Fernanda me escribe y me dice que tiene cáncer. Se ha operado varias veces y ahora está en periodo de remisión, con sus revisiones semestrales, que le provocan un profundo miedo a medida que se acercan. Todo empezó en su mama izquierda, pero luego necesitó ser histerectomizada, y posteriormente le retiraron un pequeño tumor en la otra mama. Las últimas revisiones no han mostrado nuevos síntomas. ¿por qué entonces Fernanda dice que tiene cáncer?
Algo que necesitamos aprender para sanar tiene que ver con dejar ir los síntomas. No importa cuántas veces nos digan que una vez que un síntoma se presenta ya no hay nada que hacer. Yo misma he sido diagnosticada varias veces de enfermedades crónicas, incurables, que necesitaban de una intervención quirúrgica radical.
Decidí no creerlo, y pude ver con alegría que mi cuerpo respondía a mis creencias en todos los casos.
Entonces vuelvo a la pregunta sobre Fernanda ¿por qué dice que tiene cáncer si los dos últimos años su cuerpo ha decidido no mostrar síntomas?
Para comprenderlo, necesitamos profundizar en algo más que sus propias creencias, que son profundamente reveladoras. Te invito a que consideres un ejercicio simple, y si deseas, puedes emplear tu propio síntoma para entender mejor.
Imagina a alguien que te provoca miedo, rechazo, dolor. Alguien que, en tu percepción, parece intentar acabar contigo. La mezcla de temor y rabia se convierte en tu compañero cotidiano; es como si no supieras si huir o atacar. Así como la tristeza subyacente ha transformado tu vida en una lucha constante.
Si esta presencia persiste durante semanas o meses, probablemente acudirías a buscar ayuda desesperadamente, y si esta resulta insuficiente, te habituarías a convivir con ella. Sin embargo, tu emocionalidad estaría dominada por la ira y la rabia.
Imagina que, en un momento de calma, te detienes y observas a esta sombra. Te permites sentir ese dolor y la tristeza que conlleva; le ofreces una bienvenida. Abrázala. Reconócete en su historia.
Sea lo que sea que sientas, acógelo en tu corazón; agradece lo que intenta enseñarte. No le des la espalda. Al hacerlo, pronto verás que tu relación con todo lo que atraviesas cambia.
En el caso de Fernanda, cuyo nombre es ficticio, su mayor excluido tuvo un rostro claro: su madre, con quien mantenía un profundo conflicto. A través de una constelación, logró finalmente abrazarla en un acto de fuerza y conciliación.
El cáncer dejó de ser necesario, y después de tratamientos y controles médicos, Fernanda encontró el camino para conectar genuinamente con la Vida.
Lamentablemente, tuvo que atravesar mucho antes de encontrarse lista para aceptar, reparar y reconciliarse. Comprendió que el cáncer era la voz de alguien imprescindible en su existencia, a quien necesitaba ver y honrar. Con asombro, se dio cuenta de que había estado dispuesta a morir antes que reconocer a su madre.
Cuando esa mirada reparadora, ordenada, llena de amor llegó, su cuerpo comenzó a sanar.
Nota: Recientemente, Fernanda me llamó para contarme que ha adoptado un niño sudamericano y que ahora podrá dar todo el amor que antes no pudo ofrecer, pues había estado demasiado preocupada por ocultarse de su sombra.
Espero que estas reflexiones te sirvan.
Que tengas un feliz presente.
Pilar Rodríguez-Castillos
Terapeuta. Consteladora.
Profesora del Método Reiki
Directora del Liceo de Estudios
sobre Disciplinas de la Energía.
www.licestu.com