En el Budismo hablamos de la práctica de la escucha profunda, la escucha compasiva, un método maravilloso mediante el cual podemos restablecer la comunicación, comunicación entre parejas, comunicación entre padre e hijo, comunicación entre madre e hija, comunicación entre naciones. La práctica de la escucha profunda podría ser asumida por los padres, por las parejas, y así es posible entender el sufrimiento de otra persona. Esa persona puede ser nuestra esposa, nuestro marido, nuestro hijo o nuestra hija.

Debemos tener suficiente buena voluntad para escuchar, pero muchos de nosotros hemos perdido nuestra capacidad de escuchar porque tenemos mucha cólera y violencia en nosotros. La otra persona no conoce qué clase de palabra utilizar. Ellos siempre reprochan y juzgan. Y el habla es muy a menudo agria, amarga. Esta clase de habla siempre tocará la irritación y la ira en nosotros y nos impide escuchar profundamente y con compasión. Es porque no existe bastante buena voluntad. Necesitamos entrenamiento para escuchar profundamente con compasión. Pienso, creo, tengo la convicción que un padre, si sabe cómo escuchar a su hijo profundamente y con compasión, podrá abrir la puerta del corazón de su hijo y restablecer la comunicación.
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Siempre aconsejo a las parejas que cuando están enfadados mutuamente, deberían regresar a su respiración, a su caminar consciente, abrazar su cólera y mirar profundamente en la naturaleza de ella. Y ellos deberían poder transformar esa cólera en sólo quince minutos o unas pocas horas. Si no pueden hacerlo, entonces tendrán que decir a la otra persona que sufren, que están enfadados, y quieren que la otra persona lo sepa. Intentarán decir de una manera delicada: «Cariño, yo sufro y quiero que lo sepas». Y en Plum Village, donde vivo y practico, aconsejo a nuestros amigos no guardar su ira más de 24 horas sin decirlo a la otra persona. «Cariño, yo sufro y quiero que lo sepas. No sé porqué me has hecho semejante cosa. No sé porqué me has dicho semejante cosa.» Es lo primero que deberían decir a la otra persona. Y si no están lo suficientemente calmados para decirlo, pueden escribirlo en un trozo de papel.

Lo segundo que ellos pueden decir o escribir es: «Estoy haciéndolo lo mejor que puedo». Esto significa: «Estoy practicando no decir nada, no hacer nada con ira, porque sé que si lo hiciera crearía más sufrimiento. Entonces estoy abrazando mi ira, estoy mirando profundamente en la naturaleza de mi ira.» Decís a la otra persona que estáis practicando coger vuestra ira, comprender vuestra ira, para descubrir si esa ira procede de vuestro propio error, vuestra percepción errónea, vuestra carencia de plena conciencia y vuestra carencia de sabiduría.
Y lo tercero que debéis decirle a él o a ella es: «Necesito tu ayuda». Habitualmente, cuando estamos enojados con alguien queremos hacerle oposición.

Queremos decir: «No te necesito. Puedo sobrevivir por mí mismo solo». «Necesito tu ayuda» significa: «Necesito tu práctica, necesito tu mirada profunda, necesito que me ayudes a superar esta ira porque sufro». Y si sufres, no hay forma de que puedas ser feliz, porque la felicidad no es una cuestión individual. Si la otra persona sufre no hay forma de que tú puedas ser verdaderamente feliz solo. Entonces, ayudando a la otra persona a sufrir menos, a sonreír, tú también serás feliz.

