenerse o divertirse”, y efectivamente, se ha comprobado que sentir placer tiene enormes beneficios a niveles fisiológicos, sociales y psicológicos. Si jugar es un placer, otorguemos al juego un lugar privilegiado y liberémonos de tensiones innecesarias.
¡Abandonémonos al juego de la vida!
A veces nos tomamos la vida demasiado en serio, así que… ¡jugamos!
Sandra de Rivas Hermosilla
Sala Neuronilla