El pasado mes de marzo vino a mi centro una clienta con un problema de la articulación témporomandibular (ATM). Ya la habían tratado con fisioterapia, aunque sólo durante seis sesiones, y la habían recomendado la terapia cráneo-sacral.
Los síntomas que presentaba eran los característicos de una irritación severa de la articulación: cuello muy tenso, sobre todo en el lado derecho que era donde más le dolía, además le estaban tratando el hombro de ese mismo lado; apenas podía abrir la boca y por las mañanas se levantaba con dolor de cabeza.
Aunque venía a terapia cráneo-sacral, le propuse empezar la sesión con reflexoterapia podal, liberando la fascia a través de la misma, para terminar con unos minutos de cráneo-sacral. Quería saber a través de las zonas reflejas del pie el alcance de la lesión y si había algo más implicado.
Llevo treinta años trabajando con la reflexoterapia, y si hay algo he aprendido es a no dar por sentado que el síntoma que trae la persona cuando viene a tratamiento es el origen del desequilibrio.
En cuanto empecé a tratar los puntos reflejos vi que donde más dolor sentía era en la zona refleja de las vértebras cervicales, en la musculatura del cuello y en el nervio trigémino. Curiosamente el punto reflejo de la ATM, era el que menos información de dolor pasaba.
Una de las articulaciones que crea más problemas es precisamente ésta, y uno de los síndromes que provoca es el cráneo-cérvico-mandibular. Este síndrome puede activar al nervio trigémino que a su vez está conectado con el sistema reticular activador que es el cerebro primitivo; este sistema nos prepara para salir corriendo en caso de peligro, y se activa en situaciones de estrés por la acción del sistema nervioso autónomo simpático. En el caso de que no se tenga esa respuesta y no se manifieste en un
verdadero acto de salir corriendo, el sistema nervioso no se relaja. Esto acaba a su vez activando la mandíbula, que se mantiene presionada lo que hace que se llegue a un nivel alto de irritación del trigémino cerrando el círculo he impidiendo que se reduzca la presión mandibular.
Después de la primera sesión, me dijo que el hombro derecho había mejorado y el dolor se había reducido considerablemente.
Seguimos trabajando, con una sesión a la semana y cuando de verdad empezó a cambiar su mandíbula fue a partir de la tercera sesión. El dolor disminuyó, empezó a abrir la boca sin dificultad y se tiró varios días de la semana encontrándose mejor. Pero lo más importante es que dejó de tener dolor de cabeza al levantarse.
A partir de la quinta sesión se corrigió todo. Hemos llegado a realizar ocho sesiones para afianzar bien la terapia. Ahora está recibiendo de nuevo rehabilitación en su consulta, pero lo que más le preocupaba era evitar que su médico de maxilofacial le inyectara Botox en la articulación (ese era el siguiente paso si no se corregía el problema). Ahora la doctora la ve muy bien y considera que no lo necesita: abre la boca perfectamente y ya no le duele la mandíbula.
Al utilizar las dos técnicas unidas en la misma sesión, aunque sólo hayan sido unos minutos de terapia cráneo-sacral, el tratamiento se ha potenciado.
Muchos de los problemas de ATM tienen un origen emocional. Durante el sueño el subconsciente filtra los conflictos que no hemos resuelto en el día, y una oclusión de la boca con mucha presión nos está hablando de rabia y frustración contenida y problemas no resueltos.
Hay varias formas de abordar los problemas de ATM, y es conveniente que no vayan a más para que no causen desequilibrios tan graves como los que presentaba esta clienta.
Carmen Benito
Bióloga, reflexóloga y terapeuta de masaje metamórfico
carmenbenitoestetica.com