Buda dijo: «Esto es así porque aquello es así. Esto es porque aquello es.» Yo propongo que estas tres frases sean el lenguaje del verdadero amor. Esto inspirará a la otra persona a practicar, a mirar profundamente, y juntos conseguiréis el entendimiento y la reconciliación. Propongo a mis amigos escribir esas frases en un trozo de papel y deslizarlo en su cartera. Cada vez que se enfaden con su pareja, o su hijo, o su hija, pueden practicar la respiración consciente, cogerlo y leerlo. Será una campana de la plena conciencia diciéndoles qué hacer o no hacer. Son las tres frases: «Sufro y quiero que lo sepas.» «Estoy haciéndolo lo mejor que puedo.» «Por favor, ayúdame.»
Creo que en un conflicto internacional, es posible también la misma clase de práctica.
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La calidad de nuestro estar es muy importante, porque esa demanda, esa declaración, no es una crítica, sino una consentimiento para crear verdadera comunicación. «Estamos dispuestos a escucharos. Sabemos que habéis debido sufrir mucho para habernos hecho algo así. Debéis haber pensado que somos la causa de vuestro sufrimiento. Por favor, decidnos si hemos intentado destruiros, si hemos tratado de discriminar en contra vuestra. De ese modo podremos entender. Y sabemos que cuando comprendamos vuestro sufrimiento podremos ayudaros.» Esto es lo que llamamos en el Budismo «habla amorosa» o «lenguaje amable», y tiene el propósito de crear comunicación, restablecer comunicación. Y con la comunicación restaurada, la paz será posible.

Este verano, un grupo de palestinos vino a Plum Village y practicó junto con un grupo de israelíes, unas pocas decenas. Apadrinamos su venida y práctica juntos. En dos semanas, aprendieron a sentarse juntos, caminar conscientemente juntos, disfrutar juntos de comer en silencio y sentarse silenciosamente para escucharse mutuamente. La práctica asumida tuvo mucho éxito. Al final de las dos semanas de práctica, nos dieron un maravilloso relato. Una mujer dijo: «Thây, esta es la primera vez en mi vida que veo que la paz en Oriente Medio es posible.» Otro joven dijo: «Thây, al principio de llegar a Plum Village, no creía que Plum Village fuera algo real, porque en la situación de mi país, vives en constante miedo e ira. Cuando tus niños toman el autobús, no estás seguro de si volverán a casa. Cuando vas al mercado, no estás seguro de si sobrevivirás para ir a casa con tu familia.

Cuando vienes a Plum Village ves a la gente mirándose mutuamente con amorosa amabilidad, hablando bondadosamente, caminando pacíficamente y haciéndolo todo conscientemente. No creíamos que esto fuera posible. No me parecía real».
Pero en el ambiente sosegado de Plum Village, ellos pudieron estar juntos, vivir juntos y escucharse unos a otros y, finalmente, llegar a la comprensión. Prometieron que cuando volvieran al Oriente Medio continuarían la práctica. Organizarían un día de práctica cada semana a nivel local y un día de plena conciencia a nivel nacional. Y prometieron venir a Plum Village como un grupo mayor para continuar la práctica.

Alimentar el amor

Todas las cosas necesitan alimento para estar vivas y crecer, incluso nuestro amor o nuestro odio. El amor es una cosa viva, el odio es una cosa viva. Si no alimentamos nuestro amor, morirá. Si cortáis la fuente que alimenta vuestra violencia, vuestra violencia morirá también. He ahí por qué el camino enseñado por Buda es el de la paz y el consumo consciente.

Buda relató la siguiente historia: había una pareja que quería cruzar el desierto para ir a otro país para buscar libertad. Con ellos llevaban a su pequeño hijo y una cantidad de comida y agua. Pero no habían calculado bien, y a mitad de camino a través del desierto se quedaron sin comida. Sabían que iban a morir. Tras mucha angustia, decidieron comerse a su hijito y así podrían sobrevivir y llegar a otro país, y así lo hicieron. Y, cada vez que comían un pedazo de carne de su hijo, lloraban.

Buda preguntó a sus monjes: «Queridos amigos: ¿Pensáis que la pareja disfrutó comiendo la carne de su hijo?» Buda dijo: «Es imposible disfrutar comiendo la carne de nuestro hijo. Si no coméis plenamente conscientes, estáis comiendo la carne de vuestro hijo y vuestra hija, estáis comiendo la carne de vuestros padres.»

Si miramos profundamente, veremos que comer puede ser extremadamente violento. La UNESCO nos dice que cada día cuarenta mil niños en el mundo mueren por falta de nutrición, de comida. Cada día cuarenta mil niños. Y la totalidad de grano que cultivamos en el oeste es generalmente utilizada para alimentar nuestro ganado. El 80% del maíz cultivado en este país es para alimentar el ganado productor de carne. El 90% de la avena producida en este país no se utiliza para comer, sino para los animales criados para alimento. De acuerdo con esta reciente información recibida, de toda la tierra agrícola en los EE.UU., el 87% es utilizada para criar animales para comida. Esto es un 45% del conjunto total del territorio de los Estados Unidos.

AGUA

Más de la mitad del agua consumida en los Estados Unidos es con el propósito de criar animales para alimento. Se necesitan 9.500 litros de agua para producir medio kilo de carne, pero sólo 95 litros para producir medio kilo de trigo. Una dieta vegetariana total requiere 1.200 litros de agua por día, mientras que una dieta carnívora requiere más de 15.000 litros de agua por día.

POLUCIÓN

Criar animales para comer produce más agua contaminada que cualquier otra industria en los Estados Unidos, porque estos animales producen 130 veces el excremento de la población humana total. Esto significa 87.000 litros por segundo. Muchos de los deshechos procedentes de granjas factoría y mataderos fluye hacia arroyos y ríos, contaminando las fuentes de agua.

DEFORESTACIÓN

Cada vegetariano puede salvar un acre de árboles por año. Más de un millón de kilómetros cuadrados de los bosques de Estados Unidos han sido talados para producir pasto para el ganado. Y cuatro mil metros cuadrados de árboles desaparecen cada ocho segundos. Los lluviosos bosques tropicales también están siendo destruidos para crear tierra de pasto para el ganado.

RECURSOS

En los Estados Unidos, los animales criados para alimento comen más del 80% del maíz que cultivamos y más del 95% de la avena. Nos comemos nuestro país, comemos a nuestra tierra, nos comemos a nuestros hijos. Y sabemos que más de la mitad de la población de este país se sobrealimenta.

Comer consciente puede ayudar a mantener la compasión dentro de nuestro corazón. Una persona sin compasión no puede ser feliz, no puede relacionarse con otros seres humanos ni con otros seres vivos. Y comer la carne de nuestro propio hijo es lo que continúa ocurriendo en el mundo, porque no practicamos el comer conscientes.

Buda habló sobre la segunda clase de alimento que consumimos cada día, las sensaciones, la clase de alimento que tomamos por medio de los ojos, los oídos, la lengua, el cuerpo y la mente. Cuando leemos una revista, consumimos. Cuando veis la TV, consumís. Cuando escucháis una conversación, consumís. Y todos estos elementos, pueden ser altamente tóxicos. Pueden contener muchos venenos, como ansia, como violencia, como ira y desesperación. Nos permitimos a nosotros mismos ser intoxicados porque consumimos tales cosas a través de sensaciones. Permitimos a nuestros niños intoxicarse a sí mismos por causa de estos productos. Por eso, es muy importante mirar profundamente dentro de nuestro ser que sufre, dentro de la naturaleza de nuestro ser doliente, para reconocer las fuentes de nutrición, de alimentación, que han traído todo esto a nuestro interior.
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Hemos de aprender qué producir o qué no producir para proveer a nuestro pueblo con sólo los elementos que nutren y curan. Hemos de abstenernos de producir la clase de elementos que traen guerra y desesperación a nuestro cuerpo, a nuestra conciencia y al cuerpo y conciencia colectivos de nuestra nación, de nuestra sociedad.

Pero podemos ir más allá. Podemos hacerlo mejor, como padres, como profesores, como artistas y como políticos. Si eres un profesor, puedes contribuir en mucho en el despertar de la gente a la necesidad de un consumo consciente, porque es el camino para una emancipación real. Si eres un periodista, tienes los medios para educar a la gente, para despertar a la gente a la naturaleza de nuestra situación. Cada uno de nosotros puede transformarse a sí mismo, a sí misma, en un bodhisattva, realizando el trabajo de despertar. Porque sólo el despertar puede ayudarnos a detener la carrera que hemos tomado, la carrera de la destrucción. Entonces sabremos en qué dirección debemos ir para hacer de la tierra un lugar seguro para nosotros, para nuestros hijos y para los hijos de sus hijos.

El deseo más profundo

El tercer alimento del que habló Buda es la volición. Volición es aquello que más quieres, tu deseo más profundo. Cada uno de vosotros tiene un deseo muy profundo. Tenemos que identificarlo, tenemos que llamarlo por su verdadero nombre. Buda tuvo un deseo, él quería transformar todo su sufrimiento. Quería alcanzar la iluminación para poder ayudar a otras gentes. Él no creía que siendo un político pudiese ayudar a mucha gente, y por eso escogió la vía del monje. Hay muchos que creen que la felicidad es sólo posible cuando tenemos mucho dinero, mucha fama, mucho poder y mucho sexo. Esa clase de deseos pertenece a la tercera categoría de alimentos de los que habló Buda.
Buda ofreció esta imagen para ilustrar su enseñanza: había un hombre joven que amaba estar vivo, no quería morir. Dos hombres muy fuertes le arrastraron hacia un lugar donde había un agujero de carbón encendido, intentando lanzarle dentro de las brasas ardientes para que muriera.

El joven resistió, pero tuvo que morir porque los dos hombres eran muy fuertes. Buda dijo: «Vuestro más profundo deseo os llevará hacia un lugar donde hay felicidad o infierno». Por eso es muy importante mirar en la naturaleza de vuestro deseo profundo, llamado volición. Buda dijo que el deseo os traería mucho sufrimiento si era deseo de riquezas, sexo, poder o fama. Pero si tienes un deseo de proteger la vida, proteger el medio ambiente o ayudar a la gente a vivir una vida sencilla, con tiempo para cuidarte a ti mismo, amar y cuidar de los seres queridos, esa es la clase de deseo que te llevará hacia la felicidad. Pero si estás empujado por el ansia de fama, riquezas, poder, habrás de sufrir mucho. Y ese deseo te arrastrará al infierno, dentro del agujero de brasas ardientes, y habrás de morir.

Existen gentes en todos los lugares del mundo que consideran la venganza como su más profundo deseo. Se transforman en terroristas. Cuando tenemos odio y venganza como nuestro deseo más profundo, sufriremos también terriblemente, como el joven que era arrastrado por los dos hombres fuertes para ser lanzado dentro del pozo de brasas ardientes. Nuestro más profundo deseo debería ser amar, ayudar y no vengar, no golpear, no matar.

…. El odio nunca puede ser la respuesta del odio; toda violencia es injusticia. Responder a la violencia con la violencia sólo puede traer más violencia e injusticia, más sufrimiento, no sólo a los demás, sino también a nosotros mismos.
Existe una sabiduría en cada uno de nosotros. Necesitamos respirar profundamente, conseguir calma para tocar la semilla de la sabiduría.

Por eso mi sugerencia es la práctica de estar en calma, estar concentrados, regando las semillas de sabiduría y compasión que hay en nosotros, y aprendiendo el arte de consumir conscientemente. Esto es una verdadera revolución, la sola clase de revolución que puede ayudarnos a salir de esta difícil situación en la que la violencia y el odio prevalecen.

Thich Nhat Hanh, es un maestro Zen nacido en la región de Vietnam Central en 1926. Monje budista desde hace más de cuatro décadas y activista por la paz. En 1967 fue nominado por Martin Luther King para el Premio Nobel de la Paz.
Actualmente vive en Francia, en una comunidad de enseñanza budista llamada Plum Village fundada en 1982, cercana a Burdeos.
Viaja constantemente por el mundo dando enseñanzas y conferencias y ayudando a los refugiados. Sus textos y conferencias se centran a menudo en la necesidad de transmitir a la acción cotidiana y social una intención profunda de amor surgido de una atención consciente.
Tras un largo periodo de exilio, recibió permiso para regresar a Vietnam en 2005.Nhit Hanh ha publicado más de 100 libros, más de 40 títulos traducidos al español. Nhat Hanh es activo en el movimiento pacifista, promoviendo soluciones no-violentas a los conflictos.
Este artículo es parte de una enseñanza dada por Thây en la Riverside Church, Nueva York, el 25 de septiembre del 2001.
Publicado con permiso de Plum Village/Unified Buddhist Church
© Copyright Plum Village/Unified Buddhist Church
© Fotografias Paul Davis
Visitará España del 27 de Abril al 26 de Mayo.

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